REFLEXIONANDO
Ubi caritas et amor, Deus ibi es!
Este último pasado domingo, en la celebración del Bautismo de Jesús, al tiempo que se inició el llamado “tiempo ordinario” que comprende la liturgia durante el año no incluida en los llamados tiempos fuertes, como, p. ej., Pascua o Adviento, convergió otra coincidencia al tratarse del segundo domingo del mes, que se dedica en la Parroquia a Cáritas, alguno de cuyos miembros colabora animando la celebración con las moniciones pertinentes y lectura de los textos bíblicos del día.
Se preguntarán por qué, si esto es habitual, me paro a considerar, en concreto, esta animación precisamente este día.
Pues bien, dentro de la normalidad, hubo un momento, el de la oración después de la comunión, que me movió a pedirle el texto a la excelente lectora que la recitó de modo intachable, porque pensé que el contenido de aquella llamativa metáfora empleada al componer la segunda parte de dicha oración merecía ser compartida, porque nos motiva a reflexionar sobre nuestra particular misión de poner a disposición del Señor todos nuestros sentidos, partiendo de aquella invitación de Jesús (Mateo, 5, 48): “Sed perfectos como el Padre celestial es perfecto”.
Aquella oración a que
me refiero dice así:
· “Acompáñanos, Jesús, para bajar contigo hasta las aguas del Jordán, y que se derrame sobre nosotros todo el AMOR de Dios, todo tu AMOR ardiendo en nuestro corazón, para escuchar desde ahí tu llamada, que nos lanza a ser, con todo nuestro ser, instrumentos de tu AMOR.
· Jesús, no tienes manos. Tienes solo nuestras manos para construir un mundo donde habite la justicia.
· Jesús, no tienes pies. Tienes solo nuestros pies para abrir caminos de Esperanza a tantos abatidos y excluidos.
· Jesús, no tienes labios. Tienes solo nuestros labios para anunciar la Buena Noticia a los empobrecidos.
· Jesús, no tienes medios. Tienes solo nuestras capacidades y acciones, para lograr que todas las personas vivamos con dignidad.
· Jesús, nosotros somos tu Evangelio, el único Evangelio que la gente puede leer, si nuestras vidas son obras y palabras eficaces.”
***
Pienso que no cabe otra respuesta que un AMÉN jamás pronunciado como un rutinario ritual con apariencia de… ¡Está bien, muy bello; vámonos que la Mira ha terminado…” Pero ¿No os parecer que a veces, quizá sin querer, es eso lo que hacemos?
Y pido:
· Jesús, ¡aumenta nuestra fe!
· Convéncenos de que somos tus manos, tus pies, tus labios, tus medios, con todas las consecuencias que ello comporta…!
· Somos criaturas débiles; creemos con frecuencia que no somos capaces,
· Jesús, recuérdame que Tú y yo ¡¡SOMOS MAYORÍA ABSOLUTA!!
Pero, frecuentemente, se me olvida…¿No es así?
Vuestro, como siempre, Miguel Mira.
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