EL
CONCIERTO DE 16 DE FEBRERO DE 2.013
Organizado por la Sociedad Musical
La Primitiva Setabense, por la Sociedad Musical La Nova de Xàtiva y por la
Hermandad de Cofradías de la Semana Santa de esta ciudad, con el patrocinio de
Excmo. Ayuntamiento, se celebró el II Concierto de Marchas Procesionales, con
la finalidad de allegar fondos con destino a distintas asociaciones benéficas.
Esta crónica no va a ir más allá de
mi propia apreciación de aficionado a la música y cofrade ejerciente, sin
pretensiones de crítico musical, función para la que me confieso
manifiestamente incapaz.
I
Comenzaré por el final. D. Francisco
Moral Ferri, Director del Conservatorio de Música de Xàtiva, fue invitado a
dirigir el fantástico grupo instrumental integrado por los músicos de La Vella y de La Nova, nuestras dos bandas sinfónicas
más que centenarias, rúbrica del concierto de que hablamos.
Tras la lectura de una emotiva
cuartilla con palabras de recuerdo para su padre, músico que fue de La Nova, y
de agradecimiento por tan excepcional ocasión como la que se le brindaba, tomó
la batuta para que aquel grandioso elenco nos hiciera gozar e incluso
emocionarnos con las dos obras elegidas, ambas de firme arraigo en el
acompañamiento de nuestras procesiones: Mater Mea y Mektub.
Dos estampas a cuál más expresiva.
Nada en común, salvo que las dos están inspiradas en la Pasión del Señor y
fueron escritas para banda. Sus autores: Ricardo Dorado y Mariano San Miguel,
respectivamente.
Como digo, esta es puramente una
apreciación personal, probablemente equivocada, pero reflejo de mi propio
sentimiento. A mí, Mater Mea me sugiere el clamor esperanzado que se eleva
hacia La Madre por quien siéndolo todo se ha rebajado hasta la nada; por quien,
desnudo y martirizado, no espera otra cosa que ser acogido en el regazo de
María –Mater Dolorosa- como al nacer;
El inocente entre los inocentes confía en el amor de su abrazo, de ese abrazo
infinito que alcanza a la humanidad entera: Madre,
ahí tienes a tu hijo… ¡Mater mea! Expresivo canto, desgarrado en ocasiones,
suplicante siempre, vibrante hasta la última nota…
Y el contraste: Estaba escrito. Mektub, inspiradísima obra del citado músico vasco.
Es una marcha ésta irrenunciable en las representaciones procesionales de
nuestra Semana Santa, por solemne y majestuosa, porque es una llamada a la
contemplación del Crucificado: estaba
escrito… y se entregó por nosotros
hasta la muerte y una muerte de cruz…Y eso emociona, y esa emoción se
siente cuando acompañas la imagen de Cristo,
atado a la columna y flagelado en el lithostrotos,
bajo el peso de la cruz o clavado a ella: Cristo de la Palma, historia viva en
nuestras manos; o en el calvario: stabat
mater dolorosa… Jesús muerto, su Madre, el discípulo amado y María, la de
Magdala… ¡Ah, Señor nuestro de la Buena Muerte! O Jesús trasladado hasta el
sepulcro. Y escuchando aquella música no puedes evitar el recuerdo de aquel
terrible lamento: Pueblo mío ¿qué te he
hecho? ¿En qué te he ofendido? ¡Respóndeme…! Los sentimientos a flor de
piel, cuando las notas se desvanecen como se va desvaneciendo la vida de quien
es La Vida…
Y, de pronto, húmedos los ojos, el
estruendo de los aplausos; de los merecidos aplausos por una magistral
interpretación.
II
En la primera parte, cada una de las
bandas nos deleitó con cinco marchas.
La Vella, nos ofreció para abrir
boca una composición del recordado Lamote de Grignon: Santa María del Ripoll.
Sabia elección de una marcha que, como casi todas las del concierto nos era
desconocida, pero que nos preparó, por su sencillez y su solemnidad para seguir
escuchando atentos lo que fue un hermoso repertorio; sin estridencia alguna,
transmitía serenidad e invitaba al recogimiento. Después, el Corpus Christi, de
Giner, nos quiso introducir en una solemnidad con cierto aire, muy respetuoso,
eso sí, pero algo más festivo y el preceptivo himno final a cargo de unas
acertadísimas trompetas. “La número tres” es una marcha interpretada
frecuentemente por La Vella; la recordamos perfectamente. Es hermosa y también
solemne esta composición del teósofo (que no filósofo, como rezaba el
prospecto) Atilio Bruschetti y Mariotti, aquel italiano enraizado en nuestra
ciudad, de quien deben conservarse otras dos marchas, que, sin embargo, no se
tocan; yo, al menos, no lo recuerdo ¿Se han perdido las partituras? Tal vez
nuestro buen amigo Paco Perales, con su reconocida experiencia y conocimientos,
pudiera darnos más datos. La número tres invita al acompañamiento de la imagen
de Jesús en el camino del calvario o de la Virgen Dolorosa; a mí, al menos, me
transmite ese sentimiento.
Desconocía las otras dos marchas que
cerraron la actuación de La Primitiva. Ambas resultaron del agrado del público,
tanto la del enguerino Taverner: “Súplica”, como la andalucísima “Amargura”,
con honores de himno, según se informa en el programa.
Excelente.
Y pasamos al turno de La Nova,
también con la presentación de cinco marchas que yo jamás había escuchado, pero
que no son nada despreciables, a la hora de asumirlas para enriquecer nuestro
patrimonio local-tradicional. Así lo pienso.
“A la memoria de mi padre” abrió
esta secuencia. Me pareció un precioso, emotivo y vibrante obsequio de su
autor, Manuel Font. Y me sorprendí muy gratamente al escuchar la marcha
“Nazareno”, de Rafael Sanz Mayor, músico que fue de La Nova y profesor de su
escuela. De este autor se interpreta habitualmente otra composición: “Cristo
del Cachorro”, dedicada en su día a esta Cofradía de nuestra ciudad y que
precisamente se estrenó el 28 de Marzo de 1.999, como ya he comentado en alguna
otra crónica, el día en que la imagen de Jesús Nazareno entró en mi casa, al
haberme correspondido el turno de clavario. “Nazareno” nos confirma el buen
hacer de su autor. Hermosa partitura, sin estridencias, también de sencilla
solemnidad, que nos trasportó hasta aquella Vía Dolorosa, cuando piadosas manos
de mujer enjugaron el rostro de Jesús y trataron de aliviar aquel calvario.
Buen regalo para nuestro repertorio.
También fue grato escuchar el
“Hosanna in excelsis” de Oscar Valero, y el “Getsemaní”, de Dorado, el mismo
que escribiera Mater Mea. Al escuchar esta última marcha, nos vimos
transportados hasta aquel monte, recordando aquel momento tremendo, prólogo de
la pasión, y a Jesús en oración: Padre,
si es posible, haz que pase de mí este cáliz; pero no se haga mi voluntad sino
la tuya. Jesús abandonado a su propia suerte, solo y sin consuelo, llorando
lágrimas de sangre… dormidos de cansancio como estaban los discípulos.
Largos aplausos a ambas bandas al
final de sus respectivas intervenciones.
Y hasta aquí la crónica de la parte
musical del acto que, en realidad, da salida a los que van a conformar la
Semana Santa de 2.013.
Estamos ya a las puertas del Pregón
Solemne.
El próximo día 1 de Marzo, a las 20’15
h. en St. Domènech.
Espero poder reseñar en este blog cuanto vaya sucediendo y que ustedes se animen a introducir algún comentario.
Con mi cordial saludo, Miguel Mira
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