dimarts, 28 de març del 2023

EN LA SEMANA DE PASIÓN

LA AMPLIA TARDE NOCHE DEL DOMINGO 26 DE MARZO DE 2023

 

            Aunque con un poco de retraso, sigo intentando ahora retomar el hilo de las actividades programadas por la Hermandad de Cofradías y sus asociaciones confederadas (que así se denominan en terminología oficial). Nos quedamos en el breve comentario sobre la procesión de traslado del Santo Sepulcro, que lució como en años no había podido lucir en asistencia, seriedad y organización merecedoras de reconocimiento por su ejemplaridad. Al menos, así me lo pareció.

            Y llegamos al Domingo último de Cuaresma, en el que se celebró el ya acostumbrado Concierto de Semana Santa, en el que, habitualmente se interpretan marchas procesionales. Lo que se recauda por el modesto donativo por la entrada se destina a fines sociales por la Hermandad. El Ayuntamiento, por ello,  cede gratuitamente el Gran Teatro.

            En esta ocasión turnaba la Sociedad Musical “La Nova”. La platea llena vio correr el telón pocos minutos después de las siete de la tarde con la banda ya en el escenario. Debo confesar mi sorpresa al comprobar que en la parte de viento metal se sentaban ¡seis tubas! Durante mis diez años de presidencia de esta sociedad musical nunca vi tan  nutrida cuerda grave y se notó especialmente al sonar “Memoria eterna”; pero no adelantemos acontecimientos.

            Me interesé por el programa previsto y me llamó la atención que en una primera parte denominada “de espiritualidad” figuraban tres obras desconocidas para mí y traté de conseguir información, por medio de la cual me percaté que estas tres obras nada tenían que ver con la Semana Santa. Sonaron bien; pero nada que ver. La primera “Lux aurumque”, que podríamos traducir como “Una luz como el oro”, nació como composición coral, aunque su propio autor, el norteamericano Eric Withacre,  la adaptó para banda de viento, y fue escrita para la Navidad. Como digo, sonó bien y  es corta duración. Fuimos in crescendo a vernos inmersos en la ópera Lohengrin, de Wagner, y aunque el título de la parte que se nos ofrecía es “Elsa’s proession to the catedral”  y no puedo ponerle reparos a la interpretación, la verdad es que, espiritualmente, no me dijo nada. Quizás me fallara la sensibilidad.               

            “Et in terra pax” , última obra de esta primera parte fue, de las tres, la que más me movió a sentir su aire dramático. Tampoco la conocía y aquella narración sonora y de llamativas intervenciones de la voz humana, en recitativos intercalados, me hizo pensar cuál era la intencionalidad del autor, el belga Jan Vander Roost; pero sobre todo me dejó algo perplejo el poema que recitó en valenciano uno de los músicos por su contraste frente al título de la obra, ya que no hablaba de paz sino de guerra, de muertos, de desesperación…

            Así que conseguí el texto en inglés, que me facilitó otro músico, compañero del rapsoda ocasional, e su misma cuerda de saxofonistas. Se trata de un llamado "A sonnet XXXIV”, de Charles Hamilton. Este poeta británico he podido saber que hubo de participar como soldado en la I Guerra Mundial, y entonces entendí sus dramáticos versos y comprendí que la rebeldía que rezuman nace del horror ante la contradicción de ciertos desalmados hombres que se convierten en señores de la guerra contraviniendo aquel cántico angélico del “Gloria in excelsis Deo et in terra pax …”         Les copio mi traducción libre al castellano, que me parece útil para que ustedes juzguen:

 

            “Cuando ves millones de muertos sin boca

a través de tus sueños que van en pálidos batallones,

no le quites importancia como han hecho otros hombres,

como recordarás, porque no necesitas hacer eso.

No les alabes, porque, sordos, ¡Cómo han de entender…!

¿No se amontonan maldiciones sobre cada cabeza cortada?

Ni llores. Sus ojos ciegos no ven correr tus lágrimas.

¿Y su honor?. ¡Es tan fácil estar muerto…!

Solo di esto: “Están muertos”. Luego añádele:

“Sin embargo, de  mucho mejores han muerto ya antes”.

            Luego, escaneando toda la masa superpoblada,

si reconoces entre la muchedumbre una cara conocida y amada,

no te extrañes, es un espectro; nadie tiene rostro conocido.

            La Gran Muerte lo ha hecho todo suyo para siempre.”

 

            Como ven, podríamos concluir que el autor del poema quiere denunciar la injusticia y la barbarie de la guerra frente a aquel cántico angélico que el Evangelio narra en la Nochebuena y, de ahí, la reacción del espíritu quebrantado del poeta; pero para llegar a esta idea final, quizás hubiera sido pertinente una breve referencia en el programa de mano.

            Como he dicho, la obra me gustó, solo que, como tragedia, pienso que no era la más idónea para este concierto ni aun contando con la información adecuada; ello suponiendo que mi interpretación sea la válida. Yo no tengo otra.

            Distinta fue la segunda parte, en  la que pudimos gozar de música para procesión escrita por autores setabenses, con una sola excepción, aunque se tratara de un músico de esta comarca.

            La primera interpretación de la banda correspondió al estreno absoluto de una marcha compuesta por Romualdo Gasó Biosca, percusionista de natural vinculación a La Primitiva Setabense, de amplios estudios, que ha decidido aventurarse a la difícil y loable tarea de la composición;  y lo está haciendo muy dignamente, como  lo demostró su marcha “In Sepulcro”, interpretada sobre la proyección de un video en que pudimos ver exhaustivamente tanto la urna procesional como el Cristo yacente de la Cofradía local el Santo Sepulcro. ¡Enhorabuena! Fue una gozada.

                                                                        


 

            Solemnidad, de José Pérez Ballester, es de las más habituales en esas noches de concierto itinerante por la Xàtiva profunda de recoletas plazas y sinuosas calles de nuestro núcleo antiguo, noches en las que, si la brisa es ligera, nos regala el embriagador aroma del azahar de los campos que empiezan a florecer...

            El “Santo Entierro” y “Cristo del Cachorro”, obras del músico clarinetista en activo, de La Nova, Rafael Sanz  Mayor, son dos preciosas marchas, que no te cansarías de escuchar una y otra vez. La segunda de ellas se estrenó el Domingo de Ramos de 1.999, día en que nos acompañó en  nuestra procesión de traslado cuando fui yo mismo el clavario, aunque bien es cierto que está dedicada en particular, en cuerpo y alma, a la cofradía del Santísimo Cristo de la Expiración.

            Entre una y otra marcha de Sanz Mayor, que hubo de saludar, llamado por el director, tras de la interpretación cada una de ellas recibiendo sendas ovaciones, escuchamos “Memoria eterna”, una composición que La Nova puede poner en atril diríamos que en exclusiva, gracias al regalo que supuso su dedicación por el maestro D. Eduardo Sanchis Morell, músico, historiador y director que fue de La Nova. Más arriba he mencionado la extraordinaria presencia de las tubas, esenciales cuando el autor introduce el “dies irae, dies illa”, cántico que se acostumbraba a entonar en las misas de difuntos, cuyas notas se inspiraron en Berlioz (Sinfonía Fantástica) y, como siempre que la escucho me sobrecoge, como se lo digo.

            El director, José Miguel Fayos, de fácil y elocuente palabra, al acabar la última pieza programada se acercó al micro para ensalzar la dedicación, esfuerzo y disciplina de los músicos, que amenizan  nuestros actos festivos cuando los demás gozamos de la fiesta; y, asimismo, el orgullo que supone que una parte del programa se haya dedicado a música compuesta por autores setabenses, recabando la atención que merecen, acabando por anunciar que, como bis, nos volverían a ofrecer “In Sepulcro”, como así fue, ganándose la banda un cálido y largo aplauso,. Como lo recibió el compositor, presente en el acto, con todo merecimiento.

            No les he dicho que el concierto lo presentó nuestra presidenta, María Luisa Ramón Pérez. Uno de los músicos me comentó que sus compañeros mostraron su admiración por la perfecta y clara dicción de la presentadora, por haber conseguido en breves y claras palabras definir lo que significan las marchas procesionales para los setabenses. Enhorabuena, señora presidenta. Conste que no es un cumplido.

 

***

Noche del domingo.

 ECCE HOMO.

 

            Acudí unos minutos tarde a ver salir la procesión, y llegué al tiempo que comenzó a desfilar la cofradía, la imagen y la presidencia y, tras ellos, la banda de la Música Nueva. Me encontré en la plaza a dos jóvenes compañeras portadoras de Jesús Nazareno y, con ellas, seguí la tradición de “les cantonaes”. Subimos por junto a la Merced para situarnos en la esquina del Carrer Pouet, porque ya el pendón de guía ya asomaba por Hostals, y… ¡comenzó a pasar gente de particular con cirio como en los mejores tiempos!. Otra vez se me desmonta el mito de la caverna, gracias a Dios. Pero..., siempre hay un pero. Los fieles acompañantes cumplieron. No se pudo decir que hubiera más gente detrás que delante de la imagen. Pero…llegaron los congregantes y conté no demasiadas vestas y quedé un tanto decepcionado. No es una opinión, es un hecho. No obstante, debo callar porque espero a ver cómo nos comportamos los portadores de Jesús Nazareno; y lo digo porque observé los mismos “vicios” que nos afectan: sin distancias, con cierta informalidad y conversaciones que acabaron cuando la imagen entró en su lugar de estación, o sea, en casa del clavario.

            Me dio la impresión que portadores eran los justos. Y pensé en el Jueves y Viernes Santo, era lógica la preocupación.

            Las presidencias, las acostumbradas; y la banda de música, completa, incluso con las seis tubas. Para mí, personalmente, un orgullo. ¡Soc de La Nova!

            Santísimo Ecce Homo: Por tu sangre preciosa ¡Ven en nuestro auxilio, apresúrate a socorrernos, danos tu amor!

            Con afecto, Miguel Mira