La reflexión que nos ofrece D. Joaqín sobre el texto que transcribimos ayer, es enjundiosa y merece una lectura sin prisa y exigente. Para mí, ¿quién es Jesús?
HOMILIA DOMINGO 24/Ciclo B
Por D. Joaquín Núñez Morant, Canónigo
Honorario de la Colegiata Basílica de Santa María. Xàtiva 15-9-2024
Parece ser que cuando Jesús va a Tiro y Sidón, según dicen los especialistas, los discípulos no lo acompañaban, como tampoco en la Decápolis. La pregunta de Jesús: “¿También vosotros os queréis marchar? provocó que muchos lo abandonaran.
La fe débil o la falta
de fe suele manifestarse de forma agresiva y fanática, y muchos se refugian en
la tradición o en la costumbre y no encuentran el suelo bajo sus pies. Jesús
provoca muchas veces y lo hace para iluminar primero y enseñar después.
Hemos iniciado este fragmento evangélico: Jesús y sus discípulos se dirigen a
Cesarea de Filipo, hijo predilecto de Herodes, a quien dio la parte más rica
del norte de Israel; admirable por su paisaje tan hermoso, como un paraíso, la
tierra más fecunda de Israel. Allí está el palacio de Filipo, allí está el
poder y riqueza del amigo y protegido de Roma que, por fidelidad al Emperador,
le da a la ciudad el nombre de Cesarea. Allí hay templos a distintas deidades
paganas, allí se gana y se pierde la dignidad, la libertad y lo más importante:
el ser hijo De Dios. Jesús va a poner a prueba a sus discípulos y nos pone a
prueba a nosotros, al ofrecernos su oferta de vida frente a la vida que
envidiamos: Cesarea y todo lo que tiene, o aprended de mí que soy manso y
humilde de corazón.
¿Quien dice la gente
que soy Yo? La gente sencilla dice que Juan Bautista… o uno de los profetas…
Pero vosotros, nosotros, ¿qué respuesta le
damos? En boca de Pedro: Tú eres El
Mesías. En un examen, matrícula de honor. Una memoria inútil, tanto que
prohíbe, decírselo a nadie, todo se comprenderá después de la Resurrección, para
que no confundan a la gente; de ahí que esa prohibición se repita a lo largo
del Evangelio.
¿Qué concepto tiene Pedro y
muchas veces nosotros, un nosotros muy amplio, muy común en todos los
estamentos de la Iglesia?
La tentación es muy grande, a sus
discípulos de ayer y de hoy nos gusta mucho una Iglesia poderosa, para evangelizar
mejor, con más medios. Todo eso lo hemos tenido, ya Inocencio III tuvo en sus
manos el sumo poder espiritual y material, poder de poner o deponer
emperadores. Como lic. en Historia de la Iglesia no es lugar de explicar los
siglos de poder material, procurado por los más poderosos de la Tierra. Al Papa
Zacarías (sigloVIII) le propuso Pipino el breve, padre de Carlomagno: hazme rey
de los francos y yo te haré Papa. Uno de los hitos de desposorios del Trono y
Altar.
Jesús (les) nos dice: el hijo del hombre, es decir, el hombre acabado, el
prototipo de hombre, el que nos dice que aprendamos de Él, tiene una historia
distinta de la que dibujaríamos nosotros, tiene que padecer…, ser reprobado y
ser ejecutado; lo sabemos de memoria pero no queremos recordarlo, pero, “a los
tres días resucitará”, expresión hebrea que indica una fracción de
tiempo corto. ¡Cuántos siglos hemos perdido para casar tres días de viernes a
la madrugada del domingo de Resurrección…!; Pedro ve que sus anhelos de poder
se vienen abajo, “Señor eso no puede ser, has de poder contra tus enemigos,
mira lo que perdemos, poder y riquezas.” “¡Ponte detrás de mí, apártate de mí
Satanás! Piensas como los hombres, no como Dios.”
Congregando a la gente, a sus discípulos y a nosotros mismos, nos dice la
máxima que el psiquiatra Viktor Frankl tiene como principio de cura de todas
las enfermedades psíquicas, e incluso el mayor nivel de cordura “quien quiera
salvar su vida la perderá, pero quien pierda su vida por mí y por el evangelio
se salvará”.
Seguir a Jesús supone: negarte a ti mismo, a tu egoísmo equivocado, a tu
avaricia, a ser el centro de todo, a tomar tu cruz, tu realidad, tus
circunstancias para que no te derroten, y entonces, mirando muchas veces hacia
atrás le diremos: Señor quiero seguirte.
El domingo próximo continuaremos.
Feliz domingo a todos y todas. El señor nos bendiga.
Hasta la semana que viene, si Dios quiere. Saludos, M. Mira
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