Y LAS SECULARES
TRADICIONES VUELVEN A NUESTRAS CALLES
Así lo anuncia un
espectacular cartelón instalado en el arco representativo del antiguo Portal
del Lleó a la entrada de la Ciudad.
La imagen de Jesús
Nazareno, pasando por debajo del campanario de la Colegiata, da la bienvenida a
quienes quieran presenciar nuestra
SEMANA SANTA.
29
de Marzo de 2.014. Diez de la noche, en punto. La Hermandad de Penitentes de la
Santísima Cruz se traslada desde su sede social a la Iglesia de Nuestra Señora
del Carmen, templo que ha de acoger sus cultos. Una campana anuncia, de trecho en trecho, la
presencia de los hermanos, vestidos con túnicas de color marrón oscuro, cíngulo
blanco de cordel y verduguillo. Salvo los portadores con cruz al hombro, los
demás iluminan su paso con grandes antorchas encendidas, a la vieja usanza.
Todos (conté treinta y dos, salvo error) arrastran gruesas cadenas. Un
estandarte bordado abre el cortejo tras la campana y un timbal redobla y lo
cierra. Vimos a nuestro querido D. Francisco Doménech en la asistencia
sacerdotal. Un solo arreglador. Tras cierta variación del recorrido de llegada
a la parroquia por razones de pura logística, sin duda, y con cierto retraso
sobre lo previsto, fueron recibidos los penitentes por el Señor Cura Párroco,
D. Juan Antonio Agud, y uno de aquellos sacó del interior del templo una cruz,
construida a semejanza de las otras tres que llevan los cofrades, bien que con
un único adorno: la corona de espinas; y conteniendo una reliquia de la Vera
Cruz. El sacerdote leyó una estación del Vía Crucis, en la que se meditan las
tres caídas de Jesús en la Vía Dolorosa, que fue escuchada con religiosa atención y
absoluto silencio. Acabada esta breve meditación, la campana y el timbal
marcaron la iniciación de la procesión de penitencia, que siguió por el
itinerario prefijado.
Como
saben, esta asociación de fieles es de reciente creación, aunque sus cofrades
provienen de otra más antigua, sin que nos conste exactamente la razón de su
por qué; pero ésta es una cuestión que me abstendré de comentar.
Los hermanos diciplinantes, eso sí, han mantenido el rigor que les ha venido caracterizando al exteriorizar su penitencia;
han asumido como regla la más formal observancia del anonimato, el silencio y
la disciplina. Orden impecable en el desfile y un signo patente de su
vocación: La Cruz. Una cruz-relicario desnuda, coronada de espinas. El símbolo
de la redención: “Este es el árbol de la
Cruz donde estuvo clavada la
redención del mundo…” Venite, adoremus…! Así lo cantamos y proclamamos el Viernes Santo.
En
la Procesión General del Santo Entierro, ese Viernes, esta Hermandad se ubicará
detrás de la de los Portadores de Jesús Nazareno y precederá al Cristo de la
Expiración.
El próximo viernes, día 4 de Abril, celebrará su penitencia la Cofradía del Cristo de la Buena Muerte.
Vuestro, Miguel Mira.
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