Ilustrísimo Señor D. Francisco José
Perales Ferre:
Es esta una expresión sincera de
afecto, consideración y gratitud, que, desde esta atalaya tan nuestra, debo exteriorizar con toda la
vehemencia de que fuere capaz. Nos invitaste a mi esposa y a mí, como a otros amigos a quienes verdaderamente
aprecias, a un singular acto, celebrado ayer, día 30 de Octubre, al que de no
haber acudido me hubiera arrepentido el resto de mi vida. Podrás decirme
exagerado; dímelo si quieres; pero que te conste que ex abundantia cordis os loquitur, y sabes que es cierto.
Permíteme que cuente urbi et orbe el
por qué.
Amigos que visitáis este blog:
Ayer, jueves, 30 de Marzo de 2.017, en
el salón de actos del Museo de Bellas Artes de Valencia, a las siete de la
tarde, se celebró el solemne acto de recepción como Académico de Número de la
Real Academia de Bellas Artes de San Carlos, de Valencia, del Ilustrísimo Señor
D. Francisco José Perales Ferre, en la Sección de Música.
Introdujo el acto el Excmo. Sr.
Presidente de la Academia, quien llamó al estrado al candidato electo, que se
sentó junto al académico encargado de contestar su discurso, el prestigioso
profesor D. Manuel Galduf; y concedida que le fue la palabra, nuestro
ilustre amigo, al principio con evidente emoción, nos ofreció
un parlamento perfectamente estructurado, perfecta su lectura, comenzando por
su personal historia en el mundo de la música, desde sus estudios, primero, y
actividades, después, en el Conservatorio de Valencia, señalando precisamente
el haber sido discípulo del maestro Galduf, entre otros (recordó a D. Eduardo
Cifre, presente en el acto), e igualmente izo mención de setabenses que fueron
también académicos, como Sarthou o Bolinches, para seguir introduciendo ya el
tema elegido para su disertación: la dirección del coro en la ópera.
Demostró ser perfecto conocedor de esta
apasionante materia, y su erudición quedó patente al exponer su tesis con la
apoyatura de citas de geniales autores clásicos y contemporáneos, para
ejemplificar los problemas que surgen en ocasiones al montar una obra, como por
ejemplo la ubicación del conjunto coral sobre el escenario, a fin de que cumpla
la tarea pensada por el autor de la ópera, a la vez que compaginar los
criterios de los directores de escena y de orquesta, no siempre coincidentes. Refirió
también la máxima de que para cantar se ha de perfeccionar primero la técnica,
para llegar después al sentimiento. No
faltaron las anécdotas y, en especial, la mención expresa de su coro.
Un largo aplauso rubricó su magnífico
discurso, que contestó seguidamente el Ilmo. Sr. D. Manuel Galduf, que demostró
conocer bien a quien en tiempos fuera su alumno. Literalmente, dijo que Paco es
setabense en ejercicio. Reconoció los méritos que en él concurrían para ser recibido como miembro numerario de
la Academia, e incluso llamó la atención respecto al dosier que presentó cuando
se postulaba su elección, para echarle cariñosamente en cara que los académicos
electores eran conscientes de que en el candidato concurrían muchos más méritos
de los que constaban en aquel currículo. Resaltaba así la sencillez y llaneza
de su carácter, de su personalidad. Incluso se permitió la licencia de hacer
saber al auditorio que siendo riguroso en el cumplimiento de su obligación,
nadie le privaría de escaparse al menos dos días durante la Semana Santa para
estar cabe su Hermandad de Portadores… (Algunos estuvimos allí).
Glosó el Sr. Galduf el trabajo del
discípulo, su competencia y profesionalidad, los logros al frente del que
calificó como uno de los mejores coros del mundo, al frene del cual se
encontraba –se encuentra- uno de los mejores directores del mundo.
Prolongado aplauso y despedida del Sr.
Presiente, D. Manuel Muñoz, para remitirnos al concierto que iba a ofrecerse a
continuación.
Tuvimos ocasión de darle un abrazo a
nuestro ilustrísimo amigo María Luisa y su esposo, Luís Pardillos, Marcos
Soriano, mi esposa y un servidor, posando con él en foto de recuerdo, de un
recuerdo imborrable.
Y
después, la apoteosis. Se había dispuesto en el amplio patio de entrada
al museo, precisamente bajo la antigua cúpula (lo digo así para destacar los
consiguientes problemas acústicos) un improvisado auditorio, cuyas sillas,
cuando llegamos al ligar poco antes de las siete de la tarde, ya estaban
ocupadas casi en su totalidad. Y se situó el coro en el espacio para ello
prevenido, recibiendo el público al ilustre
director y al pianista actuante con un cariñoso aplauso; y comenzó la
audición. Ópera en primer lugar, preciosos temas de La Traviata, Macbeth,
Eugene Onegin, hasta llegar a Madame Buterfly… ¡Qué maravilla, qué afinación,
qué serenidad, qué hermosura! Y llegó el turno a la zarzuela: “Agua azucarillos
y aguardiente!, coro de niñeras (mazurka); “El Rey que rabió”, coro de doctores
¡Cómo disfruté!; “Luisa Fernanda”, “La del soto del parral”…, y, como broche
final, el “va pensiero” de Nabuco…
Aplauso atronador. Nos fuimos con el espíritu extasiado de aquellas voces tan bien conjuntadas, tan
expresivas, tan bien dirigidas haciendo música, arte, con ese instrumento insustituible
como es la voz humana… Amigos: disfrutamos, pero es que estábamos escuchando a
uno de los mejores coros del mundo, de la mano de uno de los mejores directores
del mundo…
Paco, querido amigo Paco. Respetado y
admirado D. Francisco José Perales Ferre, ilustre músico, setabense en
ejercicio, hermano portador: ¡¡¡ENHORABUENA!!!
Marion: ¿Qué decirte? Al finalizar el
concierto, te vinos emocionada, orgullosamente satisfecha; no era para menos.
Desde tu sitio en la masa coral, es claro que éste no fue un concierto
cualquiera; tu sentimiento y el amor que profesas a tu esposo, seguro que harán
del de ayer un suceso inolvidable; seguro estoy también de que si siempre actúas con la
profesionalidad y el buen hacer del músico vocacional, ayer, cantó no solo tu
voz, sino tu corazón, tu ser entero en honor a esa persona con quien compartes
tu vida. ¡Así sea por muchos años!
Vuestro, Miguel Mira
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