dissabte, 18 de maig del 2019

LAMPEDUSA


EL ITINERARIO DE LA LUZ

15 de Mayo de 2018



            1.- Lampedusa es una de las islas Pelagias del Mediterráneo, al sur de Italia. Es famosa por sus playas, y de un tiempo a esta parte, por el constante movimiento migratorio en pateras, lanchas y cualquier  artilugio flotante, con los que tantos y tantos huyen  del hambre, de la guerra, de la pobreza, de las plagas y de todo tipo de males, en busca de un refugio, de una vida mejor, de un porvenir que en frecuentes ocasiones lleva a los desesperados emigrantes a la muerte, ahogados en ese mar de la esperanza, ese engañoso piélago que parece conducir a un utópico “el dorado”, que acaba siendo trágica aventura sin retorno.    

            2.- Dos trozos de madera vieja y carcomida, de colores opacos, desvaídos, oscuros… Dos trozos de madera con evidentes signos del maltrato de los años, de las aguas turbias de mafias sin conciencia… Dos trozos de madera ensamblados en forma de cruz, de la bendita cruz donde estuvo clavada la redención del mundo… Dos trozos de madera, una cruz de casi tres metros de fuste, en la que translucían llantos, espantosos gritos de socorro sin respuesta… La cruz del naufragio y de la muerte. ¿La cruz de la esperanza…?

            Vimos una cruz desnuda; en ella no había imagen humana visible; y no la había porque en ese espacio no cabían tantos  Cristos  sufrientes como perecen a diario en ese mar de la vieja historia de la civilización y de la actual historia de la deshumanización… Pero Cristo sí que estaba allí y nos miraba fijamente con ojos  visible y tristemente  emocionados; y nos llamaba la atención; y nos interpelaba:   ¡¡¡Qué estáis haciendo!!! Rechazáis, menospreciáis  a vuestros hermanos… ¿Os molestan? ¿Os resultan incómodos? Pensáis que están de sobra…

            Y vimos cómo ayudando en el sencillo protocolo de recepción de aquellas maderas ensambladas en forma de cruz, bendecidas en Lampedusa por Francisco, vimos, como digo, a los residentes africanos de la Casita de Nazaret, repartiendo impresos sobre el acto que iba a desarrollarse dentro y fuera del templo y cargando el pesado soporte ideado para mantener en pie, erguida e interpelante,  esa cruz que denuncia tanto naufragio, que clama misericordia, pero también justicia, solidaridad, caridad, generosidad, amor por Cristo encarnado en esa sufriente masa de una humanidad sin destino. Y allí estuvieron como testimonio de que sí que se puede hacer algo por su dignidad, por su vida, por sus familias, por su integración, por sus derechos. Pero ¡Queda tanto por hacer…!

            3.- A la llegada de la Cruz de Lampedusa a la Iglesia de Sant Francesc, el templo estaba lleno; el equipo sacerdotal y a su frente el Sr. Abad, junto con representantes de los Consejos  de Pastoral de las cinco parroquias de Xàtiva, se acercaron a la puerta a recogerla y depositarla  junto al altar, al lado de La Palabra, presidiendo la celebración por las víctimas a las que representa. Animó la ceremonia y la Santa Misa el coro de la parroquia de Los Santos Juanes y concelebraron los cinco párrocos, asistidos del vicario de La Merced. El Sr. Abad pronunció  su homilía con la mirada puesta en la Cruz, signo y distintivo de todo cristiano, para proponer tres reflexiones sobre los fundamentos de nuestro modo de ser cristianos: Conocer a Cristo, Adorar a Cristo, Seguir a Cristo, incardinados a Él como proponía el Evangelio de San Juan: como los sarmientos a la vid.

            Acabada la Eucaristía, salimos a la calle para celebrar un Vía Lucis de Resurrección. Cinco estaciones en un breve recorrido por las cercanías de St. Francesc. En silencio y entonando algún canto, cada parroquia se hizo cargo de portar a hombros la Cruz. En la calle de San Francisco, vimos cómo se acercaba hasta ella una niña pequeña, de unos cinco años, y casi de puntillas levantó sus brazos hasta tocar el extremo inferior del madero y, junto a ésta, una hermanita algo mayor; y así hasta la siguiente estación. En cada punto señalado se leyó un pasaje de la escritura relativo a la meditación correspondiente;  y fuimos haciendo el camino de vuelta. Y llegamos a Sant Francesc; no todos, porque algunos parece que se perdieron por el trayecto. El Sr. Abad rezó a las cinco llagas de Jesús otros tantos paternóster, dio las gracias y terminó el acto, sin más. Los asistentes pudieron acercarse a besar aquellos simbólicos maderos. Después, la Cruz de Lampedusa se trasladó a Ontinyent.

            Seguiremos rezando por las víctimas a quienes esa Cruz representa; y por los gobernantes de los países de los que salen huyendo; y por los de Europa, claro, con el alma abierta a la esperanza.

            Miguel Mira