Tanto el sábado 13 como el domingo 14, los actos
programados se desarrollaron con normalidad. Por ello, sin perjuicio de
reiterar la baja asistencia de acompañantes no cofrades, poco se ha de reseñar.
Si acaso, alguna nota anecdótica, como la del sábado:
Como acostumbra, la Cofradía de la Flagelación, acogió la
participación de otra u otras cofradías como invitadas. Así, abría marcha una
banda de bombos y tambores, cuyos integrantes vestían sus túnicas con altos
capirotes, y blandían enérgicamente sus baquetas y sus mazas con el
consiguiente resultado sonoro. Delante de esa banda, me llamó la atención un
minúsculo grupo de pequeños “penitentes”, que entre los tres –dos niños y una
niña- no sumarían los siete años; la nena era más pequeña que los chicos. Con
su vesta morada, su cíngulo blando y un rosario de grandes cuentas colgado al
cuello y unas sencillas cruces de madera
en la mano, ligeras de peso pera más altas que ellos. Era imposible evitar la
sonrisa ante estampa tan deliciosamente tierna e inocente. Pero lo más
simpático era su forma de caminar. Lejos de andar haciendo lo propio como lo
niños que eran, lo sorprendente es que con todo ahínco los dos chicos
intentaban marcar el paso al tempo que lo hacía la banda y pretendían enseñar a
la niña a avanzar del mismo modo. Genial. Una estampa que debo patentizar cómo
me cautivó. Luego, el toque de la campana de guía nos transportó a otra escena
distinta: antorchas, faroles, cadenas, cirineos con la cruz a cuestas… y Jesús
atado a la columna de camino hacia la casa de la clavariesa que, sin duda, lo
guardará con el cariño que requiere durante el año que ahora comienza para
ella.
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Si algo hay que destacar del Domingo de Ramos, al
exterior del templo colegial, cuando a las 12 se inició la Procesión de las Palmas,
es la espectacular progresión de acompañantes con palmas y ramos de olivo,
previamente bendecidos, que nos dejó boquiabiertos. Aquello fue un verdadero
tsunami de niños con sus padres, de matrimonios, de adultos incontables… Eb
toda mi ya larga vida, en la que solo fallé a esta procesión durante mis años
en la Universidad, éste es el Domingo de Ramos más caluroso en todos los
sentidos que de que he sido testigo. No tengo palabras. Y no exagero. Es de
alabar que a pesar del gentío participante no se observara ningún “roto”. El
desfile fue uniformemente ordenado. Quienes nos conceden el privilegio de leer
este blog habrán observado que en casi todas las ocasiones, cada año, me quejo
por echar de menos los cantos propios del día. Las personas, es lógico, hablan
entre sí, comentan, saludan a sus conocidos, y caminan hasta el momento de
agitar palmas y ramos a la entrada de Jesús a lomos de su pollino en la Iglesia
Colegial, pero… no se oye ningún canto, ni el “pueri hebreorun”, ni el “lauda
Jerusalem…” ni… ni otra cosa que
el redoblar de los tambores; y, al final, la banda de música. Me pregunto si no
sería posible que al igual que los chavales se apuntan al tamborileo, cabría
reclutar a algunos a quienes les agrade cantar y formar una especie de “motete”
que animara tan precioso acto de acompañamiento a Jesús en su pollino camino
del momento culmen de la redención…
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La tarde. Largo recorrido hoy del Santísimo Cristo de la
Palma. De clavario a clavariesa. Nostalgia del año que esta entrañablemente
querida imagen nos acompañó en mi casa. Hoy día ya no me atrevo a acercarme a
llevar tan dulce peso sobre mi vieja columna.
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Noche del Domingo de Ramos. Traslado de Jesús Nazareno al
nuevo clavario. Calor inesperado y contumaz. Fuimos puntuales y tuvimos una
buena asistencia de devotos y de portadores. Por poner un ejemplo: cuando la
cabeza de la procesión estaba delante de Sant Francesc, la presidencia se
encontraba en la esquina de la calle Padre Urios. No es por presumir, pero sí
es de agradecer la respuesta. Ya sabemos que todo es mejorable, pero la
felicitación que transmitido hoy por WhatsApp está justificada. Tal vez fuimos
un poco lentos, pero eso facilitó el curso de un desfile sin “rotos”. Lamentamos
que nuestro Hermano Mayor se hallara indispuesto y no pudiera asistir. Y nos alegramos
de que nuestro hermano conservador vaya mejorando y recobrando fuerzas. Ánimo a
los dos: Pepe y Vicente, Vicente y Pepe, sabéis que os queremos y deseamos
vuestra pronta reintegración al grupo nazareno.
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Mi condición de octogenario con cierta carga de
cansancio, me impidió ver salir corriendo a Paco Perales para llegar a tiempo a
la Procesión del Silencio y menos a participar en ella para acompañar al
Santísimo Cristo del Carmen a su casa como clavario que es este semestre de esa
preciada imagen. Caí rendido; tanto es así que, aun estando tan cercano el
lugar de salida de la procesión, ni siquiera llegué a oir el zumbido del timbal
que abre marcha…
¡Enhorabuena, querido Paco!
Domingo cristológico.
¡¡Te adoramos, oh Cristo y te bendecimos; que por tu
santa cruz redimiste al mundo!!
Vuestro, Miguel Mira
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