dijous, 25 de desembre del 2025

JESÚS, JOSÉ Y MARÍA

 

Domingo de la Sagrada Familia.

 

            El evangelio que corresonde a este Ciclo A es de San Mateo 2, 13-15, 19-23.

            El pasaje de Mateo 2, 13-15.19-23 narra dos episodios importantes de la infancia de Jesús: la huida a Egipto y el regreso a Nazaret. El texto dice lo siguiente:

 

            “Después que partieron los magos, el ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: «Levántate, toma al niño y a su madre, huye a Egipto y quédate allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo».            José se levantó, tomó de noche al niño y a su madre, y se retiró a Egipto.
            A         llí permaneció hasta la muerte de Herodes, para que se cumpliera lo que el Señor había dicho por medio del profeta: “De Egipto llamé a mi hijo.”

            Cuando murió Herodes, el ángel del Señor se apareció en sueños a José en Egipto y le dijo: «Levántate, toma al niño y a su madre, y regresa a la tierra de Israel, porque ya han muerto los que atentaban contra la vida del niño».
21 José se levantó, tomó al niño y a su madre, y volvió a la tierra de Israel. Pero, al oír que Arquelao reinaba en Judea en lugar de su padre Herodes, tuvo miedo de ir allá; y avisado en sueños, se retiró a la región de Galilea.
Y fue a vivir en una ciudad llamada Nazaret, para que se cumpliera lo dicho por los profetas: “Será llamado nazareno.”

COMENTARIO

Por D. Joaquín Núñez Morant

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     Otra vez vemos a San José como encargado de cuidar y salvar al Niño y a María su Madre. Este ciclo contempla la huida a Egipto. Jesús fue emigrante por ser perseguido por el poder de entonces, como hoy tantos emigrantes, sobre todo cristianos, que lo son por su fe; otros se ven obligados a manifestarla a pesar de su condena a muerte.

     Pero el evangelista que nos ilumina en esta ocasión es un San Mateo judío que escribe a sus comunidades judeocristianas, cuyos miembros sabían lo que el Evangelista les quería decir; pero nosotros necesitamos más explicaciones para ser catequizados. En el evangelio de Mateo encontramos varios sueños donde un ángel comunica la voluntad de Dios, ese lenguaje es común a partir de cuando el pueblo de Israel es deportado por Nabucodonosor II a Babilonia. Antes los mensajeros que manifiestan la voluntad divina solo fueron los Profetas.

    Observamos, sin embargo, José fue en sueños cómo ve quien le dice: “Levántate, toma al niño y a su madre y huye a Egipto; quédate allí hasta que yo te avise”. Este fragmento para nosotros nos dice lo que leemos, pero para un judío tiene el recuerdo de José, hijo de Jacob y la estancia de Israel en Egipto, frase que encontramos en Oseas (11:1), que usa Mateo dando la vuelta de Jesús a Israel como liberador de la esclavitud.

     Continúan los sueños de José en que se le dice que “se retire a Galilea a una ciudad llamada Nazaret”, “Así se cumplió lo dicho por medio de los profetas, que se llamaría Nazareno”.

   Hay que explicar y disfrutar de lo que significa y lo que enseña Mateo; lo más importante es lo que significa “Nazareno”, quiero dejarlo claro porque parece que nadie lo explica. Que Nazaret fuera un lugar pequeño y casi despreciable como lo ve Natanael. “¿De Nazaret puede salir algo bueno?” (Jn. 1:46), y, sin embargo, el nombre es muy hermoso y poético, por lo cual Dios eligió Nazaret como lugar de residencia  de Jesús y, así, Jesús se identificó con los marginados y los despreciados. Además, “Nazareno” también se refiere a la profecía de Isaías (11:1) que dice: “Saldrá un renuevo del tronco seco de Jesse, y un vástago retoñará, florecerá de sus raíces”. Lo cierto es que Nazaret es un nombre que proviene del hebreo “Natzart” o “Natzeret” que significa: “lugar de la rama” o “lugar del renuevo” o “germoglio” en italiano que lo expresa mejor, de donde tomo mis fuentes. Parece ser que se refiere al lugar fértil que rodea a Nazaret. También Nazaret se refiere a la profecía de Isaías (11:1), donde se nombra el “netzer” o “renuevo” que brota de la raíz de Jesse, que se refiere al Mesías que viene de la familia de David. Así, Nazaret es vista como el lugar de origen del Mesías, de Jesús.

    José, como padre adoptivo de Jesús, fue quien educó en las virtudes y valores que él mismo vivía, es algo que no se suele considerar. De él aprendió todo lo que como hombre debía aprender; como nos dice San Lucas; “el niño crecía y se fortalecía, se llenaba de sabiduría y la gracia De Dios será sobre él” (Lc. 2, 40-52). Aprendió la fe de sus padres, la obediencia, la humildad, el trabajo y las virtudes que vio en María y José. Todo ello fue un proceso gradual. El Catecismo nos dice “El Hijo de Dios trabajó con manos de hombre… Nacido de la Virgen María, se hizo verdaderamente uno de nosotros, en todo menos en el pecado”, y en Hebreos (4: 15)  “Jesús… fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado”.

    En todo, la Sagrada Familia es el modelo de la familia cristiana, porque sin un lenguaje amanerado de corte beato, con un lenguaje muy natural, María, José y Jesús son muy válidos, los únicos ejemplos, para que vivamos la familia como núcleo de salud mental, de fuerza de voluntad y lugar de amor liberador de uno y todos sus miembros.

     Feliz día de la Sagrada Familia. Donde tenemos nuestro rincón en el corazón de todos. Que Jesús, María y José protejan y bendigan nuestras Familias.

***

Por mi parte, no tendría nada más que añadir a los buenos deseos de D. Joaquín, si no fuera porque sus explicaciones sobre la importancia de SER NAZARENO deberían motivarnos a demostrar nuestra ejemplaridad en el orgullo de serlo.  Quedo a la espera de un Año 2026 que ya está a la vuelta de la esquina.

            Saludos cordiales, Miguel Mira

dimarts, 23 de desembre del 2025

EL VERBO SE HIZO CARNE...

 ...Y HABITÓ ENTRE NOSOTROS... 

 

¡Ya es Navidad!

 

                   Y el evangelio que leeremos es el de San Juan, Cap. 1, 1 – 18:

         En el principio existía la Palabra y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios.

         Ella estaba en el principio con Dios.

                Todo se hizo por ella y sin ella no se hizo nada de cuanto existe.

                En ella estaba la vida y la vida era la luz de los hombres,

y la luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la vencieron.

         Hubo un hombre, enviado por Dios: se llamaba Juan.

                Este vino para un testimonio, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por él.

                No era él la luz, sino quien debía dar testimonio de la luz.

                La Palabra era la luz verdadera que ilumina a todo hombre que viene a este mundo.

                En el mundo estaba, y el mundo fue hecho por ella, y el mundo no la conoció.

                Vino a su casa, y los suyos no la recibieron.

                Pero a todos los que la recibieron les dio poder de hacerse hijos de Dios, a los que creen en su nombre; la cual no nació de sangre, ni de deseo de hombre, sino que nació de Dios.

                Y la Palabra se hizo carne, y acampó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria, gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y de verdad.

                Juan da testimonio de él y clama: «Este era del que yo dije: El que viene detrás de mí se ha puesto delante de mí, porque existía antes que yo.»

                Pues de su plenitud hemos recibido todos, y gracia por gracia.

                Porque la Ley fue dada por medio de Moisés; la gracia y la verdad nos han llegado por Jesucristo.

                A Dios nadie le ha visto jamás: el Hijo único, que está en el seno del Padre, él lo ha contado.”

María con el Niño Jesús en brazos | Cathopic 

     Comentario 

    Este fragmento de San Juan es el fragmento más hermoso y consolador de los cuatro evangelistas. A los que escuchan todo les parece igual, por lo que se ha de leer despacio y fijándonos en los matices para captar bien las diferencias entre ellos.

    El logos, la Palabra de Dios es eterna por ser Dios mismo, es Dios eterno, es el mismo pensamiento de Dios que crea y, al crear, porque lo nombra lo crea, ya que solo Él lo puede pensar y crear al mismo tiempo. El que es la Vida, ilumina con su Luz. Él mismo es el que da la vida a todo hombre y todo ser viviente.

   Esto nos enseña quien es Jesús, Palabra creadora de Dios, pero San Juan nos supone sabedores del pecado del Paraíso y la promesa de un Salvador; sabe que estamos en tinieblas. Juan, antiguo discípulo de Juan Bautista lo nombra aquí para afirmar que es testigo de la Luz, pero que él no era la luz, sino testigo de la Luz verdadera, Luz que ilumina las tinieblas del pecado, Jesús que ilumina a quien reciba y se deje llevar por quien es la Verdad, el Camino y la Vida.

    La Luz estaba en el mundo desde la expulsión del paraíso de nuestros primeros padres, manifestada en los profetas; Dios condujo a su pueblo hasta el momento oportuno, como leemos en Heb.10:37: “porque todavía un poco, y el que ha de venir vendrá, y no tardará”, o mejor, Heb. 1:2: “En estos últimos días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien hizo también el universo”; San Juan lo expresa así: “en el mundo estaba, el mundo se hizo por medio de Él, y el mundo no lo conoció”.     “Vino a su casa y los suyos no lo recibieron”, según testimonio del mismo Jesús, como leemos en Mt.15:24: “No soy enviado sino a las ovejas perdidas de Israel”. Sabemos lo que sigue: “a los que creen los hace hijos de Dios, porque la fe los hace hijos de Dios”. Ahora se abre a todo el universo: “Porque la Ley se dio por medio de Moisés (para los Judíos), la gracia y la verdad nos ha llegado por medio de Jesucristo”. San Agustín, gran especialista sobre el Evangelio de San Juan, no enseñaba que la ley de Moisés, en sí misma, podía salvar a la humanidad. La Ley era como un tutor que nos llevaba a Cristo, pero que no nos salvaba en sí misma. La “Verdad”, se refiere a la revelación de Dios en Jesucristo, que es la “Verdad” que nos libera (Jn. 8:32), y su nacimiento trajo la gracia y la salvación a la humanidad. Continúa San Agustín comentando el final de este hermoso Evangelio “a Dios nadie le ha visto jamás” (Jn. 1:18) y  (1 Jn, 4:12.) y con él otros teólogos nos dicen que Dios es un ser espiritual que no podemos ver con nuestros ojos físicos, solo lo podemos conocer a través de la Fe y la Revelación porque Jesús es la manifestación visible de Dios, como dice el mismo Juan, (14: 9) “el que me ha visto a mí, ha visto al Padre”. En su nacimiento, vemos en Él la bondad y Misericordias del Padre.

    Feliz Navidad en que la ternura del Padre se nos ha mostrado a quienes tienen ojos para verlo.

Joaquín Núñez Morant


dimecres, 17 de desembre del 2025

SAN JOSÉ ATRAE NUESTRA ATENCIÓN EN ESTE iv DOMINGO DE ADVIENTO

 

Evangelio del 4º. Domingo de Adviento, Mt. 1, 18-24.

            “La generación de Jesucristo fue de esta manera: Su madre María, estando desposada con José, antes de que convivieran, se halló encinta por obra del Espíritu Santo. José, su esposo, como era justo y no quería denunciarla, resolvió repudiarla en secreto.
            Así lo tenía planeado cuando el ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: “José, hijo de David, no temas recibir a María, tu esposa, porque lo engendrado en ella es del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados.”
            Todo esto sucedió para que se cumpliese lo dicho por el Señor por medio del profeta: “La virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrán por nombre Emmanuel,” que significa: “Dios con nosotros.”
            Despertado José del sueño, hizo como el ángel del Señor le había mandado, y tomó consigo a su esposa.”

 

Comentario

Por D. Joaquín Núñez Morant

Estatua San José Jesús pasta de madera pintada 20 cm 1

 

       Hoy nos toca hablar de la Anunciación hecha a San José y que nunca se tiene en cuenta. Sin embargo y en verdad, se trata de preguntarnos si San José es importante en la Historia de la Salvación. Y la respuesta no es otra que: ¡¡¡Evidentemente, sí !!!

      Los profetas mantienen siempre lo que el profeta Natán dijo a David cuando él proyecta construir un templo. El profeta dice de parte de Dios: “No serás tú quien me construya a mí una casa, sino que yo te la construiré a ti. Yo afirmaré después de ti a un descendiente. Yo seré para él Padre y él será para mi Hijo” (2 Sam 7,11-16). Esta es la gran esperanza del Pueblo de la Promesa: La Venida del Mesías, el “Maran hata”, palabra aramea que significa “El Señor viene”, así se lee en 1 Cor.16:22.

            Dentro de aquel pueblo había diversos grupos que esperaban un Mesías: los saduceos, los sacerdotes del Templo, los ricos de aquella sociedad; un Mesías-sacerdote que daría su esplendor al Templo. Los fariseos, un Mesías cumplidor radical de la Torá dividiendo al pueblo entre buenos y malos según cumplan o no la Ley.

            Los Esenios también esperaban al Mesías para su propósito, en tanto en cuanto eran un grupo de gran austeridad, nacida como una reacción a la corrupción del sacerdocio y a la influencia helenística en el judaísmo, línea recuperada por la Iglesia primitiva como son los grandes solitarios en el desierto, a partir del siglo VI, el gran Monacato. Otros grupos de ideas nacionalistas como son los Zelotes, que son terroristas que quieren expulsar a los romanos, esperaban al Liberador. Sabemos que Jesús no se ajusta a estas esperanzas, tampoco a todos los que a lo largo de la Historia de la Iglesia han justificado con un Jesús inventado según sus intereses. Estos grupos siguen en la actualidad, de esto somos testigos

     San José es un hombre bueno, más que justo, la palabra justo, en este caso, nos lleva a confusión, a un hombre inamovible que se ciñe a lo que dice la Ley; pero la bondad es algo que va llenando un corazón, como el corazón de Dios nuestro Padre lleno de misericordia, la Misericordia de Dios es la que alivia el sufrimiento y demuestra su fidelidad constante. La podemos definir como “el regalo de la bondad y compasión no merecida de Dios”. Es algo que se aprende con el amor. Si José, un joven de unos diecisiete años, según la costumbre judía, amaba a aquella joven de trece o catorce años, la más hermosa para él, porque el amor todo lo transforma, entra en duda. Este hijo no es mío, porque José es un judío estricto cumplidor de la Ley, pero su lucha está entre la Ley o el amor, cosa que enseñó después a este Hijo, al que Dios le encarga que lo cuide y enseñe; la duda la resuelve a favor de su amor y Misericordia.

   Se ha oído a algún predicador o algún profesor que Santa Teresa fue quien dio un empuje a la devoción a San José; sin embargo ya encontramos desde la Patrística el reconocimiento de la importancia y la santidad de San José en la Iglesia primitiva. San Ireneo nos dice como María “crió a Jesús, con la ayuda de San José” (130-208). San Ambrosio (s.IV) afirma que “San José fue elegido para ser el esposo de la Virgen, y no fue un simple esposo, sino un padre, un guardián, un protector”. San Agustín (s. IV-V) nos lo presenta como “hombre grande, un hombre santo, un hombre justo, y su justicia fue la causa de que Dios lo eligiera para ser el esposo de la Virgen”. Hay más testimonios de la Santidad y admiración a San José a lo largo de la Historia.

     El Papa Francisco subrayó que San José es un modelo de Fe, obediencia y servicio, y que su papel en la historia de la salvación es crucial. En su catequesis, el Papa destacó que San José es el custodio de Jesús y María y que tales  protección y cuidado son un ejemplo para todos nosotros.

    Quisiera despejar una duda sobre la imagen de San José que confunde a muchas personas. ¿San José era joven o viejo?, ¿quién es ese viejo que aparece en tantas pinturas o belenes con un candil o una vela?, ¿a quien hemos confundido como San José?. Es el profeta Miqueas el que ilumina la escena del nacimiento de Jesús, “Y tú, Belén Efrata, eres un lugar pequeño pero significativo, y tus origines son eternos”, cumpliéndose la profecía en Jesús, el Mesías. Esta fue la profecía citada por los sumos sacerdotes a Herodes. El Mesías es de la casa de David a través de José, descendiente de la casa de David de la tribu de Judá.

      Feliz domingo IV de Adviento, para mí es el Domingo en el que descubrimos a San José como pieza necesaria en el nacimiento y vida de Jesús. Que él nos enseñe que el amor y la misericordia son el centro de la Ley y los profetas y los moralistas, sea de la religión que sea. Si nos enamoramos todo será hermoso, digno de ser amado. Dios nos ama y por su amor de Padre nos dio al Amor Hermoso, Jesús nuestro Salvador. Gracias a nuestra Madre y a San José que nos dieron al más Hermoso Hijo de Dios.

dimecres, 10 de desembre del 2025

¿Eres tú el que ha de venir?

 

            Ya llegamos a la tercera semana de Adviento; encenderemos el tercer cirio de la Corona y leeremos el pasaje del Evangelio de San Mateo, Cap. 11, 2-11 según la Biblia de Jerusalén:

            En aquel tiempo, Juan, que había oído en la cárcel las obras del Mesías, le mandó a preguntar por medio de sus discípulos:

—«¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?».

Jesús les respondió:

—«Id a anunciar a Juan lo que estáis viendo y oyendo:

los ciegos ven, y los inválidos andan;
los leprosos quedan limpios, y los sordos oyen;
los muertos resucitan,
y a los pobres se les anuncia el Evangelio.
¡Y dichoso el que no se escandalice de mí!».

Al irse ellos, Jesús se puso a hablar a la gente sobre Juan:

—«¿Qué salisteis a contemplar en el desierto, una caña sacudida por el viento? ¿O qué fuisteis a ver, un hombre vestido con lujo? Los que visten con lujo habitan en los palacios. Entonces, ¿a qué salisteis?, ¿a ver a un profeta?

Sí, os digo, y más que profeta; él es de quien está escrito:

“Yo envío mi mensajero delante de ti,
para que prepare el camino ante ti.”

Os aseguro que no ha nacido de mujer uno más grande que Juan, el Bautista; aunque el más pequeño en el reino de los cielos es más grande que él».”

 

COMENTARIO

Por D. Joaquín Núñez Morant

      El fragmento de este tercer Domingo de Adviento (Ciclo A) tiene dos interlocutores: Juan y sus discípulos (de los versículos 2 al 6). Hay que tenerlo en cuenta, porque este versículo 6 es muy esclarecedor. Los siguientes versículos van dirigidos a quienes lo están oyendo, entre otros, a nosotros mismos.

    Mateo no nos dice dónde estaba Juan encarcelado, es Flavio Josefo quien, al describir este pasaje, nos dice que en la fortaleza que Herodes el Grande construyó en Maqueronte, en la actual Jordania, cerca del mar Muerto, Herodes Antipas es quien tiene preso a Juan Bautista. Jesús era famoso y parece que no coincidía con lo que esperaban Juan y los fariseos. Esperan un  Mesías nacionalista y Salvador del pueblo judío; por el contrario, Jesús se presenta con su dulzura, su cercanía a los más débiles, a los enfermos de las más terribles enfermedades como la lepra, (consecuencia de la creencia común de la maldición de Dios). El versículo 6, del capítulo 11 que estamos comentando, es la conclusión del recado que remite Juan a través de sus mensajeros  “¿eres tú o esperamos a otro?”. Jesús da respuesta citando al profeta Isaías (35:5-6)  “Los ciegos ven… y a los pobres se les anuncia el Evangelio”. Entonces es cuando Jesús exclama: “y ¡dichoso el que no se escandalice de mí ¡”.

   Esta rotundidad hay que subrayarla porque va a tener que estar presente en toda la Historia de la Iglesia. Así, vemos en Jn. 3:30, cómo se dice de Juan Bautista que hablaba con gran humildad refiriéndose a la autoridad y misión de Jesús; “Es necesario que él crezca, pero que yo mengüe.”.

            Otra cuestión a tener en cuenta es el problema que surge en la primitiva Iglesia judeocristiana y lo ha sido a lo largo de los siglos, la tendencia a judaizar, el querer “comprar” a Dios con una retahíla de sacrificios, oraciones y devociones que nos separan del amor a Dios y de los más necesitados. Jesús nos advierte con energía. !Dichoso el que no se escandalice de mí!. (lo que añade la gente, por beatería, que Jesús nunca dijo).

     La pregunta de Jesús: “¿Que salisteis a ver en el desierto?”, ( Mt. 11, 7) ¿es una invitación a reflexionar hoy la naturaleza de nuestra búsqueda de Dios y nuestra fe? o ¿para nosotros es una caña movida por el viento, algo caprichoso, que no depende de la voluntad, tal como es la fe débil y que hoy nos rodea?. Vivimos en un cristianismo admirado por muchos, de un Cristo en quien se destacan sus virtudes humanas, un Cristo hombre, sin visos de divinidad, algo que no importa, del más claro arrianismo, en el que la Resurrección no importa.

Una herejía que, no por ignorada, es sumamente peligrosa. Este año se ha celebrado el 1700 aniversario del Concilio de Nicea donde se definió nuestra Fe; la que proclamamos con los labios, no sé si con el corazón, cuando proclamamos el Credo. Un Concilio de unidad en la Fe. La imagen del Papa León destacó el 28 de noviembre en Iznik (Nicea) por su sencillez al invitar a la unidad de todos los cristianos junto a todos los jefes de las Iglesias.

    San Juan es el profeta que cierra el Antiguo Testamento; por eso Jesús hizo aquella afirmación después de la gran alabanza de Juan: “el más pequeño en el reino de los cielos (la Iglesia) es más grande que él “(Mt. 11,11), (Lc. 7,38).

    Esta es la tesis de esta reflexión: Pertenecer al Reino es tener una fe clara.

    Para San Agustín, pertenecer al Reino de Dios es una cuestión de amor y de voluntad. En su visión, el Reino de Dios no es sólo un lugar, sino una relación con Dios y con los demás. Es vivir en la caridad y la justicia, y es esperar la venida del Señor.

    Feliz Domingo de “Gaudete”, que significa: estad alegres porque el Señor viene. Este mundo tan secularizado prepara la Navidad pensando en comidas y fiestas, también nosotros, pero lo más importante es prepararnos espiritualmente a hacer memoria y presencia amándonos y amando a este mundo que olvida a los más pequeños y desvalidos, empezando por los más viejos, es el escándalo de un mundo llamado cristiano.

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Hasta pronto. Saludos, M. Mira