...Venida
o llegada, especialmente si es esperada y solemne.
Si buscamos en el diccionario de la
palabra advenimiento, esa es la primera acepción que nos aparece
reflejada en él.
Hemos iniciado el tiempo de
adviento, es decir, en la liturgia católica, el período de cuatro semanas que
preceden a la Navidad, al advenimiento de nuestro Dios, al que esperamos con
toda solemnidad.
Podríamos pensar: bien, nada nuevo;
así es cada año… No obstante, habréis podido observar cómo desde hace algunos
años las homilías que escuchamos (quiero pensar que no solo las oímos), se
detienen, por lo general, en la llamada de atención sobre la desviación del
sentido de esta festividad, de este acontecimiento, que ya no sabemos, bueno,
muchos parecen no saber o no querer recordar, que tiene una significación en
grado sumo importante, porque es, nada más y nada menos, la recreación de la
acción generosa de Dios dando vida humana a su Hijo primogénito sobre todo lo
creado. Antes al contrario, lo importante parecen las guirnaldas, los
escaparates, los viernes negros, los espumillones, la purpurina, y las
lucecitas, esos millones de lucecitas, hermosas, llamativas, sí, pero que más
que mostrarla, con su pretencioso iluminar, ocultan la verdadera LUZ. Alguien,
acertadamente, ha criticado que todo eso, toda esa parafernalia anunciadora de
un acontecimiento no está acompañando una FIESTA, sino que quiere anunciar que
estamos en tiempo de NAVIDAD.
Lo de los regalitos, vale, claro es que
lo agradece el comercio y quien se siente obsequiado; pero, tras ese derroche
de generosidad material, deberíamos reflexionar si esa es la manera más idónea
de celebrar la Navidad o es la excusa ante una costumbre puramente pagana. Ya
saben: aquella majadería del solsticio… No quiero decir que todo el mundo actúe
ajeno al verdadero significado del Adviento, de la Navidad o de la Epifanía.
No. No es eso; es que parece que se está perdiendo, quizás se ha perdido la
perspectiva, a causa de una exaltación del dios “consumo”, mezclando churras con
merinas.
Y, precisamente, ayer las lecturas
de la Misa nos recordaban la necesidad de ser morigerados en nuestra actitud de
espera… y, vale, desde Isaías hasta hoy, ni te cuento.
Por la mañana, los domingos tengo
costumbre de abrir el televisor por La 2 y asistir virtualmente a la
celebración de la eucaristía. Ayer se celebró desde la capilla de un colegio de
la orden de Jesús y María, en Madrid. Lógicamente, cantaron los coros de
adultos e infantes (una gozada, que a mí me ayuda a sumarme al acto íntimamente).
Celebró la Misa, cono otros dos religiosos, un padre jesuita y su homilía fue
una de esas que capta tu atención por su certero enfoque, Su planteamiento y
sus conclusiones. Y nos ofreció una visión del panorama en que estamos insertos
con un ejemplo para escolares:
En un aula, mientras el profesor
está impartiendo clase, los alumnos están atendiendo, tomando apuntes,
contestando preguntas disciplinadamente; pero en un momento dado el maestro
tiene que salir de clase y ruega que sigan en los deberes y se comporten.
Cuando sale el profesor, al instante, los alumnos eligen a un compañero para
que vigile por ver si aquél vuelve y dé la voz de ¡Que viene!; y mientras va
armándose el barullo, que si la espera es larga sigue in crescendo y tiene que
intervenir la dirección del centro para acallar el alboroto. Nosotros hemos estado atentos a
la celebración de la Navidad mientras no se ha interrumpido la clase por esa
amalgama de llamadas externas y atrayentes filigranas, lucecitas y escaparates
maravillosamente decorados… y estamos esperando que el vigía nos grite ¡¡Que
viene, que viene!! Sin embargo, esa no es una actitud cristiana. Nuestra
actitud debería ser la de desear que el profe llegara pronto para seguir
aprendiendo y, entonces, gritaríamos nosotros: ¡Ven! ¡Ven! Ven, Señor, no
tardes. ¡Ven que te esperamos!
Así pues, desde este pequeño
espacio, os deseo que la espera de la llegada de Jesús sea corta, feliz, llena
de claridad, porque frente a las lucecitas refulgentes quien viene a nosotros
es LA LUZ.
Un abrazo, Miguel Mira
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada