Novena a la Mare de Deu
de la Sèu (y 2)
El domingo me fue imposible asistir a la novena, por lo
que no pude -lógicamente- escuchar la homilía de D. Juan Aguilar.
Antes de seguir el hilo de la crónica anterior, me surge
el comentario, de otra parte escuchado a varias personas, respecto al número de
asistentes. Ya sabemos que no es obligatorio acudir al novenario, que no se
pasa lista; pero es menos llamativo que no asista yo, por ejemplo, que sean
otras personas las que no asistan. Y se nota. A partir del tercer día, se
aprecia notablemente el “diminuendo”. Pero también es cierto que esta queja la
estoy oyendo desde que tengo uso de razón. En mis años mozos ya le oí decir al
Sr. Abad de entonces que no sabía a quién invitar a predicar la novena, porque
el mayor número de oyentes era de madera: Es
que ve un bon orador i predica per als bancs! Claro que ha habido
altibajos; claro que la “poca gente” que acude al novenario, si la ubicáramos
en St. Francesc, probablemente nos daría pleno, o casi. Pero, en cualquier
caso, el manifiesto desinterés es
endémico, o a mí me lo parece. Si se me permite la licencia, quizás influya
aquello de que “…en tiempo de melones…!”
Sin bromas: somos muy de
la Mare de Deu de la Sèu, pero…, pues eso: a Santa Bárbara…, quan tròna!
***
Lunes. No se alargó demasiado el predicador, que viene
avalado por su reconocida erudición, fruto de una formación constante (El
Patriarca, Salamanca, Roma, los escrituristas…) y con un poso de cultura
impresionante. D. Joaquín (Chimo para todos) es un enamorado de la Virgen.
Todas sus homilías acaban con una invocación a María y, machaconamente, invita
a recordar e imitar el “hágase en mí según tu palabra”, el sí de la Virgen, su entrega
incondicional, que no le preguntó a Gabriel el por qué, sino cómo “…pues
no conozco varón”. Pues bien, en esta ocasión su enfoque no se ciñó a los
moldes clásicos y nos habló de mariología como inseparable de la cristología;
destacó la importancia de los símbolos, que no adornos casuales, de la hermosa
imagen de nuestra Patrona, como la azucena (pureza) la corona (realeza), hasta
los colores del vestido y del manto (rojo rebozado en oro, y azul,
respectivamente). Siempre le he oído rememorar la importancia que en los
primeros siglos tuvo la consideración del pueblo cristiano teniendo a María por
Madre de Dios, lamentando enfáticamente
la herejía arriana, fuente –según él del islamismo posterior…
En fin, como no podía ser
de otro modo, no faltó la exhortación al seguimiento e imitación de esa
María corredentora, madre de Dios y madre nuestra, apare de las anécdotas que nunca
faltan en sus sermones.
Martes.- Último día de la novena.
Correspondió cerrar el ciclo a un sacerdote conocido, que
ha colaborado en muchas ocasiones tanto en la Parroquia del Carmen como en la
Colegiata. D. Juan Damián, canónigo de la Catedral de Valencia, nos propuso un
examen reflexivo de las lecturas del día, en especial del Evangelio, cuando
Jesús, ante los discípulos que le preguntan quién es el más importante, coloca
a un niño en medio de ellos y les dice aquello que ya sabemos: si no volvéis a
ser como niños, no entraréis en el Reno de los Cielos…
Pues bien, confieso que me vino de nuevo la contundente
afirmación del sacerdote: cuando se nos ha hablado de este pasaje, hemos creído
siempre que Jesús se refería a la inocencia, a la ternura de un niño; y, sin
embargo, ello es erróneo. Resulta que en la época en que esto se dijo, en
aquella antigua sociedad hebrea, el niño no era nadie: tan solo una posesión del padre, como lo era igualmente la
esposa, como una cosa más de su patrimonio. ¿Por qué, entonces, requerir que
fuéramos como niños? Porque ese niño no representaba otra cosa que al mismo
Jesús, que, siendo quien era, se abajó a la condición de un mero esclavo, a esa
condición de mero servidor, a esa condición de nada. Se refirió, pues, a sí
mismo al mostrar al niño como ejemplo. Si no me imitáis, si no escucháis mi
palabra, si no cumplís mis mandatos, no tenéis
lugar en el Reino.
El final de este sermón no podía dejar de lado al
recuerdo de los mártires claretianos setabenses: José María, Eduardo, José y
Antonio, cuya fiesta se celebra en este día; y, naturalmente, la referencia a
María era ineludible. A la María pequeña, sencilla, humilde, en el sí quiero,
en su visita a Isabel, en todo momento
hasta el pie de la cruz o al lado de los apóstoles hasta Pentecostés, y se despidió con el “hágase en mí según tu palabra.”
Finalizado el canto del himno a la Virgen de la Seo, se
procedió en la Capilla de la Comunión, a bendecir un óleo con el retrato del
mártir Antonio Cerdá Cantavella, que es el último beatificado de entre los
mártires de la Guerra Civil.
Hoy, 14 de Agosto, víspera de la Asunción, en la
Colegiata se celebrará la eucaristía y, como acostumbra el actual Abad-Párroco,
presidirá una procesión claustral con la imagen yacente de María en su
dormición.
Ya estamos en feria. Que os sea leve.
Saludos cordiales, Miguel Mira
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