dimecres, 12 de novembre del 2025

MÁS SOBRE LAS PIEDRAS VIVAS

 Templo de Jerusalén - Wikipedia, la enciclopedia libre

                 Reflexionamos sobre el Evangelio del DOMINGO de la semana 33 del Tiempo Ordinario, ciclo C, tomado de San Lucas 21, 5-19, según la Biblia (traducción Reina-Valera 1960): 

            “Y a unos que hablaban de que el templo estaba adornado de hermosas piedras y ofrendas votivas, Jesús les dijo: “En cuanto a estas cosas que veis, días vendrán en que no quedará piedra sobre piedra que no sea destruida”.  Y le preguntaron, diciendo: Maestro, ¿cuándo será esto? ¿y qué señal habrá cuando estas cosas estén para suceder? Él entonces dijo: Mirad que no seáis engañados; porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy el Cristo, y: el tiempo está cerca. Mas no vayáis en pos de ellos. Y cuando oigáis de guerras y de sediciones, no os alarméis; porque es necesario que estas cosas acontezcan primero; pero el fin no será inmediatamente. Entonces les dijo: Se levantará nación contra nación, y reino contra reino; y habrá grandes terremotos, y en diferentes lugares hambres y pestilencias; y habrá terror y grandes señales del cielo. Pero antes de todas estas cosas os echarán mano, y os perseguirán, y os entregarán a las sinagogas y a las cárceles, y seréis llevados ante reyes y ante gobernadores por causa de mi nombre. Y esto os será ocasión para dar testimonio. Proponed en vuestros corazones no pensar antes cómo habéis de responder en vuestra defensa, porque yo os daré palabra y sabiduría, la cual no podrán resistir ni contradecir todos los que se os opongan. Mas seréis entregados aun por vuestros padres, y hermanos, y parientes, y amigos; y matarán a algunos de vosotros; y seréis aborrecidos de todos por causa de mi nombre. Pero ni un cabello de vuestra cabeza perecerá. Con vuestra paciencia ganaréis vuestras almas.”

COMENTARIO

Por D. Joaquín Núñez Morant

 

      El Evangelio de San Lucas está montado como un relato del gran viaje de Jesús a Jerusalén; ya estamos en la meta de Jesús y lo descubrimos, quizá, en el Huerto de los Olivos, desde donde se puede contemplar en toda su magnificencia el grandioso Templo que el  rey Herodes el Grande construyó para congraciarse con el pueblo Judío. Pueden recrearse ante algo tan hermoso. Tendremos que detenernos y analizar algo que nosotros los cristianos hemos repetido a lo largo de la Historia de la Iglesia, algo de lo  que Jesús considera y anuncia proféticamente: que no va a quedar “piedra sobre piedra”, como empeño en señalar algo de lo que el cristiano ha de rechazar (El acontecer histórico del Imperio Romano en Israel nos lo describe el historiador judío Flavio Josefo el año 70: no quedó “piedra sobre piedra”).  Ahora bien, Jesús no se refiere a las piedras del Templo, se refiere a lo que las piedras significan: un pueblo con una gran diferencia entre los ricos poderosos, vinculados a ese Templo, y el pueblo miserable y engañado, como la pobre viuda que ofreció lo poco que tenía para comer, confiando así en que el Señor la ayude; mientras engorda la faldriquera de unos sacerdotes saduceos que niegan la resurrección y esperan la bendición de Dios ahora, porque están convencidos de hallarse limpios de pecado. Cuánta mentira para explotar a un pueblo ignorante. Un Templo donde se sube a comprar la voluntad de Dios a base de donativos y sacrificios, algo que nosotros hemos repetido…, lo cual Jesús condena desechando las piedras, pues lo que quiere es que “cambiemos nuestro pétreo corazón por un corazón de carne” (Ez. 36:26).

   San Agustín nos dijo hace XVI siglos, (no es algo que nos aclaren los biblistas de hoy), que Jesús no solo se refiere a la destrucción del Templo, sino que su profecía tiene un significado espiritual. Para San Agustín, la destrucción del Templo simboliza la eliminación de la antigua alianza y la instauración de la nueva alianza en Cristo. Por ello nos llama a reflexionar y convertir nuestro corazón y hacer posible un mundo nuevo. No creamos que va a ser fácil. Muchas veces serán los miembros de nuestras propias comunidades quienes entorpezcan ese cambio. Ved, si estamos atentos, cómo ante un Papa como León XIV, que solo busca La Paz y la Unidad en la Iglesia, cómo algunos arremeten contra él; ya encuentra dificultades por la soberbia de quienes creen que no les da la razón, y ya buscan cómo sorprenderle en lo que dicen que dice, y afirman que sostiene que no todos tenemos la verdad. Si supieran teología, sabrían lo que dijo realmente el Papa: la Verdad plena es Jesús. La teología nos lo ha ido descubriendo a lo largo de la historia, apartando toda herejía, pero gustar de toda la Verdad, la gustaremos cuando la veamos cara a cara. Que la Iglesia sea depositaria de la Verdad, no quiere decir que la conozcamos en toda su plenitud. Un hijo de san Agustín no puede ignorar quién es la Verdad, el Camino y la Vida.

     La fidelidad a esa Verdad actualiza la advertencia de Jesús: “os perseguirán…”, os asesinarán, os martirizarán, lo cual acontece con más virulencia que bajo el Imperio Romano, sobre todo, en los países musulmanes, pero también nos desprecian y nos insultan en nuestra propia  sociedad, que con mucho disimulo nos ridiculiza, o nosotros mismos caeremos en ese ridículo si no vivimos como quiere Jesús. Pero a los que se mantengan fieles, “ni un cabello de sus cabezas perecerá.”

    Feliz domingo. Jesús nos ha mostrado cuál es su Verdad, solo si tenemos amor descubriremos al Amor. Que María madre del Amor Hermoso nos acompañe.

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            Bien, amigos. Materia para la meditación “haberla, hayla”.      Aprovechémosla. Saludos cordiales, Miguel Mira

dijous, 6 de novembre del 2025

LOS MERCADERES Y EL TEMPLO

 

LA PIEDRA ANGULAR

            Nos acercamos ya al Tiempo de Adviento, pero todavía hemos de leer la habitual reflexión de D. Joaquín Núñez sobre el tema que se nos ofrece en el XXXII Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo C, tomado del Evangelio según San Juan, 2, 13-22:

            “Se acercaba la Pascua de los judíos, y Jesús subió a Jerusalén.
            Encontró en el templo a los que vendían bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas sentados. Hizo un látigo de cuerdas y los echó a todos del templo, con las ovejas y los bueyes; desparramó las monedas de los cambistas y volcó sus mesas. Y dijo a los que vendían palomas: “Quitad esto de aquí; no hagáis de la casa de mi Padre una casa de comercio”. Sus discípulos se acordaron de lo que está escrito: “El celo por tu casa me consumirá.”
            Los judíos entonces le preguntaron: “¿Qué signo nos muestras para obrar así?”. Jesús les respondió: “Destruid este templo y en tres días lo levantaré.”
            Los judíos replicaron: “Cuarenta y seis años se ha tardado en construir este templo, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?”         Pero él hablaba del templo de su cuerpo.  Cuando resucitó de entre los muertos, sus discípulos se acordaron de que lo había dicho, y creyeron en la Escritura y en la palabra que Jesús había dicho.

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Comentario

8 ideas de JESÚS EXPULSA A LOS MERCADERES DEL TEMPLO ...

            “Quitad esto de aquí; no convirtáis en un mercado la casa de mi Padre”. Esta frase de Jesús nos lleva a peguntarnos qué es lo que sabían los judíos sobre la santidad del Templo. Cuando fueron itinerantes en el desierto, el Tabernáculo estaba en una tienda en medio del campamento. Después, el Rey Salomón le construyó un Templo al Señor en Jerusalén. San Mateo, en esta misma escena, pone en boca de Jesús las palabras más conocidas y usadas por nosotros: “Mi casa es casa de oración, pero vosotros la habéis convertido en cueva de ladrones” (Mateo 21, 13).

    Hoy celebramos la dedicación de la Basílica del Salvador, que el año 324, en un lugar propiedad del emperador Constantino, junto al monte Celio, consagró el Papa San Silvestre. Es la Catedral del obispo de Roma, a quien se considera “Madre y Cabeza de todas las iglesias de la Ciudad y del Mundo”. Es el símbolo de la unidad de la Iglesia.

     El templo cristiano es una imagen que no tuvieron ni los Apóstoles, ni los Padres apostólicos, ni los discípulos de los Apóstoles; es más, era una palabra profana contraria a la vida cristiana, y tampoco las palabras altar, sacerdote, templo, y todo lo que usaban las religiones circundantes. Jesús no funda ninguna religión, nos ofrece una Vida, la suya: “Vendremos a él y haremos morada en él”, y San Pablo en I Cor. 6,19-20 nos dice “¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros?”. También somos “piedras vivas y escogidas” como comunidad unida a Cristo, como “Piedra angular”.

    Veis que cito mucho a San Agustín, lo que hago con toda la intención por ser un hombre que cierra y abre un periodo a partir del cual la ciencia teológica se abre paso, de tal manera que no ha perdido actualidad y toda la teología cuenta con su pensamiento. El Papa Benedicto XVI estudió su teología en la Tesis Doctoral, con el siguiente título “Pueblo y casa de Dios en la doctrina de San Agustín sobre la Iglesia”.

      San Agustín nos enseña acerca del Templo, partiendo de la frase de San Pablo, en la citada primera carta a los Corintios. El doctor de la Gracia nos afirma que el alma en gracia es templo del Espíritu Santo, que infunde en el alma la complacencia y el amor al bien, esta gracia permite al hombre vivir de manera justa y santa. La idea del hombre como templo de Dios es central en la teología de San Agustín.

            ¿A qué nos compromete hoy a nosotros la frase de San Pablo? El sabernos posibles templos de Dios así como también lo son  nuestros semejantes. Hemos sido creados a imagen y semejanza de Dios que nos dice: “vendremos a él y haremos morada en él”, “será nuestra casa, nuestro Templo” si nos abrimos a su gracia; pero a eso es llamada toda la humanidad, y de ahí nuestro respeto a toda la creación; el respeto y amor que San Francisco cantó a toda criatura en el “Cántico del Hermano sol”. Nadie nos puede ser extraño ni ajeno a nuestro amor. No podemos negarnos a lo que Dios amó cuando pensó en crearnos.

             Somos responsables por ser todos hijos de Dios, de toda la Creación. A un cristiano no le han de venir de nuevo ni los derechos humanos ni el cuidado de esta Tierra, eso está en la palabra de Dios, aunque nuestra pereza nos ha hecho olvidar lo que ya está claro desde el Génesis pasando por los profetas. Nuestra urgencia teológica nos ha llevado a atender otros intereses. En el presente, siguiendo “los signos de los tiempos”, nos han acercado a lo que con todo derecho está claro desde el primer momento en el que Dios dijo: “hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza” y los bendijo así: “Creced, multiplicaos, llenad la tierra y someterla”.

             Esto supone, y así lo ha de entender el hombre, que somos responsables de toda la creación. Dios lo creo “y vio Dios que era bueno” y lo bueno lo hemos de conservar, porque la Creación entera es el Templo De Dios.

            Feliz Domingo llenos de alegría por saber que somos amados de Dios, que podemos ser su templo sagrado y que los que nos acompañan también, que no podemos mirar nuestro ego, sino hacernos cercanos a los demás, para que como hijos de Dios formemos su Templo como piedras vivas y escogidas donde Jesús es la “Piedra Angular”.

dijous, 30 d’octubre del 2025

EN MEMORIA DE TODOS LOS FIELES DIFUNTOS

 


DOMINGO XXXI del Tiempo Ordinario, Ciclo C

Conmemoración dedicada a TODOS LOS FIELES DIFUNTOS

 

Por qué vamos al cementerio en el Día de Todos los Santos?

    Evangelio de San Juan 11:17-27:

            “Cuando llegó Jesús, se encontró con que Lázaro llevaba ya cuatro días en el sepulcro.
            Betania distaba de Jerusalén unos quince estadios,
y muchos judíos habían venido a casa de Marta y María para consolarlas por la muerte de su hermano.
            Cuando Marta oyó que llegaba Jesús, salió a su encuentro, mientras María se quedó en casa.
            Dijo Marta a Jesús: “Señor, si hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano. Pero aún ahora sé que cuanto pidas a Dios, Dios te lo concederá”.
            Le dice Jesús: “Tu hermano resucitará.”
            Le respondió Marta: “Ya sé que resucitará en la resurrección, el último día.”
            Jesús le dijo: “Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque muera, vivirá,
y todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás. ¿Crees esto?”
Le dice ella: “Sí, Señor; yo creo que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, el que iba a venir al mundo.” (Jn. 11:17-27): Jesús le dice: “Yo soy la Resurrección y la Vida, el que cree en mi aunque haya muerto vivirá.”

COMENTARIO

Por D. Joaquín Núñez Morant

 

     Hay días a lo largo del año litúrgico que nos recuerdan algo tan importante en nuestra vida como es el día de una acción de gracias  emocionados por tantos que nos han acompañado y nos han definido como somos, tantos que hoy nos vienen a nuestra mente. Antes que nada, nuestros padres que nos dieron la vida, nuestros abuelos que nos cuidaron y todos nuestros familiares que hicieron posible formar una familia protectora. Amigos muy queridos que encontramos al iniciar el aprendizaje de las primeras letras, que nos acompañaron y crecieron con nosotros. Maestros y educadores, unos más que otros, de una u otra forma de enseñar para ser libres. A cuantos recordamos agradecidos y obligados a no olvidar en este día.

     Una vez más,  San Agustín nos muestra su humanidad y su amor ante la muerte de su madre. Nos muestra como cristiano, que no solo le debe su vida, sus cuidados, sus oraciones, sino sobre todo, su conversión; conversión a la que san Ambrosio le ayudó con su gran sabiduría y lo bautizó en Milán, con gran alegría de Santa Mónica. Fue un camino largo de quien, desde sus pecados, buscó siempre la Verdad. En las “Confesiones”, después de mucho tiempo, recuerda con todo tipo de detalles la enfermedad de su madre, en Ostia, el puerto marítimo de Roma, esperando el barco que les debía llevar a Tagaste. San Agustín escribe el diálogo con su madre y su muerte. Es una escena de gran ternura y acción de gracias de Mónica a Dios por la conversión de Agustín.

    Para nuestro consuelo sólo podré transcribir retazos de las “Confesiones” que San Agustín escribió ya sereno. Recuerda cómo, ante la muerte de su madre, en un primer momento se esforzó por contener su dolor, pero cedió y vertió lágrimas en su oración agradecida, ante el recuerdo de su vida cuidada por su madre. Nos consuela y nos identifica con su humanidad ante nuestro dolor. Da gracias a Dios por descubrir la importancia de la fe ante la mortalidad y la esperanza en la Resurrección que da sentido a nuestra vida.

    El ejemplo de San Agustín ilumina nuestra actitud ante la muerte. Recordar a nuestros seres queridos es una forma de mantener viva su memoria.

    Nos dejó la hermosa oración que  es nuestro recuerdo de quienes están con el Señor: 

         “La muerte no es nada. Yo solo me he ido a la habitación de al lado. Yo soy yo, tú eres tú. Lo que éramos, el uno para el otro, lo seguimos siendo.

Llámame por el nombre que me has llamado siempre, háblame como siempre lo has hecho. No lo hagas con un tono diferente, de manera solemne o triste. Sigue riéndote de lo que nos hacía reír juntos. Que se pronuncie mi nombre como siempre lo ha sido, sin énfasis ninguno, sin rastro de sombra.

La vida es lo que siempre ha sido. El hilo no está cortado. ¿Por qué estaría yo fuera de tu mente, simplemente porque estoy fuera de tu vida?

Te espero… No estoy lejos, justo del otro lado del camino….Ves, todo va bien. Volverás a encontrar mi corazón. Volverás a encontrar mi ternura acentuada. Enjuaga tus lágrimas y no llores si me amas”.

     Esta carta-oración, compuesta por San Agustín y que pone en boca de su madre, Santa Mónica, nos dé la alegría al recordar a nuestros difuntos, oigamos cada uno de nosotros lo que San Agustín pone en sus corazones.

    Feliz domingo, el Señor nos bendiga y la Virgen del Buen Consejo, nos consuele.     

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            La primera vez que leí esa carta fue en el funeral de un gran amigo mío y, creed que me impactó. Era mi amigo quien me la enviaba y mi corazón supo que, en efecto, quedé serenamente aliviado por el sentimiento de amor que revivió al percatarme de que él era quien estaba rezando por mí ante el Padre.

            Vuestro, Miguel Mira