dissabte, 21 de desembre del 2024

IV DOMINGO DE ADVIENTO

 

           

 


VEN PRONTO SEÑOR…, ¡VEN SALVADOR!

 

            Llegados al último domingo de Adviento, la Iglesia nos propone este pasaje del Evangelio de Lucas, no por tan conocido menos importante y merecedor de una reflexión, siendo así que la Palabra de Dios, en todo caso, nos concierne. Nos ayudará el comentario de D. Joaquín como todas las semanas.

 

            Evangelio del cuarto domingo de Adviento. San Lucas 1,39-45.

            “En aquellos mismos días, María se levantó y se puso en camino de prisa hacia la montaña, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel.

 

 HOY ES LA FIESTA DE LA VISITACIÓN DE MARÍA A SANTA ISABEL - 31 MAYO

            Aconteció que, en cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo y, levantando la voz, exclamó:
«¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? Pues, en cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Bienaventurada la que ha creído, porque lo que le ha dicho el Señor se cumplirá”.

 

 La Visitación de la Virgen María a su prima Santa Isabel ...

 COMENTARIO

      El evangelio de este domingo nos narra un pasaje aparentemente menor de la vida de María, que después el Arte religioso, sobre todo en los retablos, ha magnificado. La visita a su pariente Isabel, estéril y mayor, que está en cinta, y en la que se manifiesta la Misericordia de Dios.

    María “se pone en camino” “de prisa…” “a la montaña“ (150 kilómetros )

    La “llena de gracia”, como la llama el arcángel, se pone en movimiento porque sintiéndose  necesaria, aunque no lo fuera, le urge la necesidad de darse. Es más su voluntad que sus fuerzas de niña. No es como nuestra “prudencia”, que suele encontrar tantas excusas como “no saber”, o traspasar la propia  responsabilidad a otras personas más capaces, con más experiencia; mil excusas todas lógicas, valga el eufemismo. Va deprisa, con un personal empeño, como algo en exclusiva, sin distraerse, dándole la mayor importancia a la persona a la que queremos servir. Y va a la montaña, lugar del encuentro con Dios, por encima de toda dificultad, por encima de todas las razones y todas las lógicas para no ir.

       Por supuesto que no iría sola; el amor mueve montañas, es contagioso, mueve voluntades, más si quien nos mueve es aquella persona más débil que nosotros, que saca fuerza de su debilidad. No dudemos que le acompañaría José, su amante esposo, quien ha tenido un hermoso sueño y, para él, en consecuencia, lo más deseado es proteger, cuidar y mimar a su joven esposa y a su Hijo. El viaje es peligroso. Otras personas se hacen acompañar en previsión de cualquier posible adversidad. Qué hermoso es ocuparnos de aquellos que se ocupan de nosotros.

     “Bendita tú… y bendito el fruto de tu vientre”, es el saludo de Isabel. Los Santos Padres (escritores hasta el s. V) dan a este momento la mayor importancia. Es el centro de este evangelio.

      Se encuentran dos mujeres, conscientes de ser amadas de Dios. Llenas de vida, vida que dará vida a quien como Isabel se llena del Espíritu Santo y manifiesta el Amor y la Misericordia de Dios. Todo encuentro es para bendecir para alabar. De lo contrario, será maldecir y engañar.

    Otros nos recuerdan que María es el Arca de la Alianza. En el Arca que condujo al pueblo judío estaba la Ley, en María está la Vida; en Isabel la profecía, en María el cumplimiento. Cuando David traslada el Arca todo es alegría y gozo; donde llega María, se expande la alegría y alabanza. “Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor?” Al llegar a mis oídos tu saludo, la criatura saltó de alegría en mi vientre”.

     Si nuestros encuentros no provocan, alegría, consuelo, amor, fe en el Señor, esperanza, no somos Arca de la Alianza llena De Dios, sino de un egoísmo y falsedad que equivoca el Camino. Escandalizamos y merecemos una rueda de molino en el cuello y ser echados al mar.

 

  Felices Navidades a quienes queremos ser Arca viva para dar la Vida  en  nuestros encuentros.

Joaquín Núñez Morant           

            Más claro, agua, digo yo. Aprovecho para felicitaros a todos en fechas tan entrañables y tan propias para  expandir, al ejemplo de María, alegría y familiar entrega en aquella hermosa reciprocidad de la que habla D. Joaquín y ante quienes encontremos en nuestro diario caminar esperando de nosotros una palabra, un gesto, un ejemplo de amor. 

    SALUDOS CORDIALES, MIGUEL MIRA

            ¡¡Bon Nadal!!