divendres, 22 de novembre del 2024

A LAS PUERTAS DEL TIEMPO DE ADVIENTO

 

            Hoy corresponde reflexionar sobre esta gran festividad de

 CRISTO REY DEL UNIVERSO.

            Como de costumbre, podemos leer el texto del evangelio de San Juan y, a continuación, meditar las consideraciones que al respecto nos ofrece D. Joaquín,

Del evangelio de San JUan san Juan 18, 33b-37

“En aquel tiempo, Pilato dijo a Jesús:

— ¿Eres tú el rey de los judíos?

Jesús le contestó:

Jesús ante Pilatos. Pilatos lo envía a Herodes. Las horas de ...

— ¿Dices eso por tu cuenta o te lo han dicho otros de mí?

Pilato replicó:

— ¿Acaso soy yo judío? Tu gente y los sumos sacerdotes te han entregado a mí; ¿qué has

hecho?

Jesús le contestó:

— Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este mundo, mi guardia habría luchado

para que no cayera en manos de los judíos. Pero mi reino no es de aquí.

Pilato le dijo:

— Entonces, ¿tú eres rey?

Jesús le contestó:

— Tú lo dices: soy rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo: para dar

testimonio de la verdad. Todo el que es de la verdad escucha mi voz.”

 

 Ante la fiesta de Jesucristo, Rey del Universo. - Infovaticana Blogs

COMENTARIO

 

        La solemnidad de Cristo Rey fue instaurada por el Papa Pío XI el 11 de diciembre de 1925. El Papa quiso motivar a los católicos a reconocer en público que el dueño de la Iglesia y del mundo es Cristo Rey.

    Ni el mundo es ya el mismo, ni lo son las circunstancias de la Iglesia; han pasado cien años, pero la realeza de Jesús es afirmada por Él en su evangelio.

     En el Antiguo Testamento, vemos que se da título de “rey” a los señores de esos pueblos que se enfrentan entre ellos o con Israel. A Dios se le da el título de rey que cuida de su pueblo y le defiende de sus enemigos. Se le presenta como soberano allá donde reine la paz y la justicia. El mismo Jesús habla del reino o reinado de Dios, que es su Iglesia y que está cerca. Que somos nosotros quienes la haríamos realidad, enamorándonos de Dios y de su ley de amor. En el evangelio encontramos ciento cuatro veces  la palabra “el reinado de Dios” como centro de la predicación de Jesús.

    A las puertas de la Segunda Guerra Mundial Pio XI publica su Encíclica “Quas Primas”. Solo Jesús es el Rey, el dueño de la Historia, no los totalitarismos que se anunciaban: Comunismo, Fascismo, Nacismo…

   ¿Cuál es la realeza de Jesús?, ¿cómo nos la imaginamos nosotros? Hemos de tener las ideas claras para no adulterar o pervertir y convertir en dominio lo que ha de ser una liberación. ¿Cuántas veces nos hemos visto dominados por quienes debían ser nuestros padres?, ¿cuántos han hecho de la promesa de obediencia una esclavitud?, ¿cuántas veces el reinado de Dios se ha confundido y ejercido como el reinado de este mundo, con soberbia y dominio, tan lejos de aquel imperativo de Jesús: “aprended de mí que soy manso y humilde de corazón” empezando por quienes tienen la misión de servir?. Los que quieren ser y son los primeros.

       De todo el fragmento de San Juan que hoy comentamos ( Jn.18,33b-37), solo nos interesan los últimos versículos : “¿conque tu eres rey?” que le dice Pilato con una sonrisa de lástima. Jesús afirma: “soy Rey”. ¿Qué clase de rey o de reinado es el de Jesús?: Ser testigo de la Verdad, esa es la clave. ¡Cuántas veces confundimos y traicionamos a Jesús! Ser testigos de la Verdad, es decir, ser testigos de Él. Buscamos un reinado de dominadores, reinado secular en la Iglesia. Hemos asistido a pontificales más cortesanos y de dominio de un gran señor que de un servidor de los servidores de Dios.

       Ser testigo de la Verdad que da comienzo en el Génesis y concluirá con las imágenes del Apocalipsis, sin olvidar que es un lenguaje profético, válido parara todos los tiempos. La verdad profética no tiene nada que ver con la verdad científica. Ésta puede ser perfecta o cambiante. La Verdad de Cristo es siempre válida como es el Amor y la ternura de un Padre bueno.

      La Verdad evangélica es donación de sí mismo como lo hace Jesús en la cruz, donde clama al Padre: “¿porqué me has abandonado”? y, al mismo tiempo, con toda su ternura cuando le dice a Dimas “hoy estarás conmigo en el Paraíso”. la verdad de Dimas es reconocer su pecado y su esperanza en el reino de Jesús.

        Pasad un feliz domingo, sabiéndonos testigos de la Verdad, verdad improvisada ante respuestas misericordiosas: “los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios, los muertos resucitan” y los pobres son evangelizados por nuestra verdad. La Verdad que es Jesús.

                                   

Joaquín Núñez Morant