ESTE FIN DE SEMANA y el LUNES…
…Se
celebraron las procesiones de traslado de las imágenes del Santo Sepulcro y del
Santísimo Ecce Homo, así como la penitencial del traslado de las Cruces por la
Cofradía del santísimo Cristo de la Flagelación.
Valga el comentario de la última reseña
sobre la escasa, casi insignificante, presencia de espectadores en nuestras
calles, quizá menos ostensible el lunes 12. Yo no sé si son el tiempo desapacible,
la falta de interés o el nada propicio ambiente, más próximo a la pólvora que a
los rezos y/o penitencias, la causa de esta frialdad, cada año más acusada. La
cuestión es que la gente “pasó” ostensiblemente, y ahí lo dejo para que cada
cual piense si es que entiende que hay algo que pensar o saque sus
conclusiones, si hubiere alguna que sacar.
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I
Sin el sepulcro no podría levantarse en tres días aquel
“Templo” según prometió el Maestro, el Hijo del Hombre.
En aquella cavidad, corrida la piedra que la sellaba, ocurrió
la gloriosa explosión de La Vida triunfante, aquel deslumbrante domingo, aquel
sorprendente milagro entre los milagros, sin el que sería vana nuestra fe, al
decir de San Pablo.
Nuestra histórica Semana Santa acoge esta XIV Estación del Calvario
con preciosa urna y ruidosos timbales. Es plausible ese relativo anacronismo
anacronismo, en tanto que los timbales rememoran la tiniebla (Marcos, 15. 33),
acaecida cuando Jesús clamó con aquel grito de auxilio al Padre
aquel Eli, Eli…! ¿Por
qué me has abandonado? (Mc. 15, 34).
Por tres veces, los timbaleros de la Cofradía del
Santo Sepulcro, el Viernes Santo, recorrían las calles entre la Parroquia de San
Pedro y la Colegiata a las tres de la tarde (Al
llegar la hora sexta, toda la región quedó en tinieblas…); “Els recaos”, metáfora ahora silenciosa,
que, no obstante, se reproduce en las dos ocasiones en que Cristo yacente en
aquella preciosa urna es mostrado a los fieles en procesión. En aquella época,
ni cuando fue creada la Cofradía ni hasta el año 1.966, existió en nuestra ciudad imagen de Cristo en
el momento de la Expiración, que es en el que los evangelios (Mc. Ya dicho; Mt.
27, 45) sitúan la tiniebla (de ahí ese leve anacronismo que arriba cito); y,
como antes he dicho, parece plausible que de manera tan plástica, la tiniebla
preceda al sepulcro.
De año en año, aumenta el número de chavales que forman la banda
de mini timbales; para mi gusto (y de gustos no hay nada escrito) este grupo se
está ciñendo demasiado al corte clásico de una banda de tambores, lo que
devalúa el efecto “tiniebla”; pero, ya digo, es opinión inexperta de un mero
observador.
Nutrida procesión de vestas e invitados, “armats” y largas
presidencias; y, al final, La Vella, rubricando con notas tradicionales de su
amplio repertorio este acto anticipado por causas ya comentadas.
II
Rey, de espinas coronado…
Qué Itinerario tuviste, Jesús, que
sufrir: desértico e inhóspito para que fuera tu imagen trasladada a la casa del
nuevo clavario… La noche gélida; el ambiente en “stand by”… Qué pasa, bons germans?
Me dio la impresión que aquel fue un
acto de puro trámite. Y no voy a pasar de aquí.
III
Menos fría que la anterior, fue la noche del lunes, aunque el
movimiento de gentes expectantes no fuera para echar cohetes. Pero, al fin y al
cabo, para hacer penitencia no se necesita público.
Sea cual sea el objetivo que cada cofradía se marque, si se
trata de cumplir con rigor, seriedad, puntualidad y orden, bienvenido sea.
De todo ello, la Cofradía de la Flagelación viene siendo
ejemplo.
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Me pregunto en forma inclusiva: ¿Estamos evangelizando?
Con afecto,
Miguel Mira
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