dissabte, 4 de gener del 2025

LA VISITA DE LOS MAGOS

 

No hay en este día otro propósito que considerar atentamente la importancia de este episodio que nos narra San Mateo y nos ilustra el páter.

Saludos cordiales, M.  Mira

 

LA EPIFANÍA

Del Evangelio de la Epifanía del Señor, Mateo 2,1-12:

Cuando Jesús nació en Belén de Judea en días del rey Herodes, vinieron del oriente a Jerusalén unos magos,

diciendo: ¿Dónde está el rey de los judíos, que ha nacido? Porque su estrella hemos visto en el oriente, y venimos a adorarle.

Oyendo esto, el rey Herodes se turbó, y toda Jerusalén con él.

Y convocados todos los principales sacerdotes y los escribas del pueblo, les preguntó dónde había de nacer el Cristo.

Ellos le dijeron: En Belén de Judea; porque así está escrito por el profeta:

"Y tú, Belén, de la tierra de Judá,
No eres la más pequeña entre los príncipes de Judá;
Porque de ti saldrá un guiador,
Que apacentará a mi pueblo Israel."

Entonces Herodes, llamando en secreto a los magos, indagó de ellos diligentemente el tiempo de la aparición de la estrella;

y enviándolos a Belén, dijo: Id allá, y averiguad con diligencia acerca del niño; y cuando le halléis, hacédmelo saber, para que yo también vaya y le adore.

Ellos, habiendo oído al rey, se fueron; y he aquí la estrella que habían visto en el oriente iba delante de ellos, hasta que llegando, se detuvo sobre donde estaba el niño.

Y al ver la estrella, se regocijaron con muy grande gozo.

Y al entrar en la casa, vieron al niño con su madre María, y postrándose, lo adoraron; y abriendo sus tesoros, le ofrecieron presentes: oro, incienso y mirra.

Pero siendo avisados por revelación en sueños que no volviesen a Herodes, regresaron a su tierra por otro camino.

COMENTARIO

       La Epifanía del Señor tiene un antecedente muy interesante: es una fiesta pagana en honor de la Nueva Luz. Distintos Emperadores van centrando esta fiesta entre el 25 de diciembre y el 6 de enero.

       Definitivamente es Constantino, como fruto de su conversión, quien fija la manifestación o Epifanía del Sol de Justicia el 6 de enero. Ese Sol de Justicia que es Cristo.

      Jesús como Luz ya aparece en el evangelio. Él es Lux Mundi y aparece en la iconografía del Pantocrator, esa es la creencia de las comunidades cristianas.

      En las catacumbas vaticanas encontramos la primera representación de lo que llamamos Reyes, a principios del siglo III. Aparece un trono donde se sienta la Theotokos y sobre ella un Niño-Adulto, Hijo y Rey, y tres personajes oferentes, que no parecen ni reyes ni magos. Los definimos panónicos.

       San Mateo, según los entendidos, no hace crónica, pero sí teología.

       Cuando los Magos de Oriente llegan a Jerusalén buscando la Luz,  encuentran la tiniebla. En Jerusalén está el Poder aliado con el Templo, reino de las tinieblas. Saben dar razón de dónde nacerá el Mesías, pero esa Luz les descubrirá que están en tinieblas. Cueva de ladrones les va a llamar Jesús. Aliados con el Poder. Trono y Altar ha sido el gran escándalo a lo largo de los siglos. El Poder intrigante y mentiroso encarga la búsqueda de la Luz.

        Descubren con grandísima alegría, los Magos, gracias a la Luz que los ilumina, qué significa Jerusalén cuando salen de la mentira y las tinieblas.

       Aquellos que viven en su fe humana, que no les condiciona, en la que viven a gusto, sin darse cuenta que están ciegos y que conducen a otros ciegos; no se dan cuenta que viven en la mentira y la tiniebla.

      Al llegar a la casa ven la Luz verdadera, ven al Niño con María su Madre y le adoraron y le ofrecieron sus regalos: Oro, incienso y Mirra. Un todo, que fundido, es lo que significa: la libertad, la identidad y el Amor. El oro: aquello que domina a los ambiciosos; el incienso: que domina a los vanidosos; y la Mirra: que domina a los egoístas.

       La historia nos ha conducido a regalarnos, unos a otros, aquello que sabemos que nos gusta. Fiesta que provoca alegría por ocuparnos de las ilusiones de nuestros niños y darnos de alguna manera a los demás.

    Que la Luz nos ilumine y nos dé mucha alegría, que María nuestra Madre nos guarde “bajo su Amparo”.

JOAQUÍN NÚÑEZ MORANT