Si Cristo no ha resucitado, vana es nuestra
fe.
(1 Corintios 15:14).
Espléndida
mañana de Domingo de Resurrección.
Y el ángel dijo a las mujeres: …Aquel a quien buscáis no
está aquí ¡Ha resucitado! (Lucas, 24 – 6). Ya sonaron anoche campanas de gloria
y ya ha amanecido con el Regina Coeli, ¡Laetare! Puntualmente, las imágenes de
Jesús y María Inmaculada estaban dispuestas y al son de tambores y música,
partieron anunciando a la ciudad y a todos quienes quisieran oírlo que
celebramos el gran misterio sobre el que se asienta nuestra fe; pero a pesar de
los años transcurridos desde su fundación; a pesar de la ilusión, del
entusiasmo de sus promotores, estamos, al parecer, tan pendientes de otra “pascua”
que no se consigue la que sería de desear manifestación multitudinaria. Es como
si diéramos por hecho que ya todo el mundo sabe que Cristo ha resucitado, lo
hemos asumido, estamos alegres y merecemos abrirnos al campo… Pero, oíd: ¡si el
campo seguirá ahí dos horas más tarde…!
Hoy hemos tenido sorpresa. Cuando se
ha representado el encuentro de Cristo con su Madre, la banda de música ha
hecho sonar las notas del ¡¡Resucitó…!! que ha resonado también cantado
fervientemente, al unísono con el tintinear de las numerosas campanillas que
portan los asistentes; pero es que, terminado este gozoso ceremonial, lejos de
volver a la seriedad de las marchas regulares, con el pláceme general, la banda
ha lanzado a los cuatro vientos un festivo pasodoble, que ha arrancado la
sonrisa de todo el mundo. Después ya reanudada la marcha hasta la parroquia, ha
primado un himno eucarístico. El vuelo de las palomas, que no ha faltado, nos
transmitió su signo de paz; la música, la alegría de ser tus testigos, Señor.
Ahora repetiremos hasta terminar el
tiempo de Pascua: Regina coeli, laetare, aleluja, quia quem neruisti portare,
aleluja, RESURREXIT SICUT DIXIT ¡¡¡ALELUJA!!!
Bona Pasqua, bons germans!
Salutacions, M. Mira Manzanaro
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