LA SANTA CENA
Como cada año, la Hermandad de la Santa Cena saca en procesión su imagen que ya cumple sus cincuenta años de su llegada a Xàtiva y, por ende, cumplirá sus bodas de oro de la primera procesión y de su incorporación a la Hermandad de Cofradías el próximo 2.014.
Me consta el esfuerzo de sus directivos por mantener viva la asociación, pero anoche..., anoche me
volví a casa con una sensación extraña: ¿Sorpresa? Mas bien desolación.
No había un alma en la calle, al menos en el lugar desde el que presencié
el paso de la procesión, donde habitualmente suele haber un grupo de personas a la espera de ver la imagen. Es cierto que el viento era inmisericorde y frío. No había manera de sujetar las capas de las vestas. También lo es que -como comentó el presidente de la Hermandad de Cofradías en una reciente entrevista- se ha percibido una notable disminución de espectadores en las calles sin que sepamos a qué achacar esta circunstancia. Pero anoche..., anoche no solo hubo poquísima gente en la calle observando, sino que, participando un número discreto de acompañantes, se echó en falta la presencia de cofrades; tal vez, participaron menos que nunca. Al parecer, el frío fue contagioso. Como se suele decir, había más gente detrás -léase: en la presidencia- que delante. En ocasiones, esta decepción la comparto cuanto me refiero a mi propia hermandad ¿Dónde estáis, hermanos cofrades?
Quedémonos, no obstante, con la siguiente reflexión, que nos dejó en certeras palabras nuestro pregonero D. Remigio Beneyto:
PUEBLO DE
XÁTIVA, COMPARTE CON JESÚS LA ÚLTIMA CENA.
“El primer día
de los Azimos se acercaron los discípulos a Jesús diciendo: ¿Dónde quieres que
te preparemos la Cena de Pascua? El dijo: “Id a la ciudad, entrad en casa de
Fulano y decidle: “El Maestro dice: Mi momento está cerca; deseo celebrar en tu
casa la Pascua con mis discípulos”.
Vivamos en las
distintas Cofradías y en la Hermandad la cordialidad, la alegría, el compartir
la comida y el vino. Y también el poder
compartir los malos momentos, las penas, que ahí es donde más difícil se hace
el compartir. Las penas compartidas son menos penas.
No hace falta recordar lo importante
que es el compartir mesa y mantel. Ahí surge lo mejor de nosotros: la
exaltación de la amistad, la relación desinteresada, el estar con los nuestros
porque sí, simplemente porque sí, porque con ellos somos nosotros mismos.
Aprendamos la cordialidad de
hablarnos con el corazón y desde el corazón, que es lo que significa
cordialidad.
Convendréis conmigo en que no tiene desperdicio.
Esperemos que mañana nos deje tranquilos el viento y no nos contagie el frio.
Con un cordial saludo, M. Mira.
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada