🙏
POR FAVOR, QUE NO SE APAGUE NUESTRA FE*
Extraña semana ésta, con sobresaltos y a oscuras en un día como el de San Vicente Ferrer, radiante, que obligó a usar baterías, linternas, cirios u otros medios sustitutivos de la energía de la que nos vimos privados, para incluso en el momento de celebración de la eucaristía, de aquella manera improvisada y como mejor se pudo. Fuimos pocos, pero bien avenidos. Normalizados ya, hemos de parar mientes en nuestra habitual reflexión sobre La Palabra, y en la oración para que el Espíritu Santo dote, en el inmediato cónclave, a los cardenales de un discernimiento acorde a estos tiempos que nos ha tocado vivir en bien de la cristiandad entera. Sigamos, pues, en la tarea y veamos qué nos dice hoy la reflexión del Padre Núñez, sobre la tercera de las apariciones de Jesús a sus discípulos junto al Mar de Tiberiades. Si estáis siguiendo estos comentarios, os habréis percatado de la insistente referencia a la Misericordia y, en conjunto a la necesidad de conocer a Jesús. Hoy, en su línea, nos pasa un texto con buen número de interrogantes, con cierta dureza en algunas alusiones, como sin duda os percataréis. Pero pienso que el Páter no hace ora cosa que recordarnos aquello del Sermón de la Montaña (Mateo, capítulo 5, versículo 48) “Sed perfectos, como vuesro Padre… etc.”
***
Del Evangelio de San Juan, cap. 21, versículos1-14.
Jesús se aparece a siete discípulos.-
“Después de esto, Jesús se manifestó otra vez a sus discípulos junto al mar de Tiberiades; y se manifestó de esta manera:
Estaban
juntos Simón Pedro, Tomás llamado el Dídimo, Natanael el de Caná de Galilea,
los hijos de Zebedeo, y otros dos de sus discípulos.
Simón Pedro les dijo: Voy a
pescar. Ellos le dijeron: Vamos nosotros también contigo.
Fueron, y entraron en una barca; y aquella
noche no pescaron nada.
Cuando ya amanecía, se
presentó Jesús en la playa; mas los discípulos no sabían que era Jesús. Y les
dijo: Hijitos, ¿tenéis algo de comer? Le respondieron: No. Él les dijo: Echad
la red a la derecha de la barca, y
hallaréis. Entonces la echaron, y ya no la podían sacar, por la gran cantidad
de peces. Entonces aquel discípulo a
quien Jesús amaba dijo a Pedro: ¡Es el Señor! Simón Pedro, cuando oyó que era
el Señor, se ciñó la ropa (porque se hallaba desnudo), y se echó al mar, y los
otros discípulos vinieron con la barca, arrastrando la red llena de peces, pues
no distaban de tierra sino como doscientos codos.
Al
descender a tierra, vieron unas brasas, y un pez sobre ellas, y pan.
Jesús les dijo: Traed de los peces que acabais de pescar.
Subió Simón Pedro, y sacó la
red a tierra, llena de grandes peces, ciento cincuenta y tres; y aun siendo
tantos, la red no se rompió.
Les dijo Jesús: Venid, comed. Y ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle: ¿Tú, quién eres? sabiendo que era el Señor.
Vino,
pues, Jesús, y tomó el pan y les dio, y asimismo del pescado.
Esta era ya la tercera vez que
Jesús se manifestaba a sus discípulos, después de haber resucitado de entre los
muertos.”
Comentario.
De nuevo Jesús Resucitado se hace presente, esta vez en Galilea, origen de la comunidad primera y origen de la vida de Jesús. Hemos de subrayar que ya no estamos encerrados por miedo a los judíos, estamos en cielo y mar abiertos, en medio del trabajo propio de aquellos pescadores y Juan parece indicar que al Señor hay que buscarlo en toda circunstancia y que está junto a nosotros no solo en el sagrario o en el templo, sino también en lugar profano. Para Dios toda la creación es lugar sagrado.
San Juan nos cita, casi al pie de la letra, el evangelio de Lucas (5,1-11) que vimos en el V Domingo del tiempo ordinario.
“Me voy a pescar”, dice San Pedro. San Juan, en realidad, pone en boca de Pedro lo que el Señor les dijo: voy a salvar de la muerte a los hombres; le acompaña la comunidad cristiana, todos nosotros con vocación de salvadores. Vivimos tiempos de desespero, no pescamos nada, el mundo no se interesa por la solidaridad. El Papa Francisco nos ha hablado de Misericordia, de solidaridad, de respeto al otro, pero, los aplausos, a su muerte, han sido para él… Sin embargo, dudo que Francisco haya creado escuela, pues, si así fuese, estaría ya siendo generosa en la atención a los pobres y necesitados. Pero hemos de ser sinceros: ¿A quiénes salvamos y acercamos a Cristo Resucitado?, ¿A quiénes arrancamos de la “muerte” y llevamos a la “Vida”?, ¿Cómo son y actúan nuestras comunidades...?
Sea cual sea nuestro papel en la Iglesia, debemos tener claro que solo Jesús nos habla ante el fracaso de la pesca, cuando misericordiosamente, nos dice: “Echad la red a la derecha de la barca y encontraréis”. Solo Jesús y solo Él nos enseña cómo hemos de ser para acercarnos a los demás, para ser cariñosos, como Él, para ser comprensivos, como Él, para evitar hacer acepción de personas, como Él, por perdonar siempre, como Él.
Esta es la tercera vez que Jesús se apareció a los discípulos, y hoy se nos hace presente a nosotros y nos pregunta como a Pedro: ¿Me amas más que estos? Aquí amor significa conocimiento, elección antes que otro valor. Ojalá contestemos con Pedro: “Sí, Señor, tú sabes que te quiero” y tomemos en serio nuestra misión en la Iglesia, nuestra vocación evangelizadora en orden a la salvación de todos. A cada sí, Jesús da más encargos a Pedro, y con nuestro sí, nos metiéramos más adentro del Corazón amoroso de Jesús, descubriríamos más ocupación amorosa, descubriríamos nuevas metas para salvar de la muerte por falta de fe enamorada en Jesús de Nazaret, ese que Natanael despreciaba y que, conocido, daría la vida por Él. Con solo el Evangelio, es decir, el conocimiento de Jesús, que es: amar como Él, mirar como Él, hablar como Él, seríamos como Él. Eso es predicar el Evangelio. Sin embargo, las librerías están llenas de programas, y coexisten espiritualidades que aseguran darnos soluciones a la crisis actual. Jesús nos dice “Echad la red a la derecha…”, “…y no tenían fuerzas para sacarla”.
Señor Jesús, pongo en tus manos todo mi amor, en correspondencia a tu Amor infinito; haz de mí un pescador para llevarte a todos los que he de salvar de la muerte siguiendo tu voluntad. Puedes llamarme y decirme: ¡Sígueme!
Joaquín Núñez Morant
***
Me permito añadir por mi cuenta una curiosidad. ¿Porqué San Juan nos da el número exacto de peces capturados después de echar las redes a la derecha de la barca? Siempre pensé que era un número calculado a ojo, por dar una idea aproximada del volumen de peces capturados, porque no creí que aquellos pescadores se entretuvieran contándolos uno por uno, pendientes como estaban de la presencia del Señor. He estado leyendo y he encontrado este comentario al respecto, que resumiría así:
El número 153. El texto de Juan señala que los discípulos capturaron "ciento cincuenta y tres peces grandes", un detalle aparentemente específico e innecesario si solo se tratara de una narración literal.
Algunos comentaristas ven en tal número una señal de plenitud o totalidad: en tiempos antiguos se creía que existían 153 tipos de peces en el mundo, por lo que esta pesca: 153 piezas, simbolizaría la misión universal de la Iglesia, destinada a reunir a todas las naciones….
…En conjunto, el pasaje puede verse
como una alegoría de misión, legalidad y cohesión, en la que el número
153 refuerza la legitimidad del acto (como un dato preciso), su carácter
inclusivo (todos los pueblos, como todos los peces), y su solidez estructural
(la red que no se rompe).
_______________________________
*(Esta entrada comenzó a escribirse el día siguiente al "apagón")
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada