dijous, 28 de març del 2019

TERCERA MISA ESTACIONAL 2019


            No he venido a abolir la ley y los profetas, sino a darle plenitud… (Mateo 5, 17).

            Ayer miércoles, día 27 de marzo, peregrinamos a San Pedro, el templo parroquial más antiguo de Xàtiva.
            Respecto a la asistencia, nada significativo que reseñar; seguimos en la misma tónica.
            Equipo sacerdotal en pleno, el celebrante, pensando en voz alta, nos situó en tiempos convulsos, en un mundo en el cual hemos dejado de ser mayoría y expresó su inquietud patentizando la necesidad de que estos encuentros sean más frecuentes.
            Él mismo, antes del comienzo de la celebración dirigió el ensayo de los cantos acompañado del coro parroquial.
            Luego, solemnidad en la entrada y sobriedad en la oración eucarística con aquellos cantos coreados por los asistentes con evidente fervor.
            Sosegadamente, según su estilo propio, el párroco reflexionó sobre las lecturas del día: la exhortación de Moisés al pueblo judío a cumplir los decretos y mandatos del Señor que le fueron dados en el Sinaí, trasladando a quienes le oíamos ese requerimiento, confirmado luego en el evangelio de San Mateo, bien que matizando el significado de esa plenitud a la que Jesús se refirió en su discurso a los discípulos. El cumplimiento mecánico de las normas, porque sí, no tiene sentido. Los mandatos del Señor tienen su fundamento en el amor y es desde el amor como adquiere sentido cada uno de los preceptos de la Ley.
            Cubrimos una nueva singladura en la Cuaresma, alimentados con el pan de la palabra y el pan de la eucaristía en el camino hacia la Pascua.
            El obsequio de la parroquia, esta vez, consistió en un punto de lectura en el que se representa la Piedad que figura en el maravilloso retablo que preside este templo, singular y perfecta comunión entre el gótico y el plateresco, conjuntados con suma delicadeza por sus restauradores.
            La rúbrica en esta estampa: Este es el tiempo de la misericordia…
            Si Dios quiere, la próxima semana nos reuniremos a orar en la Parroquia de Nuestra Señora de la Merced y Santa Tecla.
            Pero antes, el domingo 31, ya se habrá celebrado, Dios mediante, el Pregón de la Semana Santa en la Colegiata a las doce de la mañana. No se olviden, por favor.
            Suyo, Miguel Mira

dijous, 21 de març del 2019

SEGUNDA MISA ESTACIONAL


NO HE VENIDO A SER SERVIDO…



                Ayer, día 20 de Marzo, peregrinamos e hicimos estación en la Parroquia de Nuestra Señora del Carmen.

        Asistimos a la eucaristía un buen número de fieles, no tantos como sería de esperar, y algunos cofrades, muy pocos. Sin comentario. 
      Concelebraron, como cada miércoles de Cuaresma, los sacerdotes que ejercen su ministerio en Xàtiva.

        Las reflexiones del celebrante principal, D. Rafael Vaello, dirigidas a la aceptación del cáliz como seguimiento e imitación de Cristo; la entrega al servicio de los demás como signo del amor de Dios; y la exhortación a las cofradías de no convertir en mero espectáculo nuestras procesiones, que no han de ser otra cosa que testimonio de aquella aceptación del cáliz como signo de nuestra fe, como actitud exenta de pretensiones de notoriedad.

        Voces de las comunidades neocatecumenales nos ayudaron a rezar con sus cánticos. Me impresionó el cántico final a la Virgen… Stabat mater dolorsa iuxta crucem lacrimosa dum pendebat filius…

        Y la Madre, desde su altar, con el Hijo en brazos, nos recordaba emocionada: ¡Haced lo que Él os diga!
           Con afecto, Miguel Mira

dijous, 14 de març del 2019

PRIIMERA MISA ESTACIONAL 2019






                                                                         




Un corazón quebrantado, Tú no lo desprecias





            Ayer, 13 de Marzo, a las ocho de la tarde, acudimos a la Iglesia de los Santos Juanes, a la celebración de la eucaristía que es la primera de este ejercicio, a la que seguirán, en miércoles sucesivos, la que se han de ofrecer los miércoles de Cuaresma.

            Concelebraron los párrocos de las cinco parroquias de la ciudad y los señores canónigos de la Colegiata, así como el señor vicario de Nuestra Señora de la Merced y Santa Tecla.

            Animó la Santa Misa el coro parroquial, como siempre, con su reconocido entusiasmo y perfecta ejecución de los cánticos escogidos, que ayudaron a nuestra personal integración en el culto que se estaba celebrando. De verdad, cantores de los Santos Juanes ¡Lo hacéis bien!

            Ésta fue la monición de entrada:

La perspectiva que se nos presenta en el tiempo de la Cuaresma es el Camino del Calvario hasta la Cruz; pero también nos transmite la gozosa esperanza de la Pascua. El camino hacia la cruz nos parece duro; y lo es. Cada uno de nosotros sabemos de esas cruces particulares del afán de cada día; pero nuestra mirada ha de estar puesta en la resurrección; en aquel sepulcro vacío del tercer día. Nos lo recuerda hoy  Jonás y nos lo recuerda Jesús en la liturgia de la palabra. Además, hemos de ser conscientes de que la Cuaresma no es un paréntesis que se abre el Miércoles de Ceniza y se cierra el Viernes Santo: la Cuaresma es un signo de admiración que nos ha de conducir esperanzados, primero, hasta  Emaús, y siempre  hasta Pentecostés.

            El templo estaba lleno de fieles. Asistieron algunos (pocos) cofrades de las distintas asociaciones de Semana Santa.

            Como particularidad, he de señalar la formación de un mural al pie del altar mayor, compuesto de ocho piezas decoradas que fueron colocando en su lugar cada uno de los seglares participantes en las lecturas, oración de los fieles y moniciones, hasta quedar a la vista un paisaje sugerente del camino a recorrer desde la barca de la Iglesia hasta el triunfo dela cruz. Esa imagen se recogía en la estampa que se repartió al final de la Misa, con la reproducción al dorso del versículo que sirve de título a esta crónica: Un corazón quebrantado, Tú no lo desprecias.
                                         

            Don Raul Jiménez, Cura de esta parroquia y de Nuestra Señora de la Merced, pronunció una enjundiosa homilía, siendo su soporte tres significativos verbos, tres llamadas de Dios, tres andanadas a propósito del ejemplo del pueblo ninivita, como se lee en la profecía de Jonás:

¡Levántate! ¡Vete! ¡Predica!

            Las reflexiones del celebrante, aunque fueron dirigidas a todos, intentaron interpelar especialmente a los distintos cofrades presentes, exhortándoles a vivir con el espíritu de conversión al que claman las lecturas del día y, en general, las de toda la Cuaresma.

            Si he de destacar un detalle que nos afecta a los hermanos, cofrades y congregantes, no es otro que el ejemplo de aquel tesoro: Cristo, que se nos regala en un precioso baúl, contenedor en el que nos fijamos porque tal vez su riqueza nos deslumbra, pero  en cuya contemplación nos quedamos encandilados ¡sin decidirnos a abrirlo! Y es dentro de él donde está ese tesoro que debería ser el signo indeleble  de nuestra vida y nuestra fe cristiana.

            Así pues, materia de reflexión la hubo. De nosotros depende todo lo demás. Sería un especial signo del testimonio al que estamos llamados que cada parroquia a la que está previsto peregrinar se viera desbordada por cofrades, hermanos y congregantes. Sería señal de que nos vamos decidiendo a abrir el baúl. 

            Vuestro, Miguel Mira.