Mig Any
Ayer, día de la Candelaria, a las siete
de la tarde, asistí en la Iglesia de San Francisco, a la eucaristía, como es mi
costumbre. Es día de mucha devoción y, como cada año, la iglesia estaba
prácticamente llena. Al entrar, me llamó la atención ver un grupo de Camareras
de la Virgen de la Seo, con su medalla distintiva y me percaté de que esta asociación tenía reservados los primeros
bancos en el templo. Pensé que al celebrarse la fiesta de la Purificación de
María, querrían participar activamente en la solemnidad; y esa duda quedó
pronto despejada. En efecto, el Sr. Abad, con su palabra siempre jovial y
cercana, nos explicó que si estábamos en un pueblo “festero”, que acostumbra a celebrar el “mig any” y hallándonos a seis meses de la festividad de la Mare de
Déu de la Sèu, qué menos que celebrar este
mig any en honor a nuestra Madre y Patrona, aprovechando que la Agrupación
de Camareras acabada de celebrar su asamblea anual y se había constituido su
nueva junta activa. Con evidente satisfacción, el Sr. Abad agradeció la
dedicación de las Señoras Camareras al servicio que prestan en la Colegiata, en
el que se superan de año en año
Previamente, el propio celebrante,
acompañado de los padres Juan y Renovado (ese impagable regalo recibido en la
Colegiata para dos años) y de las señoras camareras, habían desfilado hasta el
altar del Sagrado Corazón de María, donde solemnemente se bendijeron las
candelas; y, tras ese ceremonial, volvieron en procesión hasta el altar,
siempre con el acompañamiento musical del
coro parroquial. Ya en su lugar, el Sr. Abad indicó que la junta
saliente daría gracias y la junta entrante se ofrecería a la Virgen y todas
ellas, sus miembros, pronunciarían su consagración a la Madre y Patrona. Y así
se hizo: al pie del altar, pronunciaron, en emotiva y hermosa plegaria, su
oración y su ofrenda con evidente emoción. No sé a los demás, pero yo también
me emocioné.
Reanudada la celebración de la
eucaristía, también las señoras camareras se encargaron de proclamar las
lecturas y, después, D. José Canet captó nuestra atención al pronunciar su
homilía, en la que si bien era obligada la referencia al Anciano Simeón y a la
Profetisa Ana, nos obsequió con una
reflexión sobre la importancia de las únicas cuatro palabras que los Evangelios
atribuyen a María:
-¿Cómo…
si no conozco varón? Confianza y disponibilidad…
-¡Fiat!
Hágase en mí según tu palabra! Entrega incondicional…
Eran, estos, hechos que a ella le
afectaban directamente. Las otras dos “palabras” se referían a una actitud de
preocupación por nosotros:
-“No
tienen vino” . María está pendiente de aquello de que carecemos y ruega por
nosotros…
-“Haced
lo que Él os diga”. Todo un programa de vida en orden a la salud de nuestra
alma…
Finalmente, cantamos el himno a la
Virgen de la Seo y, al pie del altar, los sacerdotes, con la ayuda de las
camareras, repartieron las candeletas.
Hoy es San Blas. Que él proteja nuestras
gargantas de cualquier mal…, por activa y por pasiva.
Y siempre, en todo momento, nuestra voz
se elevará hasta lo alto clamando ayuda para superar nuestras debilidades, pero
también ofreciendo nuestra particular entrega, asumiendo aquella amorosa indicación de María: “Haced lo que Él os diga…”
Miuel Mira