dijous, 16 de març del 2023

EN PLENA CUARESMA...

 

EL PREGÓN

 

            Dos mil veintitrés es el primer año de la presidencia efectiva bianual de la Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno al frente de la Hermandad de Cofradías de la Semana Santa de Xàtiva; y el primer acto solemne propio de esta confederación de asociaciones de fieles es el Pregón de nuestra Semana Grande. Grande por historia y por tradición; pero GRANDE por lo que representa como testimonio de que el espíritu de fe que la anima no ha decaído… ¿O tal vez sí? ¿Somos reiterativamente rutinarios? ¿Verdaderamente nuestra actitud es trasunto de una vivencia sincera y consecuente de nuestra fe? ¿O somos meros actores de un clásico y hermoso auto sacramental? Estas son preguntas a las que aquí no voy a dar respuesta, porque merecerían un espacio de mayor alcance y, a mi entender, un estudio conjunto de las cofradías de Xàtiva. En el momento presente, ustedes, queridos amigos, van a ser los testigos de cargo. Yo soy parte interesada y milito en la zona criticable. En cualquier caso, recuerdo que hice mi balance personal, públicamente, en 1983 cuando me correspondió el honor de pronunciar el pregón de Semana Santa, que hoy transcribiría punto por punto. Con sano discernimiento, piénsenlo, decídanse, critíquennos o den su pláceme. Una crítica constructiva siempre será bien recibida.

            Dicho esto, prosigamos. El domingo, día 12 de marzo, con una discreta asistencia, en una colegiata que lucía en todo su esplendor,



Fray Vicente Grau, de la Orden de Predicadores, revestido con su blanco hábito dominico, nos ofreció una lección de sencillez, tanto en lo relativo al contenido como en el modo de exponerlo. Es claro que su experiencia como maestro ejerciente tiene mucho que ver con mi apreciación; él ya advirtió que no iba a ofrecer ni un sermón ni una conferencia, y lo cumplió, porque en aquella media hora demostró que no se pueden decir más cosas en menos tiempo, sin que nadie quedara desatento o distraído; que se puede lanzar un mensaje muy claro, proponer unas reflexiones concisas, sobre cuestiones fundamentales, que llegaron a sus destinatarios como esa lluvia fina que empapa la tierra, la sazona, y nos llega distinta y diáfana.

            Dividió Fray Vicente su pregón en tres partes. En la primera, sobre la base del pasaje que leemos en Marcos 8, 27-30, tuvo que ver con la idea, la imagen, la experiencia de Dios que tenemos cada uno de nosotros; y la propuesta del pregonero se resume en la pregunta que Jesús hizo a sus discípulos: “…Y vosotros ¿quién decís que soy yo?”, pregunta que nos interpela a cada uno de nosotros y que en algún momento de la vida nos tendremos que plantear. Acabó esta parte con la siguiente conclusión: “Cuando el ser humano piensa en Dios, normalmente, piensa en el poder y la fuerza; por eso muchos no entienden por qué razón no acaba con la guerra, el hambre, la violencia, las enfermedades, las desgracias y todos los problemas que vive la humanidad. Otros, pensando que Dios tiene poder y dominio sobre el ser humano, tratan de defenderse de Él y lo tienen como a enemigo…” “…Quien pronuncia el nombre de Dios pensando en la fuerza el dominio y la violencia no habla del Dios que Jesús nos ha revelado.” Ese Dios es aquel que cuando Pedro se negó a que le lavara los pies dijo claramente: “Si no te lavo los pies, no tienes parte conmigo…” Es decir, Dios es puro amor, puro servicio. Jesús no vino a ser servido sino a servir. “Jesús contrapone un mesianismo de poder a un mesianismo que consiste en servir”.

            La segunda propuesta se basó en la participación camino del calvario de Simón de Cirene, desde cuyo relato (que recogen los tres evangelios sinópticos) puso en valor, con didáctica claridad, lo que supone no ya el llevar cada cual su propia cruz en el seguimiento de Cristo, sí que también, como dijo San Pablo (Gálatas 6,2) “Ayudaos a llevar las cargas los unos a los otros”, es decir, que “vivir la Semana Santa  nos recuerda que seguir a Jesús es ser compasivos. Algunos dicen ser solidarios. En cristiano, mejor digamos ser compasivos, porque ser compasivos es padecer con quien padece…” “…es coger la cruz del otro, y no porque me obliguen (como a aquel Simón de Cirene), sino porque quiero compartir el sufrimiento con él. Porque sigo a Jesucristo; porque quiero ser compasivo como Él fue compasivo.”

            Siguió Fray Vicente exponiendo el valor catequético de nuestras imágenes procesionales de Cristo y de la Virgen, para enlazar con la tercera y última reflexión, que voy a transcribir íntegra, porque si bien durante la reflexión sobre el sentido de nuestros pasos procesionales llegué a emocionarme, este último tranco me dio luz sobre algo que siempre me resultó llamativo como el por qué los Evangelios no hablan de un encuentro de Jesús resucitado con su Madre. Veamos:

            “Precisamente, la tercera reflexión tiene que ver con la Pascua. La resurrección de Jesucristo es el fundamento de nuestra fe. La Semana Santa no acaba con el Viernes Santo. El final es la explosión del amor que Dios nos tiene ressucitando a Jesucristo y dándonos este mensaje: Jesús es en verdad el Hijo de Dios, Dios hecho hombre.

Y os ofrezco reflexionar en el Cristo Resucitado. En concreto en el Domingo de Pascua. Jesús se encuentra con su madre.

En el año del centenario del patronazgo canónico y 50 aniversario de la coronación de la Virgen de la Seo, es obligado hablar de Jesús y su madre,  María: “Les Cortesies”, que manifiesta el encuentro en el camino del Calvario, y el del Domingo de Pascua: María se encuentra con su hijo resucitado. En muchos pueblos se celebra este encuentro pascual; pero no encontraréis en los Evangelios ninguna referencia a él.

            ¿Porqué no dicen nada los evangelios de este encuentro? ¿Hubo uno frente a frente de madre e hijo ressucitado?

            La respuesta de la tradición piadosa es que sí. Fray Luis de Granada (dominico), San Ignacio de Loyola, incluso Santa Teresa de Jesús, hablan de este momento tan importante para María. Todas estas referencias y otras más actuales que defienden esta aparición, la presentan como un premio de Jesús a su Madre. Pero en los evangelios no vemos que Jesús adoptara esta postura de dar premios. ¡¡¡Hubiera estado dándolos a toda hora!!! Jesús Ressucitado no se aparece nunca por razones sentimentales. Cuando Jesús se presenta ressucitado es por dos razones: o bien para fortalecer la fe, o bien para confiar una misión. Maria siempre ha tenido una fe fuerte,

mostrándola incluso a los pies de la cruz. Por ello, no era necesario fortalecer la fe de Maria. Y la misión, precisamente,  Jesús se la da desde la cruz cuando la presenta como madre nuestra.

            La Virgen María ha estado intimamente unida a su Hijo en la Encamación, en su Pasión y en su Muerte. ¿Cómo no va a estar unida en su Ressurrección? Como dice Martín Descalzo, para Maria, Jesús siempre ha estado ressucitado en su corazón sin necesidad de que se le apareciera. No necesitó más consuelo que la fe. El premio de Maria fue no necesitar apariciones para creer. María se convertía así en el modelo de los bienaventurados que creen en Él sin necesidad de verlo.

Es el modelo para que nosotros creamos sin haberlo visto, sin tocarlo, sin escucharlo físicamente.

Es la bienaventuranza que no disfrutaron los apóstoles y que fue reservada a María.

            Y para nosotros el encuentro del Domingo de Pascua, aunque no digan nada los evangelios, es una tradición y una catequesis que no hay que perder.

 

            A veces deseamos ver a Jesucristo y tener así pruebas de que está vivo, como Tomás, el apóstol, que necesitaba ver para creer.

            Quizás necesitamos imágenes como las que saldrán por las calles de Xàtiva, imágenes que vemos y tocamos; pero ver y tocar no le da mayor claridad al misterio. Lo que vale es el amor y la fe en Jesús Resucitado. Y el que no tiene esa fe en Él, por mucho que vea y que toque, no experimentará a Jesús Resucitado.

 

            Fray Vicente, rubricó su pegón así:

            “Os invito a vivir estos días acompañando a Jesús y a la Virgen María, tanto en presencia de las imágenes en las procesiones como en los oficios litúrgicos en las parroquias. Jesús Resucitado está presente en la Palabra y también en el pan y vino de la Eucaristía; sobre todo, os invito a vivir no sólo la Pasión y Muerte de Jesús, sino también la Resurrección. Este pregón tiene la continuación en otro pregon: el pregón pascual, aunque éste sí que se pronuncia durante una celebración litúrgica: la vigilia en la Noche de Pascua.

            No nos quedemos en el Viernes Santo. Pasasemos al Domingo de Pascua. No olvidemos que seguimos a Jesús muerto y resiicitado.

    Sí, ¡Cristo ha ressucitado y vive entre nosotros!

    ¡¡¡Que tengáis una buena Semana Santa y una buena Pascua!!!”

            Después de la entrega por el Sr. Abad y por el Sr. Alcalde de sendos obsequios al pregonero y del saludo a los asistentes de la señora presidenta, Dª María Luisa Pérez Esquivias, la Jove Orquestra de La Primitiva Setabense nos ofreció un magnífico concierto de música clásica, en parte y, en parte también, interpretando cuatro marchas procesionales adaptadas para orquesta. 

                                                                               

     CON TODO AFECTO, MIGUEL MIRA (12 DE MARZO DE 2023)


Aclaración.- Fray Vicente Grau pronunció su pregón en valenciano. Si los entrecomillados los he introducido traducidos al castellano ha sido mirando a que este blog recibe visitas desde muchos lugares y pensé que de ese modo facilitaría la lectura de tan interesantes reflexiones. Gracias. M. Mira