dijous, 29 de desembre del 2022

Hacia 2023

 

       Estamos en la Octava de Navidad, ya acabando un año en que nuestra vida, nuestras ilusiones, el quehacer diario ha estado abierto a la esperanza. Sin duda hemos de dar gracias al bendito Niño recién nacido, renacido en nuestro corazón, porque nos ha creado, hecho cristianos, que nos ha permitido agotar otra etapa en nuestra vida y que no nos negará la fuerza y el coraje necesarios para abordar una nueva singladura.

       Estamos expectantes ante una puerta que se abre y, a la vez, esperanzados de cara a ser capaces de aportar nuestra contribución a mejorar en lo posible esta maltrecha sociedad cada vez más impermeable a los valores que aquel Nacimiento trajo consigo.

       Desde esta ventana que se me permite seguir usando, quiero dejar constancia del profundo sentimiento  con que hemos sido zarandeados a lo largo de 2.022. Ya pudimos retomar nuestras actividades con toda normalidad, lo que nos satisfizo, eso de una parte; pero, de  otra, recibimos cuatro inesperados golpes: ya no están entre nosotros los hermanos portadores ÁNGEL GAITÁN FERNÁNDEZ,  ANTONIO CABRERA GIL, JOSÉ CONEJERO MASIP y JUAN CARLOS PERALES BELLVER.

       Nos consuela que ellos, junto al Padre, interceden por nosotros.

       No sería justo que nosotros no nos acordáramos de ellos cuando levantemos la mirada hacia Jesús y le pidamos que les tenga consigo.

                                              



       Queridos hermanos y hermanas portadores: os deseo un Año Nuevo próspero y fructífero. Nuestro Padre Jesús Nazareno “nos bendiga y nos guarde; el Señor nos muestre su rostro radiante y tenga piedad de nosotros; el Señor nos muestre su rostro y nos conceda la paz”

       (Números, 6, 24-26).

      

       Como siempre, vuestro Miguel Mira