LA PUERTA ESTRECHA
Pasadas ya, un año más, todas nuestras fiestas locales, nos incorporamos a la tarea de cada día, con o sin calor, y seguimos necesitando pararnos de trecho en trecho para airear nuestra rutina con temas de mayor enjundia que los pasacalles, espectáculos, direcciones prohibidas, huidas al campo o a la playa…, o aun contando con este sano esparcimiento de unas merecidas vacaciones. En cualquier caso, aun en tiempo vacacional, viene de perlas leer el Evangelio y meditar un rato con el apoyo del comentario semanal de D. Joaquín Núñez.
Este próximo domingo es ya el XXI del Tiempo Ordinario, ciclo C, es decir, el siguiente:
San Lucas 13, 22-30, un pasaje, en el que Jesús habla sobre la puerta estrecha y la salvación. El texto, según la Biblia de Jerusalén, es éste
“Iba él enseñando por ciudades y aldeas, mientras se encaminaba a Jerusalén. Uno le preguntó: «Señor, ¿son pocos los que se salvan?» Él les dijo: «Esforzaos en entrar por la puerta estrecha, porque os digo que muchos intentarán entrar y no podrán. Una vez que el dueño de casa se levante y cierre la puerta, os quedaréis fuera y comenzaréis a llamar a la puerta diciendo: “¡Señor, ábrenos!” Y os responderá: “No sé de dónde sois.. Entonces comenzaréis a decir: “Hemos comido y bebido contigo, y tú has enseñado en nuestras plazas. Y os dirá: “No sé de dónde sois. ¡Apartaos de mí todos los que obráis la iniquidad! Allí será el llanto y el rechinar de dientes, cuando veáis a Abraham, Isaac y Jacob y a todos los profetas en el Reino de Dios, mientras vosotros sois echados fuera. Y vendrán de oriente y occidente, del norte y del sur, y se pondrán a la mesa en el Reino de Dios. Y mirad: hay últimos que serán primeros, y hay primeros que serán últimos.”
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Comentario
El Evangelio comienza mientras Jesús camina hacia Jerusalén y, como siempre, mientras enseña. Uno, quizá admirado por lo que nos ha dicho Jesús a lo largo de estos domingos pasados, o uno de nosotros mismos, aquí y ahora, porque somos mediocres o cicateros, o no queremos dar más de lo prescindible, preguntamos: ¿Señor, serán pocos los que se salven? La pregunta no es propia de un ser generoso que quiere seguir a Jesús. Es una pregunta más común de lo que parece.
Pero Jesús responde a todo esto con palabras que a unos le asustan y a otros le consuelan. Hay quien juega a salvarse y quiere dar lo estricto, y hay quien quiere seguir los pasos de Jesús y saber de su amor y entrega, de darse a los demás, cueste lo que cueste, con la generosidad hecha poesía en San Juan de la Cruz: “el que no ama ya está muerto”, frase que significa que el amor es esencial para quien sigue a Jesús. La falta de amor implica una muerte espiritual.
La puerta estrecha es la misma que vivió y por la que pasó Jesús. Cada uno de nosotros tenemos la nuestra, pero, siempre amando; el Amor es la puerta estrecha. Todo amor libera a la vez que el amante se deja esclavizar por el Amado; quien no ama no puede ser cristiano. Dios es amor: “por amor seremos juzgados”, aunque no sea una cita textual de San Agustín, resume la esencia de su teología. Es decir, el amor a Dios y al prójimo son esenciales para la salvación. Él enfatiza cuando dice que el amor es la síntesis de la ley y que, al final, la calidad de nuestras vidas se evaluará en función de cuánto hayamos amado tanto a Dios como a los demás, y no es fácil amar como Jesús nos amó y nos ama. El amor a Dios, según Agustín, debe ser la motivación principal de todas las acciones humanas y el amor al prójimo implica una preocupación genuina por su bienestar y su salvación. Esa es la puerta estrecha. Con San Juan de la Cruz, tendremos en cuenta con amor que, al atardecer de la vida, nos examinarán del Amor, y nos examinará Dios que es el Amor mismo y lo hará con amor. Concluimos con San Agustín que se nos examinara de cómo y a quienes hemos amado.
No nos pedirán ni tan siquiera las veces que hemos comulgado, los rosarios que hemos rezado, ni las romerías o peregrinaciones que hemos hecho, ni los nuestros rutinarios sacrificios hechos sin amor, con ansia de acumular méritos. A Dios no lo podemos comprar ni sobornar. Entonces Jesús dirá: “no se quienes sois“, aunque nosotros insistamos diciendo: “si, Señor, hemos comido y bebido contigo, has enseñado en nuestras plazas…”. Él responderá: “no se quiénes sois”, y lo más terrible, “Alejaos de mí, malvados”, “el que esté de pie, mire no caiga”, (San Pablo, 1 Co.10, 12).
Feliz domingo queridos amantes, amémonos como quiere Jesús, y amemos a los que son nuestros prójimos, para que el Señor nos diga: “Bien, siervo bueno y fiel… entra en el gozo de tu Señor” (Mt.25,23).
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Hasta pronto, amigos. Cordialmente, Miguel Mira

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