divendres, 10 de gener del 2025

RÚBRICA DE LA NAVIDAD

 

            El tiempo de Navidad, litúrgicamente, acaba con la solemnidad del Bautismo de Jesús este domingo día 12 de enero de 2025, con las lecturas del Ciclo C, y tratará hoy D. Joaquín en sus comentarios el tema contenido en el Evangelio de San Lucas, 3:15-16:21 y 22, que, como de costumbre os transcribimos para facilitar su convergencia con los subsiguientes apuntes de muestro estimado amigo y colaborador:


15-16.- Como el pueblo estaba a la expectativa y todos se preguntaban en su interior acerca de Juan si no sería el Mesías,
16 Juan les respondió diciendo: «Yo os bautizo con agua; pero viene uno que es más fuerte que yo, a quien no soy digno de desatarle la correa de sus sandalias; él os bautizará con Espíritu Santo y fuego».

21-22.-  Sucedió que, cuando todo el pueblo se bautizaba, también Jesús fue bautizado; y mientras oraba, se abrió el cielo,
 y bajó sobre él el Espíritu Santo en forma corporal, como una paloma. Y vino una voz del cielo: «Tú eres mi Hijo amado, en ti me complazco».

 

Comentario al Evangelio

Notas previas.

      Para nosotros los cristianos, hemos terminado las Fiestas de Navidad, fiestas que celebran tantos grupos humanos, como: cristianos descreídos, indiferentes e incluso ateos. ¿Nos preguntamos qué celebran, o qué celebramos nosotros?.

     Hemos de recurrir a la Historia y hemos de descubrir cuál es el origen de las fiestas paganas en honor del nacimiento del nuevo sol, las fiestas del Solsticio de Invierno (*). El domingo pasado dijimos que los romanos, a capricho del Emperador, lo celebraban entre el 25 de diciembre o el 6 de enero. Constantino lo fijó el 6 de enero, en honor de su padre Constancio I, adorador del sol. Son tiempos confusos, de muchos grupos cristianos, la mayoría herejes. Eso divide al Imperio, y Constantino toma partido en función de la unidad política y religiosa, convoca el Concilio de Nicea,  que preside aun siendo pagano.

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Reflexión sobre el Evangelio:

     Hoy contemplamos el Bautismo de Jesús. También hemos de saber cuantos grupos esperan al Mesías y qué Mesías esperan.

    El pueblo Judío es el pueblo de la Esperanza, el pueblo a quien se le ha hecho la promesa de un Mesías, de un Salvador. Hay distintos grupos para quien este Mesías es distinto. Para los Sacerdotes del Templo es un Sumo Sacerdote poderoso, que se ocupará del culto sacrificial, las leyes y normas; es decir, de lo que Jesús llama cueva de bandidos. El pueblo, no obstante, a partir del siglo segundo antes de Cristo, se guía por la promesa de Natán hecha a David, de cuya estirpe saldrá un descendiente que edificaría el templo para el Señor. A pesar de los fracasos, todos han soñado con un tiempo de Gloria que nunca les ha llegado, solo ha sido una ensoñación. Para los ricos, deberá ser un Mesías poderoso, que premiará o castigará sin ningún merecimiento. Los fariseos esperan un Mesías cumplidor de la Ley, un Mesías que condena a los infieles y premia a quienes  le son fieles, un Mesías del mérito, un Mesías comprado pero no amado. De ese Mesías, no hace tanto tiempo, se nos habló en el catecismo: premiador de buenos y castigador de malos, algo que ven lógico muchos cristianos.

    Sabemos que El Mesías no viene a complacer ni a contemporizar con  criterios de conveniencia humana. No es un Dios que consiente al rico Epulón y se olvida del pobre Lázaro; antes al contrario, a uno le destinará al lugar de castigo y al otro a un lugar en la gloria. Jesús contrapuso ante aquella idea interesada de un Dios vengador, la del Dios justo y  misericordioso.

    En cualquier caso, vemos cómo Juan Bautista no nos dice nada en este fragmento del Evangelio del Bautismo; tan solo desvía la atención: cuando el murmullo de quienes esperan a un Mesías “él tomó la palabra y dijo a todos: yo bautizo con agua…Él os bautizará con Espíritu Santo”.

    Jesús se sitúa entre los pecadores, como un pecador más: “aprended de mí que soy manso y humilde”, dignificando a todos los pecadores, y se deja limpiar por Juan.

     Se muestra la verdadera Epifanía: no es un Emperador, es Dios nuestro padre quien nos muestra al Hijo, y nos dice: “este es mi Hijo, el Amado, el Predilecto, escuchadlo”.

    El Padre nos lo propone en esta Epifanía como modelo de vida. Él es nuestro Camino, la Verdad y la Vida.

   Feliz domingo, hoy hemos visto la generosidad del Padre que nos da a Jesús como Salvador.

Joaquín Núñez Morant

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(*) Nota de mi cosecha: Fiestas del Solsticio de las que ya hemos oído hablar algunas veces a algunos interesados en descristianizar la Navidad)  

 

    Cordialmente, un saludo. M. Mira