Como siempre, intento ser objetivo; pero si en algo fallo, es de mi
única responsabilidad. Miguel Mira Manzanaro
LUNES SANTO
Con
sensible retraso comenzó la procesión de la Santa Cena. Este año su Hermandad
había hecho un gran esfuerzo para disponer en condiciones de ese endiablado motor que demasiadas veces les
había ya dejado tirados. En esta ocasión funcionó y no hubo problemas de tracción,
pero con chofer nuevo y todo el tiempo “en primera”, la lentitud y la humareda
deslucieron el desfile procesional, bien que la fidelidad a la fidelidad a la
Parroquia y a su venerada imagen estuvo garantizada. Como el año anterior,
precediendo la imagen, llevaron los
niños unas minúsculas andas con la
réplica del Santo Cáliz, ese regalo tan preciado por la Parroquia, como bien se
dice en el libro de la Semana Santa.
Esperemos que el Viernes Santo pueda realizar el recorrido completo sin
incidentes esta apreciada cofradía, con la salvedad del intransitable tramo de
la Corretgeria.
MARTES SANTO
Procesión
de las imágenes titulares de la Cofradía del Santísimo Cristo de la Buena
Muerte y Nuestra Señora de la Esperanza. Tras constatar la buena asistencia de
cofrades y excelente acompañamiento, no me detendré en más comentarios al respecto de la procesión
propiamente dicha; pero sí que me he de referir al artículo editado en el libro
que publica la Hermandad de Cofradías, dedicado por su autor a la particular
historia de esta asociación. La razón es sencilla: la reseña histórica en cuestión, con interesantes detalles sobre la adquisición
por D. Gregorio Molina Ribera de los preciosos tronos e imágenes de la Virgen
y el magnífico grupo escultórico del
Cristo de la Buena Muerte, ,
sin duda por razones de espacio, omite referir cómo después del lapso de tiempo en que esas imágenes estuvieron
guardadas en un almacén de La Papelera
de San Jorge sin salir a las procesiones, se consiguió recuperarlas para su
regreso a nuestra Semana Santa; tan solo se indica el año de la
reincorporación; pero nada se dice de los avatares hasta conseguir que salieran
de aquel almacén donde se hallaban recluidas, ni nada se dice de quien fue el promotor y artífice
de la recuperación de tan preciadas imágenes para su exposición pública al
culto y veneración, además de que, con
ello, habría de renacer la
actividad de la Cofradía.
Y
por ello quiero poner de relieve la meritoria labor del protagonista principal
de aquella iniciativa y la colaboración recibida de parte de la familia
poseedora de las imágenes.
Turnaba
la presidencia efectiva de la Hermandad de Cofradías la Cofradía del Santo Sepulcro, y, a la sazón, era su
presidente D. José Balaguer García, sobre quien recayó la responsabilidad de
pilotarla durante dos años. El Sr. Balaguer, que ya había comentado con anterioridad su interés
en que se debería intentar la vuelta de aquellas imágenes a cumplir la noble
función para la que fueron adquiridas, no cejó en su empeño y entabló
conversaciones con la familia Molina-Albero entre cuyos miembros no todos se
mostraron dispuestos a cooperar al fin propuesto por el presidente de la
Hermandad; pero esto no le desanimó. Después de insistentes ruegos e
innumerables conversaciones, la buena disposición de Da. Nieves, Da. Pilar y D.
Gregorio Molina Albero, la inagotable capacidad negociadora, la insistencia a tiempo y a destiempo del Sr. Balaguer, de quien fue cómplice toda la Hermandad y los
veteranos trabajadores de La Papelera de San Jorge, miembros natos de la
cofradía, dio sus frutos, de modo que el año que se cita por el autor del
artículo antes referido, las imágenes volvieron desde La Papelera a la ciudad y
desfilando por la Alameda con inusitada expectación, se depositaron en la
Colegiata para que fueran procesionadas por su cofradía y sus fieles devotos el
Viernes Santo. De allí salieron y, con
la conformidad de los familiares que colaboraron al buen fin del objetivo, allí
quedaron depositadas con el consentimiento del Sr. Abad, D. Manuel Soler,
provisionalmente.
Los
familiares disidentes mostraron su
desacuerdo, ya que deseaban que las imágenes se hubieran devuelto a La Papelera; los otros familiares preferían
que fueran trasladadas a la Iglesia de Nuestra Señora de la Merced. De nuevo,
los buenos oficios del Sr. Balaguer, con la colaboración de la Hermandad, consiguieron llegar a un acuerdo transaccional, según el cual las
imágenes se trasladarían al lugar que decidieran aquellos familiares que
costearan los gastos de tal operación. Se redactó un acta en papel timbrado,
que redacto quien esto escribe, y que firmaron Da. María Molina y el Sr. Balaguer.
El destino final de las imágenes ya lo conocen ustedes. Llevadas en procesión,
con numerosa asistencia de feligreses y devotos, fueron depositadas satisfactoriamente en las
primeras capillas, a derecha e izquierda
entrando del templo en el que siempre habían hecho estación desde el Martes
hasta el Vieres Santos, pero esta vez lo hicieron para quedarse. Así pues, la
constancia y buen hacer de aquel presidente de la Hermandad de Cofradías, de los antiguos cofrades,
trabajadores de La Papelera, y, sobre todo, la buena voluntad y generosa
actitud de la familia Molina-Albero, permitieron ofrecerles culto permanente
y reincorporar a las solemnidades de la
Semana Santa Setabense al Santísimo Cristo de la Buena Muerte y Nuestra Seora
de la Esperanza.
MIÉRCOLES SANTO
LES CORTRESIES
Ayer,
en la procesión de las imágenes del Cristo de la Buena Muerte y la Virgen de la
Esperanza, ya se vio más animación en la calle que en traslados anteriores; hoy
se percibió mayor presencia de gente a la espera de los pasos de Nuestra Señora
de la Soledad y del Santísimo Ecce Homo. Salvo esa particularidad, el
desarrollo de los respectivos desfiles y del tradicional Encuentro a las
puertas de la Iglesia de San Francisco, no hubo incidencias dignas de mención,
a menos que se pueda considerar como tal la presencia de algún turista
extranjero con sus cámaras fotográficas en acción. De unos años a esta parte,
se observa que tras los saludos de La Madre a su Santísimo Hijo, algunos
espectadores aplauden. Me choca, pero lo
entiendo. De una parte, no es nada extraordinario que al encontrarse una madre
con un hijo, se saluden; en ese caso,
aun tratándose de un peculiar encuentro que no se corresponde con lo acaecido
en la calle de la Amargura, puesto que la imagen del Ecce Homo no podemos
situarla en tal hito histórico (sabemos el origen de la costumbre local), en
cualquier caso, la coincidencia de medre e hijo lo fue de cara al patíbulo…
Entonces ¿qué aplaudimos? Simplemente, el espectáculo. No niego que a algunas personas pueda
emocionarles ver frente a frente al Cristo paciente y a su Madre doliente, pero
esas personas no suelen ser las que baten palmas. Sé que es inevitable que
suene algún aplauso, pero qué quieren que les diga: me choca.
En
otro orden de cosas, vengo pensando desde hace tiempo si sería hora de que la
Hermandad de Cofradías se plantee reducir
el número de representantes que nutren la presidencia de las procesiones. Para
mi gusto, no es plausible tal boato. A veces, es mayor el número de asistentes
detrás que delante de las imágenes. Ahí lo dejo.
JUEVES SANTO
En
el bullicio de un mediodía de jornada
laborable, desde inmemorial, el Santísimo Cristo de la Palma, acompañado del
canto de los clásicos motetes, es llevado procesionalmente desde la casa del
clavario hasta la sede de la Cofradía Decana, antes la antigua Iglesia de San
Francisco, hoy la Colegiata Basílica de Santa María para que, junto a Nuestra
Señora de la Soledad estén dispuestos para su participación en la
Procesión General del Santo Entierro.
Tampoco puedo reseñar nada extraordinario, porque el acto se desarrolló con
toda normalidad.
La
tarde. Por circunstancias que no vienen al caso, este año asistí a la Misa in coena domini en La Merced. Dos
cosas debo resaltar: en primer lugar, la asistencia. El templo estaba lleno,
cosa que agradeció el párroco en su homilía. En segundo lugar, como quiera que
para el lavatorio de los pies, los protagonistas fueran niños que se preparan
para la primera comunión, dijo D. Juan Aguilar para quien lo quisiera escuchar,
que el Jueves Santo, sabiendo como ya sabían lo que es la eucaristía y estando
en condiciones de recibirla, era el día más indicado para que, con toda
naturalidad y sencillez, sin tanta complicación como suele producirse,
recibieran por primera vez la Comunión. La madre de uno de esos niños que
estaba sentada delante de mí, asentía visiblemente con ostensibles movimientos
de cabeza. Pero, no se canse D. Juan. Las cosas seguirán como están, no le
quepa duda.
Tarde-noche. Procesión de penitencia de la Hermandad
de Portadores de Nuestro Padre Jesús Nazareno.
No
pudimos ser muy puntuales, dado que la solemnidad de la Cena del Señor con
traslado del Santísimo al Monumento, esta vez ya en la Capilla de la Comunión, restaurada que ha
sido su techumbre sin ayuda oficial alguna, se alargó un tanto; pero, al fin,
como cada año, cumplimos con nuestra participación en los actos de la Semana Santa. Como de
costumbre, acompañó el motete; anunciaron el paso de Jesús Camino del Calvario
los clarines y, recuperando, en parte, una tradición recogida por D. Vicente
Ribes en el libro de nuestra historia particular, por empeño de la Señora
Presidenta, con la complicidad de la Junta Directiva, precedieron a la imagen seis pretorianos, a guisa de anunciadores del
paso del reo hacia la cruz, con un toque grave y bien conseguido de tambor.
Detrás de estos, Isaac, esta vez representado por una niña de rizado pelo y
simpatía desbordante: Andrea, que a pesar de su corta edad resistió en su
puesto tanto el Jueves como el Viernes. Cerrando el desfile, el ya clásico
grupo e viento metal. La asistencia de portadores pudo ser mejor; pero en esta
ocasión no caben demasiadas críticas. Podemos destacar que aparte de unos
cartelones o colgaduras con la imagen de Jesús Nazareno que se vienen colocando
en varios puntos de la carrera desde hace varios años, en esta ocasión dispusimos del gran cartelón que hace varios
años estuvo situado en el arco de la rotonda de entrada a Xàtiva y que lució en
la fachada de la casa del Sr. Mora en la Plaza de San Francisco.
Volviendo
atrás, a pesar de algunas legitimas reticencias de algún que otro portador,
“els armats” tuvieron buena acogida, y parece que han venido para quedarse.
VIERNES SANTO
LA CAMILLA
Me van a perdonar, pero no fui capaz de madrugar.
Los años ya me van pesando. Cuando salí de casa era tarde y llegué a la entrada
de la procesión del “Entierro” cuando ya los pendones y los acompañantes con y
sin vesta formaban pasillo para que pasara la hasta la Colegiara. Lo hizo con
retraso; al parecer las paradas en las tradicionales “tauletes” que proliferan
de año en año, fueron la causa; pero fuera esa o no la causa del retraso, la
verdad es que crea un problema al alterarse el horario previsto para el
comienzo del Vía Crucis que se celebra cada año en “La Sèu” a las once de la
mañana; y el retraso es doble, porque las personas que entran al templo
acompañando al Cristo yacente quieren acercarse, verlo, fotografiarse…, todo
ello sin tener en cuenta que todavía está el Santísimo en el Monumento y el
vocerío no se acalla ni a los avisos por la megafonía por mucho que se esfuerce
el Señor Abad. De allí no se va casi nadie hasta que acaba lo que ha venido a
hacer. Me temo que es este un asunto que tiene mala solución. Cuando está de
por medio una costumbre de esta índole, es difícil cambiar el “chip”, aunque
sea para que no se convierta en una servidumbre contradictoria a los valores
religiosos que se debieran respetar. Pienso que debería realizarse un esfuerzo
hasta lograr un término medio. Seré sincero: este año a mí no me gustó nada que
a causa del barullo el Vía Crucis tuviera que retrasarse más de media hora.
PROCESÓN GEBERAL DEL SANTO
ENTIERRO
Puntualidad
en la salida, seriedad y coordinación, desarrollándose el acto sin graves
incidencias, aunque pudo haber un entuerto cuando al pasar el Nazareno por la
calle de San Francisco se desprendieron unos cables precisamente sobre la
imagen, cables que hubo que desenredar porque estaban afectando las “potencias”
que coronan la cabeza de Jesús que no se rompieron de puro milagro. Se resolvió
el problema y se dio aviso para que las demás cofradías pasaran ya precavidas.
Al parecer, con la colaboración de un vecino se pudo paliar el peligro, sin que
haya noticia de que nadie más se viera afectado por este hecho. La procesión
transcurrió sin “cortes”, lenta en algunos momentos, pero ordenada.
En
lo atinente a nuestra Hermandad, tuvimos de nuevo el gozo de poder escuchar y
que el público enmudeciera a nuestro paso al apreciar el maravilloso galo de
unas privilegiadas voces entonando las
antiquísimas notas del motete “Eram”.
Les juro que oírlas dentro de la Colegiata, cuando Jesús es portado hacia su
lugar de estación, es sobrecogedor. Les invito a que el próximo año lo
comprueben en primera persona.
Como
ya dije días atrás, todo es perfectible, pero hemos acabado este camino de la
Pascua, si no satisfechos del todo, sí contentos.
Hasta nuestras admiradas Pilar Blasco y su hija Pilarín (sesenta y cinco años
acompañando, penitentes de promesa, a Jesús Nazareno, se atrevieron a caminar
delante de su amado Nazareno hasta la plaza el Españoleto. Como siempre,
Pilarín, apoyada en el brazo de su hermano que las acompañaba, volviendo su
sonriente cara hacia Él, se despidió con
un entrañable y sentido “¡Adiós, bonico!”.
RESURREXIT!!!
Con
algo más de expectación que el pasado año, la Cofradía de Cristo Resucitado y
María Inmaculada procesionó sus imágenes la mañana del Domingo de Pascua,
siguiendo el mismo ritual de costumbre, hasta la explosión de júbilo del
momento glorioso del encuentro con vuelo de palomas y cánticos de gozo y al son
de cientos de campanillas, música y tambores, celebrando la victoria de Cristo
sobre la muerte y nuestra razón de ser como cristianos.
Amigos:
¡Buena Pascua!
A
veces, se me olvidan cosas. Ya saben que pueden insertar sus comentarios. No
duden en hacerlo.
Gracias
por leer estas modestas líneas. Saludos. Miguel Mira
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