dijous, 2 d’octubre del 2025

Y HACEMOS LO QUE TENEMOS QUE HACER...

 

            Hoy, Domingo XXVII del Tiempo Ordinario, la Iglesia nos propone el siguiente texto del Evangelio de San Lucas (17, 5-10):

 

            “En aquel tiempo, los apóstoles le pidieron al Señor:

—«Auméntanos la fe».

            El Señor contestó:

—«Si tuvierais fe como un granito de mostaza, diríais a esa morera:

"Arráncate de raíz y plántate en el mar".

Y os obedecería.

Suponed que un criado vuestro trabaja como labrador o como pastor; cuando vuelve del campo, ¿quién de vosotros le dice:

"En seguida, ven y ponte a la mesa"?

¿No le diréis:

"Prepárame de cenar, cíñete y sírveme mientras como y bebo, y después comerás y beberás tú"?

¿Tenéis que estar agradecidos al criado porque ha hecho lo mandado? Lo mismo vosotros: cuando hayáis hecho todo lo mandado, decid:

"Somos unos pobres siervos, hemos hecho lo que teníamos que hacer"».

 

COMENTARIO

Por D. Joaquín Núñez Morant

 

            Quizá, muchos de nosotros hemos pedido lo mismo y de la misma manera que lo que Lucas pone en boca de los apóstoles: “Auméntanos la fe”.

Jesús, con una forma de hablar ejemplarizante, dice: “Si tuvierais Fe como un granito de mostaza, diríais a esa morera: arráncate de raíz y plántate en el mar, y os obedecería.

            Digo que es una forma de hablar, porque la fe o se tiene o no se tiene, se tiene una creencia que puede ensancharse o puede que no. Podemos recitar el Credo mil veces, pero esto no aumenta nuestra creencia. La fe es lo que hace exclamar a San Agustín: “¡tarde te amé, belleza tan antigua y tan nueva, tarde te amé!… Tú estabas en mí y yo fuera.” O a San Juan de la Cruz, que la fe es el “medio de unión del alma con Dios”, es decir, considera que la fe es fundamental para llegar a la unión con Dios. Para Teresa de Ávila, la fe es la forma de conectar profundamente con Dios. Es una experiencia de la impronta de Dios en nuestra vida, así la definen los grandes Santos y místicos. La teología la define como una virtud teologal que perfecciona la inteligencia y la voluntad del ser humano, permitiéndole conocer y amar a Dios.

     De forma práctica, es el motor fundamental de la Caridad en la Iglesia, ya que impulsa a los creyentes a amar a Dios y al prójimo, a servir con las mismas entrañas de Dios, a trabajar por la justicia social, a vivir en comunidad y solidaridad.

     Lo que sigue del evangelio, cuando habla del dueño (en este caso Dios) o del que sirve, viene a enfatizar sobre la importancia de la persona de fe que se goza en servir, no a su dueño, sino a su Padre. Solo desde una fe enamorada, -pues de esto se trata- se comprende el razonamiento de Jesús, como enseña Lucas a su comunidad y también a nosotros.

    Si hemos de examinar desde el amor de Dios nuestras comunidades, caeremos en la cuenta de que todos nos conocemos, nos saludamos y a veces juzgamos desde el más radical desconocimiento, simplemente por suposiciones. No servimos al Señor, ignoramos al Señor si carecemos de la fe que nos orienta a la caridad amorosa con los demás. La comunidad se construye interesándose por los demás, porque la fe nos empuja hacia quienes son nuestros hermanos. Si estamos atentos, conocemos que los grandes conocedores-amantes de Dios, comparten “su tesoro” haciendo grupo, comunidad de alegría. Así, san Agustín hace comunidad de amigos, característica de los agustinos; el año 386, después de su conversión, reúne a un grupo de amigos compartiendo sus bienes dedicándose a la oración y al estudio. Allí escribió su “Regla de vida para los hermanos”*. Regla que han seguido las demás reglas, válida hasta hoy.

   Quizá no advirtamos la virtud que acompaña la fe. El Señor concluye; “Somos unos pobres siervos, hemos hecho lo que teníamos que hacer”; reflexión de acción de gracias con la más hermosa humildad, que nos engrandece

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*(Xavier Picaza, Historia y Doctrina de los Padres de la Iglesia)

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            Feliz domingo a todos/as celebremos nuestro amor a quien más nos ama sirviéndole en nuestro amor a los hermanos. Que la Virgen del Magnificat nos haga decir con ella: “derriba a los poderosos de sus tronos y enaltece a los humildes.

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dimarts, 23 de setembre del 2025

EL RICO EPULÓN

 

A 25 de Septiembre de 2025             

Hola, amigos.

            Otro fin de semana, y ya hemos dejado atrás el verano, pero seguimos con las puertas abiertas a La Palabra. Me interesa introducir una breve referencia al comentario insertado en la entrada de la semana anterior, es decir, aquel que nos emplaza seriamente a servir a Dios y no al dinero, ese ídolo que a veces nos deslumbra y nos desvía del camino recto; pero, en concreto, quiero referirme a la parte intermedia del texto de San Lucas, cuando el dueño de cualquiera que fuese el negocio, alabando al administrador injusto por su astucia al falsear recibos y procurarse una salida conveniente a sus propios intereses. Es cierto que ese párrafo parece un tanto confuso, pues que nos invita a ser tan astutos como aquel administrador injusto. Lo comenté con  nuestro querido amigo y colaborador y, a mi entender, lo dejó claro en dos palabras:

            Quiere decir el Señor que son más astutos los malo y más cándidos los buenos.

            ¡Ojalá fuéramos tan astutos como los malos para hacer el bien. Así de simple.

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    DOMINGO XXVI del Tiempo Ordinario, 

Ciclo C 

Lucas 16, 19-31


 

"En aquel tiempo, dijo Jesús a los fariseos:

«Había un hombre rico que se vestía de púrpura y de lino y banqueteaba espléndidamente cada día. Y un mendigo llamado Lázaro estaba echado en su portal, cubierto de llagas, y con ganas de saciarse de lo que tiraban de la mesa del rico, pero nadie se lo daba. Y hasta los perros se le acercaban a lamerle las llagas.

Sucedió que se murió el mendigo y los ángeles lo llevaron al seno de Abrahán. Se murió también el rico y lo enterraron. Y estando en el infierno, en medio de los tormentos, levantando los ojos, vio de lejos a Abrahán y a Lázaro en su seno, y gritó: “Padre Abrahán, ten piedad de mí y manda a Lázaro que moje en agua la punta del dedo y me refresque la lengua, porque me torturan estas llamas”. Pero Abrahán le contestó: “Hijo, recuerda que recibiste tus bienes en vida y Lázaro a su vez males: por eso encuentra aquí consuelo, mientras que tú padeces Y además entre nosotros y vosotros se abre un abismo inmenso, para que no puedan cruzar, aunque quieran, desde aquí hacia vosotros, ni puedan pasar de ahí hasta nosotros”.

El rico insistió: “Te ruego, entonces, padre, que mandes a Lázaro a casa de mi padre, porque tengo cinco hermanos, para que, con su testimonio, evites que vengan también ellos a este lugar de tormento”. Abráhán le dice: “Tienen a Moisés y a los profetas: que los escuchen”. El rico contestó: “No, padre Abrahán. Pero si un muerto va a verlos, se arrepentirán”. Abrahán le dijo: “Si no escuchan a Moisés y a los profetas, no harán caso ni aunque resucite un muerto.”

Comentario

Por D. Joaquín Núñez

     Este pasaje del rico Epulón y el pobre Lázaro solo lo encontramos en San Lucas y, sin embargo, es comentado por los Padres de los primeros siglos, desde Beda, el Venerable, a San Gregorio Magno, así como por San Ambrosio, maestro de San Agustín; lo cual, nos demuestra la realidad de un pecado habitual en una comunidad que había dicho sí a Cristo. Los Santos Padres son concordes en que Epulón no se pierde por sus riquezas, ni Lázaro se salva por su pobreza. La riqueza de Epulón solo le sirve para aumentar su orgullo y desprecio hacia Lázaro, su falta de solidaridad y de misericordia hacia los inferiores.

     San Lucas intenta erradicar de su comunidad lo que incluso hoy perdura en nuestras comunidades. El cristianismo no es un culto de alabanza a Dios al estilo judaico del cumplimiento de la Ley mosaica. Como podemos comprobar tras su lectura, en este pasaje, obviamente dirigido a judíos, no encontramos ninguna referencia ni a Dios ni a Jesús ni a cielos ni a infiernos, porque es una clara condena a los judaizantes de ayer y de hoy. No podemos hacer de la vida cristiana un rito vacío de toda identidad con Cristo.

Los Santos Padres (prefiero hoy referirme hoy a san Ambrosio), nos han dejado un poso doctrinal que ha venido configurando nuestras homilías. Me ha parecido bien porque él, gobernador de Milán, siendo un seglar, dominaba la doctrina antes de ser aclamado obispo, un seglar conocedor de su fe, comprometido con ella, un hombre de vasta cultura y funcionario del Imperio, que dominaba el mensaje de Jesús, siendo, como he dicho, maestro de san Agustín, a quien bautizo; otro funcionario del emperador en cuyo nombre hablaba con su gran elocuencia. Decía Ambrosio: “…lo que sigue da a conocer la insolencia y la vanidad de los ricos por señales evidentes”. “Y de tal modo se olvidan de la condición humana, que, como si fueran de una naturaleza superior, encuentran en las miserias de los pobres un incentivo a su voluptuosidad y se burlan del indigente, insultan al necesitado y despojan a aquellos de quienes se debe tener compasión”. Son palabras muy duras que el Santo predica en su catedral de Milán. Nosotros no seremos tan duros, pero comprendemos la indignación del santo Obispo ante la realidad de quien separa lo religioso y lo vital, de quien cumple lo mandado por la Iglesia en lo que se refiere al culto, y olvida la vida de la Iglesia, cuya piedra angular es la Caridad en todos sus aspectos. Pobre es todo aquel que precisa algo que nosotros tenemos y de lo que él carece. Pobres no solo son los Lazaros que nos rodean.

     “Padre Abraham ten piedad de mi”, clama Epulón en el hades (lugar del inframundo, mal poner infierno). Ten piedad de mí… Hijo recuerda que recibiste bienes… y Lázaro males… y por eso encuentra aquí consuelo… y tú padeces. Epulón hace un ruego: avisar a sus hermanos; “Tienen a Moisés y los profetas, que los escuchen”.

            Y ahora el gran argumento usado por tantos cristianos y que evidencia su judaísmo:

            La gran mayoría en tiempos de Lucas e incluso hoy querría un milagro (Epulón pide nada más y nada menos que resucite a un muerto que sirva de mensajero para su familia), un milagro, digo, para afianzar su fe porque no creía o no cree en la resurrección.

Por ello, el evangelista echa en cara a los cristianos de entonces y de hoy que el gran milagro es la Resurrección de un muerto, Cristo. San Pablo mantiene el mismo argumento, ya que una cosa es la filosofía cristiana y otra la fe en Cristo:

“Si Cristo no ha resucitado vana es nuestra FE”. Nosotros, cristianos, así pues, tenemos el tesoro de una Resurrección: la de nuestro Salvador, y así y todo, hay quien no cree.

    Lo más importante para nosotros hoy es dejar claro que en una comunidad cristiana todos somos iguales en la alabanza, en el catequizar, en aprender y en enseñar, en el dar y el recibir y, sobre todo, en Él, amarnos unos a otros creyendo en el gran milagro, la Resurrección de Jesús. Una comunidad que no judaíce, que no justifique su fe en pertenecer a una parroquia en su aspecto litúrgico, sino en su caridad.

     Feliz domingo a todos/as, que el Señor nos bendiga y nos aleje de todo orgullo por lo que tenemos o ambicionamos, y aprendamos a compartir con quien nos necesita. Que la Virgen del Buen Consejo nos dé su buen saber para dar respuesta a quien busca y no halla.

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¡Feliz finde!

Saludos cordiales, Miguel Mira 

 

 

dijous, 18 de setembre del 2025

DICHIOSOS LOS QUE ESCUCHAN LA PALABRA DE DIOS... ¡Y LA CUMPLEN!

 

 

“NO PODEMOS SERVIR A DOS SEÑORES”

 Jesucristo hablando con la gente pintura al óleo | Imagen ...

  

            Por activa y por pasiva es ésta una palabra del Señor que reiteradamente suena en nuestro oído desde que tenemos uso de razón. Hoy es éste el  leit motiv que anima nustra conciencia en el Domingo XXV del Teimpo Ordinario, ciclo C.

            Este es el mensaje que San Lucas nos propone esta semana, que después nos comenta nuestro estimado colaborador D. Joaquín Núñez:

 

Evangelio del Domingo XXV Ciclo C, san Lucas 16, 1-13

 

“En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

—«Un hombre rico tenía un administrador, y le llegó la denuncia de que derrochaba sus bienes.

Entonces lo llamó y le dijo:

"¿Qué es eso que me cuentan de ti? Entrégame el balance de tu gestión, porque quedas despedido".

El administrador se puso a echar sus cálculos:

"¿Qué voy a hacer ahora que mi amo me quita el empleo? Para cavar no tengo fuerzas; mendigar me da vergüenza... Ya sé lo que voy a hacer para que, cuando me echen de la administración, encuentre quien me reciba en su casa".

Fue llamando uno a uno a los deudores de su amo y dijo al primero:

"¿Cuánto debes a mi amo?".

Éste respondió:

"Cien barriles de aceite".

Él le dijo:

"Aquí está tu recibo; aprisa, siéntate y escribe cincuenta".

Luego dijo a otro:

"Y tú, ¿cuánto debes?".

Él contestó:

"Cien fanegas de trigo".

Le dijo: "Aquí está tu recibo, escribe ochenta".

Y el amo felicitó al administrador injusto, por la astucia con que había procedido. Ciertamente, los hijos de este mundo son más astutos con su gente que los hijos de la luz.

Y yo os digo: ganaos amigos con el dinero injusto, para que, cuando os falte, os reciban en las moradas eternas.

El que es de fiar en lo menudo también en lo importante es de fiar; el que no es honrado en lo menudo tampoco en lo importante es honrado.

Si no fuisteis de fiar en el injusto dinero, ¿quién os confiará lo que vale de veras? Si no fuisteis de fiar en lo ajeno, ¿lo vuestro, quién os lo dará?

Ningún siervo puede servir a dos amos, porque, o bien aborrecerá a uno y amará al otro, o bien se dedicará al primero y no hará caso del segundo. No podéis servir a Dios y al dinero”.

 

COMENTARIO

Por D. Joaquín Núñez

 

La tesis del evangelio de San Lucas es la que Jesús nos dice al final: “ningún siervo puede servir a dos amos”, “no podemos servir a Dios y al dinero”. Lo importante es decidir qué camino tomamos para nuestra vida.

Ya el Señor nos advierte, en Mt.10,16, que “seamos astutos como serpientes y cándidos como palomas”, para ser inteligentes y “ganar amigos con el dinero injusto , para que, cuando os falte, os reciban en las moradas eternas”.

San Lucas es quien, en Los Hechos de los Apóstoles, nos trae un hecho inédito de Simón el Mago, quien al ver a Pedro y Juan, al llegar a Samaria que imponían sus manos y la gente recibía el Espíritu Santo, Simón intentó comprar ese poder con dinero. Pero el más claro es de “Ananías, que junto con Safira, su esposa, vendió un terreno” al quedarse parte de la venta mintiendo y pasando por generoso “Pedro dijo: ¿Porque se te ocurrió hacer esto? …no has mentido a los hombres sino a Dios.

Cientos de casos, conoceríamos de dinero injusto y sacrílego o dinero para comprar buena imagen en nuestra comunidad.

San Agustín nos comenta este texto: podríamos decir que por medio de las riquezas terrenas debemos conseguir las verdaderas y eternas. En efecto, si existen personas dispuestas a todo tipo de injusticias con tal de obtener un bienestar, siempre aleatorio, ¡Cuanto más nosotros, los cristianos, deberíamos preocuparnos de proveer a nuestra felicidad eterna con los bienes de esta tierra (Discursos 359,10)

            ¿Qué nos quiere decir Jesús con esta parábola?. El Papa Benedicto XVI decía que la vida es siempre una opción, libre, entre honradez e injusticia, entre fidelidad e infidelidad, entre egoísmo y altruismo, entre bien o mal. La frase de Jesús, como os he dicho antes, es tajante, “No podéis servir a Dios y al dinero”. No podemos servir a Dios y al becerro de oro. Creo que la vida no se nos presenta con esa radicalidad, pero Lucas necesita educar, y hoy también nosotros, su comunidad, antes que se corrompa y viva –vivamos-  convirtiendo la fe en un credo rutinario, y no en una vida con Cristo. Existe la lógica de la ganancia, del lucro como criterio último de nuestra actividad, o la lógica del compartir y de la solidaridad, en la medida de nuestras posibilidades, en verdad, sin la mentira de Ananías. En la lógica de la ganancia aumenta la desproporción entre pobres y ricos, así como una explotación dañina del Planeta..

            El cristiano debe rechazar la lógica de la ganancia, como norma única y excluyente. Lo ha de rechazar abriendo el corazón a sentimientos de generosidad que se manifiesta en un amor sincero a todos. Por eso, siempre será objeto de nuestra oración sincera, no podemos optar por uno u otro camino sin ser acampados por el Espíritu Santo, el que nos da su fuerza y alegría.

            La Virgen de todas las Gracias llene nuestro corazón y nos de su Buen Consejo

            Feliz domingo a todos y todas que queremos servir a Dios de todo corazón. Que el Señor nos bendiga.

***

            Con base en el fondo  de la cuestión, que, en definitiva, nos constriñe a los cristianos –y más en tiempos duros- a situarnos en el justo término del uso de nuestros bienes con la irrenunciable vocación de servicio a Dios, se nos invita a compartir con los menos favorecidos, en la medida de nuestras posibilidades. Este pasado domingo estuvo animada por Cáritas la Eucaristía y os propongo que repitamos con el corazón abierto a la esperanza esta

 

ORACIÓN PARA DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

            Señor Jesús: un día fuiste crucificado, y hoy lo sigues siendo en todo el que sufre la injusticia y el desamor, en todo el que sufre por su pecado o por el pecado de los demás, en todo el que sufre por una u otra razón.

            Ayúdanos, Señor, a poner en cada una de las cruces que nos encontremos, cercanía, comprensión, compasión y ayuda. Dichosas las manos prestadas a Dios, manos que han de ser providentes, fuertes como las manos del Padre.

            Dichosas las manos prolongadas de Jesús, manos que lucen las joyas de los clavos y la sangre, manos liberadoras y entregadas. Dichosas las manos extendidas al pobre y al caído, que enjugan las lágrimas, que protegen y acarician a los niños.

Dichosas las manos que sostienen al que cae, que curan con cuidado las heridas, que lavan los pies de los hermanos. ¡Dichosas las manos que estrechan otras manos ansiosas de amistad!

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Hasta pronto, amigos. Saludos cordiales, Miguel Mira