STABAT MATER
El Viernes 23, se celebró la Santa
Misa por las intenciones de la Cofradía de la Purísima Sangre y de las Señoras
Camareras de La Soledad: Virgen de los Dolores en su soledad, al decir del Sr.
Abad, que puso énfasis en ese versículo del evangelio de San Juan,
precisamente. Estaba al pie de la cruz MARIA…, para explicar la importancia de
la Madre en la corredención.
Por la noche, se trasladó la imagen de
clavarios de La Dolorosa, sin novedades dignas de mención; quizás podría
destacarse mayor presencia de espectadores, tal vez porque ahora ya estamos más
en ambiente. No obstante, es verdad que
La Dolorosa siempre cuenta con el afecto de los setabenses. Como es habitual,
la pequeña imagen de traslado estaba preciosa.
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El sábado 24, Festa de la Vespra, en la Parroquia de
Nuestra Señora de la Merced y Santa Tecla, convocada y animada por la Cofradía
de la Entrada de Jesús en Jerusalén “La Burreta”, a las seis de la tarde.
Y a las siete, inicio del desfile de bandas de
tambores y timbales para la celebración en la Pl. del Mercat del acto de
Llamada a la Juventud, simbolizado por la ruidosa y espectacular Tamborada, en
la que este año participó la banda de la cofradía invitada de La Flagelación,
con tambores y bombos, cubiertas sus cabezas con altos capirotes.
Por la noche, se traslada la imagen de clavarios del
Señor de la Columna. No
voy a detenerme reiterando las
características de esta procesión, el rigor, seriedad y disciplina de sus
cofrades y su sección de penitentes, porque al ver la imagen me acordé de las
vicisitudes que siempre oí contar a mis mayores sobre esta asociación que lo
fue de “zapateros y correeros”, que gozaban
del privilegio de procesionar una imagen
de Esteve Bonet, aquel imaginero de
renombre, autor también de otras tallas propias
de la Semana Santa setabense. Quiero, pues, reseñar, aunque ya es sabido, un hecho de interés histórico local, que no
solo recuerdo por haberlo oído referir a personas coetáneas, sino porque la
propia Cofradía lo
publicó en un interesante libro, que su autor,
En Josep Camarasa Matéu, intituló “Aproximación Histórica” (2004. Imprenta
Marbau). En sus páginas 159 a 166 se contienen tanto los datos relativos a
aquella antigua imagen de Cristo en el paso de La Flagelación, como a la actual.
La primera de las conocidas, que fue esculpida en el
siglo XVIII, como ya he dicho, por el imaginero valenciano D. José Esteve Bonet
(1.792) y la segunda, que data de 1.952, tallada por el también imaginero
valenciano D. Vicente Rodilla Zanón (allí no consta el segundo apellido, pero
es el que digo).
Es de destacar que después de la destrucción de las
imágenes sagradas acaecida en 1.936, D. Carlos Sarthou consiguió rescatar de
entre los restos del incendio de la Colegiata,
el rostro del Señor de la Columna: “la máscara” (al decir del mismo Sarthou,
según afirma el propio Camarasa), que se aprovechó para la nueva composición
artística salida del taller del escultor Sr. Rodilla, imagen que hoy se encuentra
depositada en una hornacina a la entrada de la Capilla de la Comunión en la
Iglesia Colegial. Este es un hecho similar a lo vivido también por la
Congregación del Santísimo Ecce Homo, como puede leerse en el libro de la
Semana Santa 2018, en artículo que firma D. José Luís Gutiérrez Arnau.
Así pues, si Xàtiva gozó en el XVIII de imágenes (como
las dichas y la Virgen Dolorosa) salidas de las manos de aquel magnífico
escultor, también ahora goza de obras del prestigioso imaginero D. Vicente Rodilla
Zanón; y, entre ellas, esta magnífica imagen del Señor de la Columna, los bajo-relieves
de las andas de Jesús Nazareno (como también se puede leer en un artículo
firmado por mí en el mismo libro de la Semana Santa/18) y los preciosos pasos
de Jesús de la Buena Muerte y Nuestra Señora de la Esperanza, dato que,
igualmente, consta en la citada publicación anual de la Hermandad de Cofradías.
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DOMINGO DE RAMOS
Después de la Misa Conventual, pasadas las doce, sin megafonía, ya la imagen
de La Burreta a la puerta de la Colegiata, se procedió por el Sr. Abad a
bendecir palmas y ramos, dándose inicio a la multitudinaria procesión de la Entrada de
Jesús en Jerusalén. Como viene siendo habitual, la participación fue muy
numerosa y la aclamación final, a la entrada de la procesión, espectacular.
Quizás podríamos reflexionar sobre esta espectacularidad, porque a lo mejor nos quedamos en la superficie y no
profundizamos en lo esencial.
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A las siete y media de la tarde,
amenazando lluvia, se inició la Procesión de las Antorchas, que es la de
traslado del Santísimo Cristo de la Palma del domicilio del clavario,
clavariesa en este caso, al del entrante. Discurría el desfile ordenado y
respetuoso por la Alameda, cuando comenzaron las nubes a desbaratar el
objetivo, porque tuvo que des variarse repentinamente el itinerario para que la
imagen sufriera el menor embate posible del chaparrón y ser depositada cuanto
antes en la casa del clavario.
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Diez y cuarto de la noche.
La Hermandad de Portadores de Nuestro Padre Jesús
Nazareno debía trasladar también su imagen de clavarios y pudo hacerlo aunque también
había amenaza de lluvia, sin incidentes dignos de mención.
Procuramos que la procesión se mantuviera ordenada y
sin cortes, y así transcurrió, con seriedad y silencio, a salvo del percutir de
los tambores que abrían marcha y de las marchas que interpretó La Nova.
Todo es mejorable, pero esta vez este cronista
aficionado ha de callar, porque pocas críticas le cabe hacer. Nunca podemos
estar satisfechos, pero éste podría ser el camino. Cada cual estuvo en su sitio
y fue gratificante ver cómo gente joven se acercó al anda para portarla junto a
los veteranos.
Nos equivocamos tal vez con los cirios; pero nos
alegramos en cierto modo porque… faltaron.
El anda se restauró y se estrenaron tulipas. Interesa
reseñar que al estar las andas ya deterioradas, se debatió sobre confeccionar
unas nuevas o restaurar aquellas, decidiéndose finalmente esta última opción,
al considerar que son las únicas que se conservan en Xàtiva iluminadas por
candelabros con cirios. Creemos haber acertado.
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A las doce, comenzó la Procesión del Silencio con el
Santísimo Cristo del Carmen, que debía hacer estación en la ermita del Calvari
Alt. Añoro el participar en ella, cosa que ya hace años que no hago por
circunstancias. Para mí, esa es una procesión con todo el sentido de una
devoción orante, reflexiva en el caminar exigente de la subida hasta el remanso
de paz de aquel ermitorio aunque en la noche de ayer la luna no alumbrara el zigzagueante
camino de las estaciones del Vía Crucis.
Santísimo Cristo del Carmen, ampáranos.
Vuestro, Miguel Mira
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