divendres, 27 de desembre del 2024

En la fiesta de la Sagrada Famiia

 

UNIDOS EN EL AMOR

            Dentro del tiempo de la Navidad, celebramos la Fiesta de la Familia. Para quien esto escribe y para mi esposa es una fecha ésta que recordamos con cierta nostalgia, a la vez que nos satisface recordar que hace ya demasiados años el Grupo de Matrimonios Parroquiales, de la Parroquia de Santa María, todavía siendo Abad D. Francisco Vicedo, de grata recordación, organizaba la celebración, comprobando en los libros de registro de la Colegiata, uno por uno, los matrimonios celebrados veinticinco y cincuenta años antes de la fecha, a quienes tratábamos de localizar. Aquellos de quienes conseguíamos saber situación y domicilio en el momento, eran invitados personalizadamente; después de la Misa, se les hacía un obsequio a quienes acudían y, en el salón de la Casa Abadía, teníamos dispuesto un modesto “ágape”, valga el eufemismo. Esta costumbre se mantuvo durante el ministerio de D. José Aliaga y en  buena medida en tiempos de D. Manuel Soler. Pero aquel grupo que añoro fue menguando por causas naturales, al ir siendo llamados por el Señor, uno tras otro. Confiamos en que se vaya recuperando la solemnidad con participación de las familias y su testimonio de amor  conyugal y la alegría que todos debemos compartir a ojos de la Sagrada Familia de Nazaret.

            Al recordar estas vivencias, me place ofrecerles, queridos amigos, cuál era la oración habitual de aquellos equipos de matrimonios y que bien podría dedicarse por aquellos que nos leal por sus propias intenciones. Es hermosa y dice así:

            Bendito seas, buen Dios porque sembraste el amor en nuestra casa.

Tú que alientas nuestras penas, cultivas nuestras alegrías y nos partes el pan de cada día, conserva este techo y cuanto alberga.

            Deseamos querernos mucho para poder amarte a Ti cada día más.

Todos nosotros somos tus hijos y los hombres son nuestros hermanos, porque esta familia nuestra, tan pequeña, se extiende hasta los cielos y rodea las naciones.

            Cuida nuestro hogar, Señor. Haz que vivan en él tus Santos Ángeles

para que nos guarden en paz. Que sea un camino recto que nos conduzca a nuestra casa del Cielo, y que tu bendición descienda todos los días sobre cada uno de los que en él vivimos.

            Bendito seas, Señor, porque sembraste tu amor en nuestra casa.

***

            Tras esta introducción, como digo, para mi esposa y para mí, tan emotiva, no debemos dejar de considerar en ese día la reflexión semanal, ésta sobre  la

            Sagrada Familia.       Evangelio de San Lucas 2,41-52.

Comentario

Los padres de Jesús solían ir cada año a Jerusalén por la fiesta de la Pascua.

Cuando cumplió doce años, subieron a la fiesta según la costumbre y, cuando terminó, se volvieron; pero el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin que lo supieran sus padres.

Estos, creyendo que estaba en la caravana, anduvieron el camino de un día y se pusieron a buscarlo entre los parientes y conocidos; al no encontrarlo, se volvieron a Jerusalén buscándolo.

Y sucedió que, a los tres días, lo encontraron en el templo, sentado en medio de los maestros, escuchándolos y haciéndoles preguntas. Todos los que le oían quedaban asombrados de su talento y de las respuestas que daba.

Al verlo, se quedaron atónitos, y le dijo su madre:
«Hijo, ¿por qué nos has tratado así? Tu padre y yo te buscábamos angustiados».

Él les contestó:
«¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en las cosas de mi Padre?».

Pero ellos no comprendieron lo que les dijo.

Él bajó con ellos y fue a Nazaret y estaba sujeto a ellos.

Su madre conservaba todo esto en su corazón.

Y Jesús iba creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y ante los hombres.

 

     La fiesta de la Sagrada Familia es muy reciente y, como siempre, para dar respuesta a una crisis o necesidad pastoral. Fue el Papa Benedicto XV quien la incluyó en el Calendario Romano General. Definitivamente, fue en la revisión de 1969 cuando se fijó en el domingo dentro de la octava de la Natividad del Señor.

      Todo este preámbulo nos advierte que ni la Sagrada Escritura ni la teología ha prestado el interés que hoy tiene. San Lucas nos ofrece el pasaje en que sus padres llevan a Jesús a Jerusalén a cumplir con la Ley. Entremos, pues, en el tema central, no solo de este pasaje sino de todo el evangelio: ¿Ley o Amor?.

        Los escriturístas nos dicen que ni Lucas, ni Mateo nos scriben una Crónica, pero sí nos presentan  un valor teológico que hemos de desarrollar.

        Solo se nombra a Jesús; ni a María ni José, padre o madre, como representantes de la Tradición, cumplidores de la Ley. Pierden a Jesús, el cual no está entre sus parientes, nada que lo identifique con quienes terminan de cumplir con la Ley.

    Al fin, lo encuentran y lo sorprenden contestando y preguntando sobre lo que, aún hoy, hacen los Maestros sobre la Ley. Ese es el tema vital del Jesús del evangelio: “sabéis que se dijo (la Ley) pero yo os digo…” (el Amor).

     A veces nos admirarán frases de Jesús como la de hoy: “¿Por qué me buscabais?, no sabíais que yo debía estar en la casa de mi Padre?” O lo que es lo mismo: Jesús estará siempre en la actual Casa de su Padre. Donde solo él es quien ha de hablar y, como en el templo, ha de preguntar y responder con los Maestros de hoy.

    Sus padres, sin comprender ni preguntar, solo confiados, bajaron a Nazaret. Jesús, con ellos, bajo su autoridad.

    Y Jesús iba creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y los hombres. Un Jesús totalmente nuevo, todo su crecimiento y desarrollo, nos mostrará que crece en lo que después vivirá y enseñará; un Jesús que nos enseña a amar; que es el único vínculo de unión verdadera.

    Esta fiesta se urge para salvar de la crisis matrimonial. No son las palabras ni los argumentos, solo el testimonio de vida de los cristianos que se aman; es la ayuda para aquellos en crisis de desamor, incluso hoy entre muchos cristianos se hacen cursillos, incluso una facultad para saber que es o debe ser el matrimonio cristiano, o unos grupos de pastoral matrimonial. Lo más importante es comprender místicamente en oración profunda, de intimidad con Jesús, que cada uno sea capaz de cambiar personalmente toda una vida.

     Jesús cambia la Ley por el Amor, única forma de cumplir la Ley.

      Feliz día de la Sagrada Familia, día de Amor y de Perdón enamorado, como Dios nos Ama y nos Perdona.

Joaquín Núñez Morant

 

            Es claro que nuestro estimado colaborador encara la celebración, profundizando en  la necesidad de darle a esa vida en común, a esa Pequeña Iglesia Doméstica, una pista innegablemente exigente, como exigente es la vida de cada cristiano, de cada comunidad creyente: la unión y reciprocidad en el Amor.

            Bendito seas buen Dios por sembrar el amor en nuestra casa.

            Saludos cordiales, Miguel