ECCE HOMO
Pilato salió otra vez afuera y les dijo:
Mirad, os lo saco otra vez afuera para que sepáis que no encuentro en él ninguna culpa. Y salió
Jesús afuera llevando la corona de espinas y el manto color púrpura. Pilato les dijo:
“He
aquí al hombre”
(Juan 19; 4-5)
Cuando ya había sufrido vejaciones, bofetadas, burlas,
ignominia, afrentas, escarnio…, por si algo faltaba, ahora Jesús es exhibido frente
al populacho que, insistentemente, clamaba por su crucifixión. Prefirieron la
libertad de Barrabás, aquel bandido, antes que la de quien no había hecho otra
cosa que pasar junto a todos ellos haciendo
el bien…
¿Hubiéramos hecho nosotros lo mismo?
¿No es cierto que en muchas ocasiones le volvemos la
cara?
Es cierto que por nuestra parte, año tras año, echamos
mano de seculares tradiciones, otrora catequéticas, para mostrar cómo el Hijo
de Dios aguantó todo aquel espantoso simulacro de juicio hasta el suplicio, y
lo hizo porque tenía que asumir la tremenda responsabilidad que el Padre le
había confiado. Según Caifás (Juan 18; 14), convenía
que muriera un solo hombre por el pueblo… Las cosas de aquella política rastrera;
pero, sí, Jesús, Dios hecho hombre, había de morir no por aquel pueblo egoísta e
hipócrita; había de morir por la humanidad.
Y ahora nosotros lo recordamos. Cada año los recordamos.
Pero ¿no tendríamos que recordarlo día a día?
6 de Abril de 2.014. La Congregación del Santísimo Ecce
Homo cumplió su compromiso anual de trasladar la imagen de clavarios. Desde
hace algún año lo hace a las nueve o nueve y media de la noche. No puedo
reseñar nada destacable respecto a otros años; tan sólo que la procesión fue
organizada y presidida por la nueva junta directiva, al parecer, con carácter
provisional, hasta dar cumplimiento a determinados compromisos de orden interno que
no soy quién para comentar.
Una curiosidad: desde ya hace algunos años, durante la celebración
del novenario se cubre el altar mayor de la iglesia de La Merced, sede de la congregación,
con un cortinaje rojo, que tapa el camarín de
la Virgen y, en el frontal, se coloca la imagen de Cristo. Yo sé que
tratándose de María y, ciertamente, en el caso de toda buena madre, ésta no va
a protestar por quedar en segundo plano (en realidad, en el lado oscuro); pero
si Jesús hablara, un buen amigo mío dice que jamás hubiera permitido que nadie
ocultara a su madre, ni por nueve ni por cien días ni por un minuto: nunca. No me lo toméis en cuenta; es, simplemente,
una curiosidad.
Es lo que pienso. Como siempre, un saludo cordial. Miguel
Mira
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