DOMINGO DE RAMOS 2020
Esta mañana, seis de abril,
ha celebrado la Misa en la basílica de la Virgen, en Valencia, el obispo
auxiliar D. Arturo Ros; esta temporada la está celebrando casi todos los días
desde allí. El obispo Ros tiene el don de no dar puntada sin hilo y en sus homilías
no caben más palabras en menos tiempo. Hoy ha comenzado diciendo: “El centro de
nuestra vida es Cristo ¡El virus no!
¡¡Cristo!! Y precisamente por eso, antes de seguir con esta crónica del primer
día de la Semana Santa, nuestro testigo va a ser Cristo cargado con la cruz:
I
La processó va per dins…
Sábado de Pasión
Me
siento extraño. Algo así como lo que debe sentir un teléfono móvil o el
ordenata cuando se desconfiguran… Han de recobrar su identidad
tras un reset…
Así
me sentí yo mientras embridaba una rama de hojas verdes de plástico a una
traviesa del balcón de mi casa, a guisa o remedo de palma o cuando hacía sonar
la barandilla como sucedáneo de tambor a la hora convenida, siete de la tarde,
atraído por el redoble de unos timbales cuyo eco me llegaba desde la Av. de
Gregorio Molina y, con menos intensidad, de alguna otra calle próxima. Se
habían recibido mensajes por medio del whats-app y se intentó esa magna
tamborada precursora de la entrada de Jesús en Jerusalén: La Vespra. Y entré y
salí, y no encontré nada apropiado para unirme al grito opaco de timbales
percutidos en las cercanías. ¡¡Hosanna filio Davis! Pero me sacó de mis
casillas el abrir un vídeo con mil instantáneas de la procesión de La
Borriquilla, ambientado a toda pastilla con la banda sonora de ¡¡¡“Piratas del
Caribe”, Por Dios!!! El buen Jesús entrando a Jerusalén como un filibustero…
Crucificadle, sí ¡crucificad a ese insensato insensible…! Sí a ese
indocumentado que tuvo tal atrevimiento… Claro, me desmontó la tamborada, la
vespra y todo el simbolismo interiorizado durante el día. ¡Perdónales, Dios
mío, que sabían lo que hacían! No soporto estos detalles faltos de
sensibilidad, de sentido de la estética, de respeto por algo tan sagrado como
mi Dios... Y me tuve que resetear.
Menos
mal que a las siete y media la 8 Mediterráneo televisa la Eucaristía en directo
desde la Basílica de la Virgen y me calmé.
La
Vespra, ya pasó el sábado de pasión entre estas cuatro (son más, pero vale)
paredes y mi largo pasillo de zapatillas caminando arriba y abajo y en cada ida
o en cada venida mi saludo a Jesús Nazareno que tengo sobre el aparador, regalo
de mi cuñado nonagenario a su hermana… La noche de la Vespra…
II
Y
una mañana radiante: Domingo de Ramos, y la procesión va por dentro; procesión
claustral, al canto del “pueri hebreorum…” que resuena en mi memoria: La
Inmaculada, Dominicas, Claret… y todos los colegios de “Játiva” (La equis vino
después): “portantes ramus olivarum…”, cánticos ensayados por todos los alumnos
de esos centros escolares, y, desde el colegio de las madres dominicas, por la
calle de Moncada, los alumnos de quinto, sexto y “preu” de bachiller del José
de Ribera, animados por algunos profesores, vestimos aquellas túnicas blancas
ribeteadas de verde, como verde era la abotonadura y verde la caperuza o la
toquilla. Guardo fotos de mis compañeros y amigos portando aquella imagen…
Añoranza: ya no vive ninguno de los de aquellas fotografías. Soy el único
superviviente, que yo sepa, aunque de mi curso todavía puedo saludar a algunos,
pocos, pero no están en aquellas fotos.
Con
estos recuerdos en la cabeza, estoy de lleno en
Domingo de Ramos.
A
pesar de haberse anunciado la retransmisión de la Misa desde la Colegiata, a la
una de la tarde, he querido presenciar la Eucaristía en directo desde Roma. El
templo vacío impresionaba. El Santo Padre, un diácono, los asistentes del
altar, los tres sacerdotes lectores, unos pocos religiosos en los bancos,
guardando la distancia de seguridad y un coro, cuyos ocho cantantes estaban
situados también espaciadamente, pero sonaba a gloria.
Sobriedad.
Solemnidad. Recogimiento. No me hubiera perdonado perderme esta liturgia; y el
Papa Francisco, en la homilía, como siempre, conciso y al grano: tres ideas
sacadas del Passio de San Mateo. La traición, el abandono, el servicio… No
puedo resumir aquí el desarrollo de esas tres ideas, pero sí la conclusión a la
que se ha de llegar como legado del amor que se derramó en la cruz. Entrega,
donación sin condiciones a los demás,
especialmente a los desfavorecidos. Diez minutos.
Ahora
bien, no puedo silenciar algo que me ocurre cada vez que leo u oigo la Pasión
según San Mateo. Viene a cuento de esa traición a la que se ha referido el
Papa. Me emociona cada vez que suena el pasaje de la salida de Pedro de la casa
de Caifás, cuando después de cantar el gallo se dio cuenta de su deslealtad, de
su cobardía: “Venit fora et flevit
amare…” Me imagino a aquel hombretón “echao pa lante” llorando amargamente
en lucha consigo mismo después de esa deserción… Y me emociono; no lo puedo
remediar. Pienso de Jesús sabía perfectamente lo que iba a pasar: primero el
miedo y la deserción, pero enseguida el arrepentimiento, el llanto, la responsabilidad.
La prueba es que no le despojó de las llaves de su Reino. En la literatura pudo
haber una segunda huida; recordad aquel “quo vadis”…, pero solo fue literatura.
Acabada
la celebración en Roma, claro, he sintonizado la Comarcal. Comenzó unos minutos
tarde, tras unos anuncios comerciales y espero que fuera seguida por los cofrades de nuestra ciudad y televidentes asiduos
de la comarca. No haré más comentarios.
III
Anoche
hubiera correspondido trasladar la imagen de clavario desde el domicilio de Ximo
Vinaches al de Gracia Rovira, pero…
Ante la terrible tormenta (sic) que
se cernía sobre nuestra ciudad, hubo que decidir el confinamiento de nuestros
clavarios, Jesús mediante.
En
retrospectiva, on line, nuestra imagen fue llevada de nuevo a la casa del Clavario
para que permanezca en ella hasta el próximo año 2021, si Dios quiere.
Y
si no se cumplen los augurios de algún temerario vidente, de nuevo saldrá en procesión para que pueda
Gracia Rovira guardar nuestra venerada imagen otro año sin pandemias y sin más
impedimentos.
El
propio Ximo, ayer, decía: “…las procesiones no son lo importante, porque al
final lo que de verdad importa y llevamos dentro es la fe y el enorme orgullo
de pertenecer a esta Hermandad de Portadores y haber podido ser clavario. Lo otro
son cosas de la naturaleza ¡que no podemos controlar!
No
cabe, pues, mas que evocar la larga historia de nuestras tradiciones para
externalizar esa fe que ha de centrar nuestra vida.
No
sabemos lo que nos deparará el reencuentro con la normalidad. Pero para
nosotros, portadores/as de Nuestro Padre Jesús nazareno, la primavera ha de
abrirse a una explosión de verdadera fraternidad, a esa comunión de gozo por
ser hijos de Dios; a esa explosión de caridad expansiva, inclusiva e
irrenunciable entre nosotros mismos y hacia quienes nos necesiten.
El
comienzo de esta crónica no puede quedar solo en presente. Nuestra vida estará
centrada en Cristo mañana y, así, todos los días de nuestra vida.
Un
fuerte abrazo, Miguel Mira
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