I
EN LA TARDE DEL
DOMINGO DE RAMOS,
RECUPERAMOS
HISTORIA
Según el historiador de la Cofradía de la Purísima Sangre
de Cristo y Nuestra Señora de la Soledad, D. Julio Bellver, y así lo hace
constar en el libro de la Semana Santa 2013, pág. 35, hay datos encontrados en
un inventario de 1.569, conforme a los cuales una de las procesiones que a la
sazón se celebraban el Domingo de Ramos era la de traslado de la imagen del
Cristo de la Palma desde el domicilio del clavario saliente al del entrante.
Esta secular costumbre se perdió y aunque para los efectos se ha venido
supliendo con la procesión del Jueves Santo a mediodía: de la casa del clavario
actuante hasta la Colegiata; y el Viernes Santo por la noche: desde la
Colegiata hasta la casa del clavario entrante, la Junta Directiva de la
Cofradía pensó en recuperar aquel primitivo traslado, y asimilarlo a la
costumbre de la época. Así, el Santísimo Cristo habría de ir acompañado por
treinta y dos cofrades con vesta, portando sendas antorchas, en recuerdo del que
se suponía que fue el número de llagas de Jesús. Ello aparte del acompañamiento
de invitados del clavario con sus velas
encendidas y un ramillete de flores.
El texto íntegro de este estudio histórico, como he
dicho, puede leerse en la publicación citada.
Así pues, ayer correspondía reiniciar esta histórica
procesión. Fui testigo del reparto de cera y ramilletes; de la presencia del
coro que había de cantar los motetes, en este caso Velum templi; vi preparada la banda de percusión que abriría la
marcha y muchos penitentes, de particular, que esperaban el inicio de la
procesión. Por razones que no vienen al caso, tuve que marcharme del lugar, ya
que veinte minutos después de la hora prevista no había comenzado el acto. Me
cuentan que hubo alguna incidencia imprevista que impidió la puntualidad; y,
asimismo, me cuentan que la asistencia fue extraordinaria. Uno de mis
comunicantes me ha comentado: no sé si el
Miércoles, en el Encuentro, participará tanta gente. Otro de mis
informadores me ha contado que se observó un gran silencio… Y aun otro, me ha
referido la solemnidad en la entrada hasta el domicilio del clavario que
recibía la imagen. También me indican que hubo un significativo número de
espectadores. Estuvo en la presidencia la Hermandad de Cofradías.
II
JESÚS NAZARENO, EN
LA NOCHE DEL DOMINGO DE RAMOS
Como ya hemos comentado, según nuestro historiador, D.
Vicente Ribes, en la noche del Domingo de Ramos se celebraban tres procesiones,
ente ellas la de Jesús Nazareno. Y ésta ha llegado hasta nuestros días, salvo
las lógicas interrupciones a causa de contiendas armadas.
Anoche, pues, salimos a la calle para llevar desde la
casa de la primera clavariesa en nuestra historia, Sra. Pascual Bataller, hasta
la casa del clavario entrante, Sr. Moscardó Tormo, la imagen de traslado.
Aparte de una buena participación de invitados, si algo
hemos de destacar es el orden y el silencio que guardaron los portadores.
Previamente se había repartido una estampa con el busto de Jesús Nazareno, en
la que se contienen los siguientes ruegos:
“Portador/a
de Jesús Nazareno: por la dignidad y respeto que merece el acto en que
participas, guarda un metro de separación con el penitente que te precede,
incluso cuando nos detengamos. Procura que el lugar que ocupas en tu hilera sea
coincidente respecto a quien desfila en la otra hilera. Los arregladores estás
para ayudarnos: por favor, respeta y sigue sus instrucciones. Recuerda: el
silencio es parte de nuestra penitencia”.
Y se consiguió. Hemos de congratularnos porque después de
tantos años de cierta anarquía en la actitud de quienes participamos, aun
siendo todo capaz de ser mejorado, podemos decir que se ha marcado un hito y
que ha de consolidarse esa actitud de respeto y dignidad.
Hemos dado un paso adelante; y, paso a paso, iremos
mejorando, no cabe duda.
Finalmente, desde aquí, debo reseñar la emotividad propia
en este caso al ser recibida la imagen por el clavario. Su madre, Da. Josefa
Tormo, fue de la Junta de la Cofradía y una devota de corazón de Jesús
Nazareno. Fallecida el pasado año, no pudo tener la dicha de ver acto tan
esperado por ella. Su esposo y sus hijos, con evidente y natural emoción,
estuvieron a la altura. Fina puede estar muy satisfecha y honrada. Descansa en
paz. Tanto la Cofradía como la Hermandad rezan por ti.
Vuestro, M. Mira
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