Tarde/noche del miércoles de la Semana de Pasión
La quinta Misa
estacional de Cuaresma se celebró en la Colegiata. Con muy buen criterio, se
colocó en lugar preferente la imagen de clavario del Cristo del Carmen,
presidiendo el acto.
Equipo sacerdotal al completo. Ministro celebrante: el
Sr. Abad.
Aparentemente al menos, mayor número de asistentes que en
los miércoles anteriores, aunque, claro es, no llegó a cubrirse el aforo de
nuestro gran templo colegial.
La celebración fue participativa; bien preparada y
animada por el coro parroquial. Como novedad, fueron sus cantoras quienes entonaron
la salmodia.
Como corresponde en este tiempo de reflexión profunda, el
Sr. Abad glosó el episodio de los tres jóvenes hebreos sujetos al tormento del
fuego por Nabucodonosor, asistidos por un ángel, haciendo el pertinente parangón con los fuegos que nos amenazan a
nosotros y la proximidad de nuestro Ángel, nuestro auxilio, nuestro salvador,
Cristo; la libertad frente a la esclavitud del pecado fue el tema propuesto por
el texto de San Juan. La exhortación final terminó con un simpático
ofrecimiento que anunció la entrega de una pequeña estampa con imán adhesivo,
que representa la figura de un hombre con un corazón visible y, enfrente, Jesús
que señala con su dedo ese corazón y lo toca como muestra de su amor…
La celebración terminó con el canto del himno a la Virgen
de la Seo.
No quiero dejar de contar una anécdota que me emocionó.
Al regresar hacia mi casa, en un lugar determinado, vi que estaban pasadas unas
cuantas personas junto al portador del Cristo del Carmen, que regresaba a casa
de la clavariesa. Lo tenían ladeado y como mirando a un ligar concreto. Me
percaté de que en ese lugar vive una persona gravemente enferma, que quiso ver
a su Cristo y, claro es, Cristo no pasa nunca de largo.
VÍA CRUCIS
Noche apacible y buena asistencia al Vía Crucis público,
que como cada año preside el Santísimo Cristo de la Palma. La meditación de las
estaciones se hizo mediante la lectura breve del pasaje evangélico correspondiente
a la estación que se contempla. Una también breve reflexión y el padrenuestro.
Por cierto, no se meditaron las estaciones tradicionales: el vía crucis retomó
distintos momentos de la pasión, y finalizó con la lectura de una hermosa
meditación, con el silencio de hilo conductor,
por el propio Señor Abad.
Dejemos siempre
un hueco en nuestro corazón para que quepa el dedo de Dios.
Al marchar, se nos regaló un pequeño crucifijo metálico,
y cada uno llevaba enlazada una pequeña lista de color, y los colores eran los
distintivos de cada cofradía.
Vuestro, Miguel Mira
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