Spes
non confundit
I
BULA DE CONVOCACIÓN
DEL JUBILEO ORDINARIO
DEL AÑO 2025
Comienzo por invitaros a leer la
bula del Papa Francisco arriba anunciada sobre el Año Jubilar de la esperanza,
con el lema “La Esperanza no defrauda”.
Ayer, día 14, se pronunció en St. Francesc la primera de las tres conferencias
programadas para la preparación a este jubileo, a cargo del Rector del
Seminario Menor, D. Onofre Gabaldó, quien nos introdujo en el tema,
desentrañando con fácil e inteligible palabra el significado del referido lema
y la finalidad querida por el Papa. Nos encomendó encarecidamente la lectura de
la bula y aquí repito la recomendación. No la copio por su extensión, pero es
fácil de sacar de Internet. SALUDOS, Miguel Mira
II
Hoy vamos a
reflexionar sobre el Evangelio de San Marcos, 13, 24-32.
D. Joaquín nos ofrece
una visión esperanzadora de nuestro
futuro como cristianos, aun partiendo del quasi “apocalíptico” discurso puesto
en boca del Maestro. Éste es el texto que se comenta:
“En aquel tiempo, dijo
Jesús a sus discípulos:
—«En aquellos días, después de esa gran angustia, el sol se hará
tinieblas, la luna no dará su resplandor, las estrellas caerán del cielo, los
astros se tambalearán. Entonces verán venir al Hijo del hombre sobre las nubes
con gran poder y majestad; enviará a los ángeles para reunir a sus elegidos de
los cuatro vientos, de horizonte a horizonte.
Aprended de esta parábola de la higuera: Cuando las ramas se ponen
tiernas y brotan las yemas, deducís que el verano está cerca; pues cuando veáis
vosotros suceder esto, sabed que él está cerca, a la puerta. Os aseguro que no
pasará esta generación antes que todo se cumpla. El cielo y la tierra pasarán,
mis palabras no pasarán, aunque el día y la hora nadie lo sabe, ni los ángeles
del cielo ni el Hijo, sólo el Padre».
COMENTARIO
Si leemos de
carrerilla el evangelio de San Marcos, al llegar al cap. 13, nos encontramos
ante un leguaje oscuro distinto de su lenguaje habitual. En el fragmento de hoy
Jesús habla de guerras, de calamidades, de caída de astros, de estrellas; nos
hace pensar en un futuro terrible, en el fin del mundo.
Jesús no está hablando, sin
embargo, del fin del mundo, nos está dando una bella noticia, nos está hablando
del nacimiento de un mundo nuevo. Para entenderlo se ha de tener en cuenta el contexto:
Marcos escribe este cap.13 alrededor del año 68, tiempo del reinado de Nerón,
cuando la Iglesia es perseguida como nunca, y mueren Pedro y Pablo, que son las
dos columnas de la fe. La comunidad de Roma se encuentra traumatizada con la
sensación de fracaso y de ruina. Muchos cristianos sufrirán una muerte
terrible, como nos describe Tácito en sus Annales.
La Iglesia experimenta, sufre,
un gran fracaso. Además, se divide en
dos grandes facciones y éstas, a su vez, en grupos más pequeños, enfrentados
entre sí. Cristianos que denuncian a otros cristianos. Algo terriblemente malo,
que la Historia nos narra: varias divisiones, con persecuciones y luchas entre
los propios cristianos. Aunque aquello ya tan lejano parece olvidado, en nuestra
Iglesia actual aparece algún rebrote de
aquellas lejanas controversias que nos transmiten
malos ejemplos. Hay grupos fanáticos que defienden sus ideas con el insulto más
irreverente y pobres gentes sin criterio que les siguen sin saber, siempre
manipuladas, en este caso, como lo era la pobre viuda del domingo pasado.
No obstante, esas terribles
escenas que, según Marcos nos anuncia Jesús, no indican el fin de los tiempos,
antes al contrario, nos han de abrir a la Esperanza, al inicio de un mundo
nuevo. Se refiere a la caída de los astros que son el hundimiento de los
grandes imperios adoradores del sol, de la luna y los astros, los de entonces y
los de siempre. Así lo atestigua la Historia; en ellos no hemos de poner
nuestra esperanza. Ni nos hemos de acobardar ante las desgracias consecuencia de
la Dana, de los terremotos o de las carestías como consecuencias de enfrentamientos
bélicos o guerras económicas que vivimos en la actualidad.
El cristiano es un ser
esperanzado que cree y se ve en la presencia del Hijo del Hombre, quien nos
enviará sus ángeles, en este caso, personas fieles que le escuchan y se
esfuerzan en congregar a los elegidos, los que van a la esencia de la vocación
cristiana: amar a Dios y al prójimo, como Francisco en el siglo XIII o los
grandes Santos o la gente sencilla que sin fanatismo cumple el mandamiento de
Jesús. Vendrán de los cuatro puntos cardinales.
Las yemas de la higuera
estarán siempre presentes en nuestra vida, en nuestros momentos de duda, de
crisis, de confusión para saber que Él está a la puerta y nos dice que quiere
cenar con nosotros si cerramos las ventanas de la confusión y le abrimos la
puerta para que pase y cenemos juntos.
Feliz domingo en el final de la compañía de
Marcos que nos ha ayudado en ese caminar con Jesús. El domingo próximo será
Juan Evangelista quien cierre este ciclo B.
Joaquin Núñez