dimecres, 3 de desembre del 2025

EL PRECURSOR

 

II DOMINGO DE ADVIENTO

(CICLO A)

 

            Esta segunda semana de Adviento  comienza con la lectura de un pasaje del evangelio de San Mateo muy interesante, que trata de la figura sin par de Juan el Bautista, en quien nuestro amigo y colaborador D. Joaquín Núñez centrará su comentario para orientar nuestra mirada hacia la Navidad y llamar la atención sobre la importancia de la Fe y el mandato del Padre, que exigen nuestra lealtad y coherencia con aquello que decimos creer.

 El texto reza así:

Mateo 3:1-12

  24 de junio - Festejamos el día de San Juan Bautista - Yo Espiritual

            “Por aquel tiempo, Juan Bautista se presentó en el desierto de Judea, predicando: «Convertíos, porque está cerca el reino de los cielos». Éste es el que anunció el profeta Isaías diciendo: «Una voz grita en el desierto: “Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos”». Juan llevaba un vestido de piel de camello, con una correa de cuero a la cintura, y se alimentaba de saltamontes y miel silvestre.Y acudía a él toda la gente de Jerusalén, de Judea y del valle del Jordán; confesaban sus pecados y él los bautizaba en el Jordán.Al ver que muchos fariseos y saduceos venían a que los bautizara, les dijo: «¡Camada de víboras!, ¿quién os ha enseñado a escapar del castigo inminente?Dad el fruto que pide la conversión. Y no os hagáis ilusiones, pensando: “Abrahán es nuestro padre”, pues os digo que Dios es capaz de sacar hijos de Abrahán de estas piedras. Ya toca el hacha la base de los árboles, y el árbol que no da buen fruto será talado y echado al fuego. Yo os bautizo con agua para que os convirtáis; pero el que viene detrás de mí puede más que yo, y no merezco ni llevarle las sandalias. Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego. Él tiene el bieldo en la mano: aventará su parva, reunirá su trigo en el granero y quemará la paja en una hoguera que no se apaga».

Comentario

 

            Parece ser que San Juan Bautista es fundamental en el Adviento. En efecto, sacando conclusiones nos damos cuenta de que su importancia es tanta, que los cuatro evangelistas nos narran una escena que si bien no tiene nada que ver con la Navidad, nos sitúa ante el inicio de la vida pública de Jesús, es decir, en el inicio de la misión y razón de ser de la Encarnación: enseñar con su propia vida, muerte y resurrección, cumpliendo la voluntad del Padre.

    Con su estilo propio, Mateo nos presenta cómo Juan llama a la conversión invocando al profeta Isaías, lenguaje que entiende su comunidad judía y nosotros mismos hoy, actitud ésta que no hemos de perder, pues no se está convertido del todo y siempre estamos en camino de perfección.

    La desnudez de Juan indica la libertad y no la esclavitud de los valores de este mundo, que nos atan a nuestro ego, cerrando nuestros ojos a la Verdad que nos dice: “aprended de mí que soy manso y humilde de corazón” (Mt. 11,29-30).

     Vivimos tiempos difíciles, tiempos de vacuidad, tiempos que nos alejan de lo que Jesús nos enseña, haciendo oídos sordos ante aquello que el Padre nos ordena al decirnos “Este es mi hijo amado, escuchadle” (Mt. 17:5; Mc. 9:7; Lc. 9:35). Así formulado no lo encontramos en San Juan. Esta cita se refiere a la Transfiguración, momento en el cual Jesús quiere fortalecer y orientar la Fe de sus discípulos, fe de la que han de vivir y enseñar a toda criatura, y que se repite en la escena del bautismo de Juan Bautista. La Navidad que esperamos no es una fiesta de recuerdo, es una presencia de la Palabra del Padre, Palabra no escuchada en una sociedad que va a festejar un evento cada vez más despersonalizado.

    ¿Cuál ha de ser nuestra actitud en medio de esta sociedad que se define cristiana ignorando al mismo Cristo? Hemos de detenernos y reflexionar y orar sobre nuestra actitud hacia Dios y hacia la fe. Predicar con humildad y docilidad y enseñar viviendo a Jesús como Hijo de Dios, que nos dice: “Yo soy el Camino la Verdad y la Vida”, en esta sociedad sin norte.

   San Agustín, para mí un santo atemporal, a pesar de ser un hombre de los siglos IV-V, hoy tiene la fuerza que todos necesitamos, nos habla de la fuerza de la Escucha. Cuando escuchamos a Jesús podemos conocerlo mejor y seguirlo en su Camino. En esta sociedad que valora el individualismo y la autosuficiencia, la escucha nos advierte que necesitamos a Dios. Vivimos en esta sociedad creyente-atea que ignora a Dios o relega lo que llama Fe a un segundo plano o en un recuerdo en determinadas fechas. San Agustín nos invita a ser valientes y proclamar nuestra fe en este mundo que lo rechaza.

   Nos urge escuchar y aprender las enseñanzas que nos manda el Padre oyendo a Jesús; el Jesús a quien, por humildad y mansedumbre, lo sorprendemos en la cola que pide el bautismo de purificación de Juan el Bautista, distinto del que nos bautizará en el Espíritu Santo.

     Dicen que está de moda lo católico, y hay quien se alegra como si ello se debiera a un descubrimiento de Jesús como Camino, Verdad y Vida. Pero creo que, como moda, es algo pasajero y sin fondo, sin profundidad y,  además, a decir verdad, ¿dónde se encuentran aquellos que con mucha preparación y paciencia están para escuchar y amar, para hacer descubrir, no su saber, sino para dejar libres a quienes buscan y quieren descubrir al Jesús bueno que se abre a quien le busca y el propio Jesús le dice: sígueme?

     San Agustín se convirtió a los 33 años, gustó de todo, lo bueno y lo malo, comprendió y tuvo paciencia, la paciencia que Dios tuvo con él. Y el Jesús amigo le enseñó a tener amigos y hacer una comunidad de amigos.

      Feliz segundo Domingo de Adviento. Caminamos a una celebración amorosa, donde solo amar lo que conocemos es lo que por amor enseñamos y vivimos. La Madre de Amor hermoso nos acompañe.