dilluns, 20 de juny del 2011

ASAMBLEA GENERAL DE LA HERMANDAD DE COFRADIAS.

MI OPINIÓN PERSONAL

Por Miguel Mira Manzanaro

El viernes, día 17 de Junio de 2.011, se celebró en el salón de actos del Palau de l’Ardiaca la Junta General de la Hermandad de Cofradías de la Semana Santa de Xàtiva, sobre cuyo desarrollo y contenido, siempre a título personal, versará este comentario.

I.- En primer lugar, mi impresión fue la de que estábamos allí (hubo pleno) para cubrir el expediente… También me sorprendió que una asamblea, órgano máximo de gobierno de la asociación, se despachara -según se diría en el argot taurino- con “una faena de aliño”. Comenzó a las veinte horas y treinta y cinco minutos en mi reloj, y a las veintiuna horas diez minutos estábamos en la calle.

II.- Siendo la primera sesión que se celebra en dos años, cuando es preceptiva, al menos, una reunión anual, nos limitamos a escuchar una extensa acta y una memoria escueta; se informó de las cuentas con detalle por escrito; se ratificó la admisión de la Cofradía de Cristo Resucitado y María Inmaculada como miembro de la Hermandad; el Sr. Presidente saliente leyó un breve informe y, seguidamente, tomó posesión de su cargo la nueva presidencia, en la que turna la Cofradía de Jesús de la Buena Muerte y Nuestra Señora de la Esperanza, representada por su vice-presidente D. Lorenza Segarra; el Sr. Abad pronunció unas palabras de exhortación; y en el capítulo de ruegos y preguntas nadie –yo tampoco-, nadie, formuló ninguna. Salvo el presidente de la recién incorporada cofradía, para dar las gracias a las colaboraciones recibidas, no habló nadie fuera de la Mesa. Cuarenta minutos escasos.

¿Significa ello que ninguno de los presentes tenía nada que decir, ni yo mismo, cuando se pronunciaron algunas afirmaciones o propuestas que merecían ser contestadas, aclaradas o, cuando menos, comentadas?

III.- Tengo la impresión de que sería de interés una reflexión sobre alguna cuestión concreta, a mi entender, de suma importancia.

Todavía quedamos vinculados a la Semana Santa algunas personas que , como directivos, a la sazón, vivimos momentos difíciles, participamos en la transición formal y efectiva desde la norma inicial de 1.950 a los acuerdos vigentes hasta hoy, cuyos motivos constan en las actas y cuya pequeña pero significativa historia debería ser conocida por todos los integrantes hoy día de esta asociación de asociaciones y por quienes nos sucedan, porque así tal vez se evitarían comentarios o propuestas "a la carta".

Por ello, pensando que pudiera ser de interés, pero limitándome a tres cuestiones concretas, me permito exponer sucintamente cuanto sigue:

A.- Transición: Desde al menos el siglo XVIII, la Cofradía de la Purísima Sangre de Cristo, según sus reales ordenanzas (Carlos IV, 1.793), era la responsable de la organización de las procesiones de la Semana Santa y, cada año, incluso con intervención de fedatario, invitaba a las demás cofradías a su participación y recibía sus imágenes en la sede, originariamente la Iglesia de San Francisco.

En 1.949, en asamblea de fieles, se acordó la fundación de la Hermandad de Cofradías, cuyos estatutos fueron canónicamente aprobados el siguiente año 1.950, y en ellos se atribuía a la Hermandad la función organizativa que hasta entonces ejercía la Purísima Sangre. Sin embargo, se reservó la presidencia titular al Síndico de esta misma asociación; la vice presidencia al Ecce Homo; la secretaría titular, a la Hermandad de Portadores de Jesús Nazareno, etc. Es decir, no había cargos electivos, salvo el de Censor Estatutario.

B.- Por razones que ahora no vienen al caso, y por iniciativa del Sr. Abad de la Colegiata, con directa intervención de los clavarios saliente y entrante de la Cofradía de la Purísima Sangre (1.978), se formuló una moción, que fue aprobada por dicha cofradía y consensuada con las asociaciones que integraban la Hermandad, cuyas actas se conservan, según la cual la Decana cedía sus privilegios históricos a la Hermandad de Cofradías, y se establecía que tanto la presidencia efectiva como los demás cargos directivos serían ostentados por todas las entidades hermanadas, por riguroso turno rotatorio y por orden de antigüedad, renovándose cada dos años.; se le reconoció a la Purísima Sangre el derecho a ostentar la presidencia honoraria, en la persona de su síndico, y así se hizo.

Tales acuerdos se respetaron y cumplieron a partir de su adopción: 1.979 y 1.980. Pero no se renovaron los estatutos de la Hermandad hasta que, por iniciativa de la Congregación del Santísimo Ecce Homo, al asumir su presidencia efectiva en el segundo turno de rotación, se constituyó la Comisión de Estatutos, ajustada a la norma de 1.950, y el Censor presentó un borrador con base en el cual comenzaron los trabajos con aportaciones de todos los comisionados, que trabajaron ilusionadamente durante todo un ejercicio, procurando recoger no ya solo los preceptos de obligada consideración, sino peculiaridades propias de nuestra Semana Santa, de modo que estuvieron dispuestos en Febrero de 2.001, se aprobaron unánimemente por la Asamblea General y se elevaron al Arzobispado para su aprobación.

Antes de referirme al estado actual de la cuestión, debo poner de manifiesto que, sin perjuicio del respeto y consideración a la presidencia honoraria de la Cofradía Decana, que jamás nadie discutió ni discute, el asunto que movió a mayores discusiones, siempre constructivas, en la Comisión fue precisamente el relativo al modo de elegir los cargos directivos, ya que la experiencia de nuestra Hermandad es única, que sepamos, y a varios ponentes les parecía -yo entre ellos- que podría interesar que al menos los tres cargos más relevantes fueran electivos. Se argumentó en contra que si se elegía presidente y éste formaba la junta a su criterio, podían quedar ausentes de toda participación en las tareas directivas alguna o la mayoría de las cofradías, con lo que posiblemente su implicación en las tareas rectoras sería menor, siendo así que lo interesante era que todas ellas estuvieran integradas en las labores de dirección, aunque solo fuera como vocales de la Junta Rectora, pero sabiendo ciertamente que en el correturno podían acceder a los cargos de mayor relevancia. Esta fue la tesis que, finalmente, asumió la Comisión, articulándose los preceptos correspondientes y aprobándose por unanimidad, tanto en comisión como, después, en asamblea.

C) Estatutos.- Se dijo en esta última Asamblea que los estatutos están paralizados. La pregunta, así pues, sería: ¿Por qué no han sido aprobados todavía por el Arzobispado? Y, según mi personal conocimiento del asunto, ésta sería la respuesta:

Después de varios meses en estudio en la oficina arzobispal, el portavoz de la Comisión de Estatutos fue requerido para entregarle una nota, en la que, alabando de modo muy ponderado la labor efectuada por dicha comisión para la elaboración del texto propuesto, se solicitaba aclaración sobre algunos puntos muy concretos de carácter meramente formal y se sugerían algunas rectificaciones o matizaciones, ninguna de las cuales afectaba al fondo de la norma, ni siquiera al sistema de nombramiento de cargos. Coincidiendo con el final del mandato en la presidencia de la Hermandad de Portadores de Jesús Nazareno, se propuso a la Asamblea General el texto ya adaptado a las enmiendas recomendadas por el Arzobispado; pero alguien manifestó que no debía aprobarse dicho texto sin que antes pasara por comisión. Y ahí quedó la cosa.

Nada se movió al respecto durante los dos siguientes ejercicios. Téngase en cuenta que la capacidad de convocar cualquier comisión le corresponde al Presidente.

Fue aproximadamente hace dos años, cuando se volvió a convocar reunión de la comisión. Y ocurrió que, habiendo cambiado algunos ponentes, sin tener en cuenta la unanimidad habida al aprobar el texto de que tratábamos, pretendieron, junto con otros que sí habían pertenecido a ella anteriormente, hacer una modificación sobre el fondo, al proponer el cambio del sistema de nombramiento de la presidencia. Se entabló la correspondiente discusión, sin que se agotara el estudio de ninguna de las propuestas y alternativas; incluso en la última reunión se llegó a insinuar que tal vez fuera conveniente asumir y aprobar un estatuto conforme al modelo tipo del Arzobispado para conseguir una rápida aprobación y regular nuestras peculiaridades en un reglamento de régimen interior. Después de esto, el año pasado alguien me preguntó por qué no se volvía a reunir la Comisión, a lo que contesté que yo no era quién ni tenía la facultad para convocarla, puesto que solo era un ponente; de ello hace, como he dicho, casi dos años… y así estamos.

**

Finalmente, quisiera recordarle a quien le competa que las comisiones están reguladas en los estatutos (arts. 32 a 35); son comisiones de trabajo, que pueden hacer propuestas para que las apruebe la junta rectora pleno, pero nunca tienen autonomía de decisión ni de disposición económica, dependiendo tales propuestas de que haya dotación presupuestaria o se arbitre el oportuno medio de financiación. Otra cosa supondría actuar arbitrariamente, al ser preceptiva la sanción de las propuestas por la Rectora. Y, por supuesto, la adscripción a cualquier comisión es totalmente voluntaria, jamás obligatoria y menos aún sujeta a penalización enconómica por absentismo. Es esta una cuestión jurídica, que puedo aclararle a quien tuviere la tentación de olvidar la norma. Desde luego, cualquier cambio de regulación requiere la reforma de los estatutos o del reglamento; y ésta ya sabemos que le corresponde, primero, a la Junta Rectora pleno; luego, a la Asamblea General (art. 42 de los Estatutos); y, finalmente, ha de someterse a la aprobación del Arzobispado.

Siempre a vuestra disposición. Saludos cordiales.

dijous, 9 de juny del 2011

ORDEN DEL DÍA DE LA ASAMBLEA DE LA HERMANDAD DE COFRADÍAS

Por si algún hermano portador /a tiene interés en solicitar que se trate alguna cuestión, según ya indicamos anteriormente (31 de Mayo), conforme a las normas aplicables, publicamos ahora el orden del día propuesto para la reunión del día 17 de Junio.

1.- Lectura y aprobación del acta anterior.
2.- Memoria bienio 2010-2011.
3.- Dación de cuentas.
4.- Admisión de la Cofradía Cristo Resucitado y María Inmaculada.
5.- Informe presidencia.
6.- Nombramiento como presidencia de la Cofradía de la Buena Muerte y Nuestra Señora de la
Esperanza.
7.- Ruegos y preguntas.

En consecuencia, podéis enviar vuestras sugerencias o mociones al Secretario de la Hermandad de Portadores, Sr. Mira, a través de la dirección nazarenoxativa@hotmail.com.


dimarts, 7 de juny del 2011

DE NUESTRO ARCHIVO

JESÚS NAZARENO.

Poema de Ramón Díaz Mirete,

Publicado en el semanario “El Obrero Setabense”

el 12 de Abril de 1.930.


Entre los insultos de la soldadesca,

bajo un sol de bronce que entre nubes sangra,

Jesús Nazareno la cruz de su Gólgota arrastra…

Camina rendido

y a su paso, la turba exaltada

sus flancos golpea,

escupiéndole al rostro con rabia.

Y el Mártir, el Justo,

todo amor, todo fe, todo calma,

eleva su vista a los cielos

y en silencio avanza…

Una mujer bella,

entre el vil populacho mezclada,

conmovida ante el duro suplicio,

se dirige a Jesús, que se para

y la mira con honda ternura,

mientras por su frente lívida resbalan

rubíes de sangre, que al caer al suelo,

conviértense en rosas de grana.

¡Oh, Señor! ¡Oh, Señor! –dice ella

anegada en lágrimas-

y tendiéndole amante, los brazos,

con un blanco lienzo le seca la cara

mientras ríe la audaz soldadesca

y una ruin mujerzuela, pintadas

de carmín las mejillas, entona

canciones canallas…

De súbito, un grito

La Piadosa exhala;

¡en el blanco lienzo, del Mártir augusto

ha quedado la imagen grabada!

-¡Milagro! ¡Milagro!-

con asombro exclama,

y en el mismo instante

en que el lienzo sus manos levantan,

rinde su cabeza un sayón

con la férrea lanza.

Cae la pobre al suelo;

hieren el espacio recias carcajadas;

¡a los ojos serenos del Justo

asoman dos lágrimas!

Entre los insultos de la soldadesca;

Bajo un sol de bronce que, entre nubes, sangra,

Jesús Nazareno la cruz de su Gólgota arrastra…

dijous, 2 de juny del 2011

PUNTUALIZANDO

Un amable comunicante anónimo, que visitó nuestro "blog" el pasado veintiuno de Abril, con ánimo constructivo, introdujo un comentario a la crónica sobre la procesión de traslado de la muy estimada Cofradía de la Flagelación del Señor.
En esa crónica, a título personal y sin intención crítica alguna, quien esto escribe y firma -como allí- se limitaba a reseñar su impresión de que la participación de penitentes, cubierto el rostro con verduguillo, portando cruces y arrastrando cadenas, me parecía más propio de las tradiciones castellanas que de nuestras costumbres.
Así lo pensé apoyado en el hecho de que no formara parte de las vestas de nuestras cofradías más antiguas ninguna prenda destinada a cubrir el rostro. Ni en las barrocas indumentarias de la Purísima Sangre o el Santo Sepulcro, ni en las más austeras del Ecce Homo o N.P. Jesús Nazareno, que aun hoy conservan su antiquísima vestimenta. No consta, pues, que en origen sus penitentes se cubrieran el rostro (salvo que aparezcan datos contrastables que pudieran contradecirlo), lo que no es óbice para que en determinados momentos se introdujeran el capirote y la capa, como es el caso del Ecce Homo, aunque hoy -como sabemos- sus cofrades desfilen indistintamente con o sin ella, o incluso en el caso de La Columna, cuyos penitentes también usaron en algún momento el capirote como está perfectamente documentado.
Por supuesto, en ningún caso quise decir ni digo que sea criticable asumir como innovación motivadora la participación de disciplinantes al modo que comentamos. Este año ya hemos podido ver desfilar algunos en la procesión de traslado del Santo Sepulcro. Insisto: no se trata de negar su oportunidad, ya que incluso es posible que otras cofradías abran más pronto que tarde sus puertas a penitentes que quieran participar de forma totalmente anónima en la procesión con su peculiar indumentaria y rigurosa disciplina. Conste que lo digo con conocimiento de causa.
Así pues, de lo que se trata es de dejar sentado que para nada repugna el hecho de introducir ese estilo penitencial; pero ello no es óbice para comprobar si históricamente tiene precedentes en nuestra Semana Santa. Y hasta donde alcanzan las comprobaciones realizadas, podría afirmarse que no, pero sin que por mi parte pretenda dogmatizar, puesto que siempre cabe profundizar en el estudio de las costumbres antiguas y, en consecuencia, tendríamos, en su caso, que asumir la oportuna rectificación con base en documentos de autenticidad contrastada.
No obstante, con los datos que tengo a mi alcance, me atrevo a mantener la opinión ya manifestada en aquella crónica de la procesión de traslado del Santísimo Cristo de la Columna.
Veamos por qué: nuestro anónimo comunicante basó, sin duda, su aportación en un interesante y documentado trabajo aparecido en la Revista de Historia Moderna, nº 17 (1.998 -1.999), firmado por Javier Burrieza Sánchez, de la Universidad de Valladolid, titulado "Misiones y misioneros jesuitas en la Xàtiva de Nueva Planta", a lo largo de cuyas densas treinta páginas pormenoriza minuciosamente cuál era la situación de la ciudad recién devastada por Felipe V, y el por qué de la predicación de los misioneros de la Compañía de Jesús, basándose en unas cartas enviadas por el padre José Gamir al confesor del rey.
En el resumen introductorio se dice: "Se trata de algunas cartas enviadas por el padre José Gamir al confesor del rey, donde narra los métodos empleados por los jesuitas, sus sermones y predicaciones, las procesiones y otros actos religiosos encuadrados en esa exaltación de la religiosidad barroca que eran las misiones populares".
En ningún caso el articulista ni el padre Gamir se refieren a procesiones de Semana Santa, sino a aquellas que en su afán evangelizador, al estilo tremendista de la época y de la Compañía, se organizaban al finalizar cada misión. En concreto, aquella a la que se refiere el anónimo comentarista del blog se relata en el punto III del trabajo citado de Burrieza: "Misión de los jesuitas en Xàtiva (1.712)", y tuvo lugar como colofón de un novenario celebrado en honor a San Francisco Javier (nada que ver con Semana Santa). A mayor abundamiento, cabe mencionar y analizar el fragmento de texto que también transcribió nuestro respetado penitente anónimo:
"Dispuesto ya un Crucifixo en el altar mayor cerrado con cortinas, pendientes de sus llagas listones de nácar que finian en un cáliz - dispuso el Misionero los ánimos para aprovecharse de la sangre de Cristo en medio de un perdón general - fue la emoción, y lágrimas extraordinarias, tiradas las cortinas de la Santa Imagen - aquella representación de la sangre del Salvador, derramada por el perdón de nuestras culpas no hubo quien con sollozos no explicara su ánimo, fue el de todos arrojarse a los pies de sus mayores contrarios, que eran pocos en aquella ciudad los que mantenian enemistad". Sigue Burrieza: "Gamir narraba con gozo aquella reconciliación entre los setabenses. Las palabras que escribe el jesuita valenciano paracen calcadas a las que publica Calatayud años después en este "Arte y método" al que estamos recurriendo de forma constante: "ordinariamente, en los pueblos grandes y pequeños, donde asisten a la función, suelen aquella tarde y noche andar Parientes, Vecinos, Amos, Criados, Eclesiásticos, Nobles, Señoras, unos por las casas de otros a reconciliarse y hacer las paces (...) de suerte que parece una tarde de Jueves Santo según anda la gente". Y sigue Burrieza: "Es la conocida función de los enemigos. De alguna manera debían recordar los jesuitas a estos fieles de Xàtiva las devociones manifestadas hacia el patrón de las misiones."
Como vemos, solamente se nombra el Jueves Santo para decirnos que "la conocida función de los enemigos" se practicaba en la misión como si de Jueves Santo se tratara. ¿Por qué tenía lugar? Porque era la ocasión propicia, después de los sermones y motivación de la gente para que todo el mundo se reconciliara e hiciera las paces. Que esto tuviera lugar generalmente en Jueves Santo (precisamente por esa causa instituido Día del Amor Fraterno), no quiere en modo alguno decir que las penitencias extraordinarias al modo desgarrador descrito por Gamir, según se incluye en el comentario introducido en el blog, fueran habituales en las celebraciones de la Semana Santa ni atribuibles a una congregación concreta y determinada.
Ciertamente, aquellas espectaculares misiones solían programarse durante la cuaresma; pero, insisto, ni se deduce del trabajo que hemos comentado ni de su extenso contenido en citas bibliográficas se llega a otra conclusión que la dicha: el procesionar penitentes anónimos disciplinantes puede, a la sazón, ser plausible, pero no es trasunto de ninguna tradición setabense históricamente probada. Lo que no quiere decir que neguemos la posibilidad de que aparezca, fruto de la investigación, un punto de contradicción a mi tesis.

Puedo poner a disposición de quien me lo solicite el trabajo a que me he venido refiriendo, que contiene innumerables citas de otros autores, como Isaies Blesa, Ramírez Aledón, Ventura Pascual i Beltrán, etc., y muy en particular del Padre Pedro Calatayud, autor de una obra en "...que ofrece al público en dos tomos para mayor facilidad y expedición de los ministros evangélicos, párrocos y predicadores en misionar, doctrinar y predicar y para mayor fruto y bien espiritual de los próximos", obra posterior a las citas de Gamir y que nada tiene que ver con las celebraciones de la Semana Santa.
En fin, estimados amigos: nos hemos adentrado muy esquemáticamente en los entresijos de una época difícil; nada más y nada menos que el tiempo de una antigüa ciudad destruida por Felipe V, que luchaba por renacer, pero no solo materialmente, sino también espiritualmente. Me pareció sobrecogedora una frase leída en el trabajo base de este comentario en boca de Gamir: "Xàtiva era la ciudad más viciosa y escandalosa de este Reyno como era fama constante, y la ocupación continua de Virreyes y Ministros assi eclesiásticos como seculares..." Evidentemente, hacían falta misiones, prédicas y penitencias...

Vuestro, MIGUEL MIRA

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