UNA CRÓNICA ATÍPICA
Ocurre que durante estos últimos ocho o diez días no
he podido dedicar mi tiempo a esta nuestra ventana; y como quiera que se celebraron un puñado de actos que merecen, al
menos, unas líneas, emprendo esta tarea sin que, necesariamente, se guarde un
orden estricto.
Por
ello, comentaré en primer lugar dos eventos culturales programados para un
mismo día (21 de marzo) y a la misma hora, y ambos eran interesantes:
-Comenzaré
por el profano y no por eso desestimable, sino más bien al contrario. Les
cuento: la UNED SENIOR, que desarrolla sus actividades en el antiguo Instituto
Simarro o Universidad Católica, junto al Colegio Claret, ofrecía el jueves 21, en colaboración con el
Conservatorio Municipal, a las ocho de la tarde, un recital de poesía en el
auditorio de San Agustín, a cargo de los alumnos/as del aula de “Artes
escénicas”, que dirigen Víctor Torres Herrero y Pepe Mira Piqueres, alternando
semanas, cada martes lectivo. Una de las alumnas era mi esposa, Mari Carmen
Piqueres. Ni qué decir tiene por qué no asistí al otro acto, la presentación
del libro que ha editado la Hermandad de Cofradías.
Me
interesa destacar, conociendo a los profesores, que sin duda alguna la
preparación en orden a una perfecta declamación habría sido rigurosa. Pero, a
fuer de ser sincero, tuve mis dudas en cuanto al resultado final, conociendo
también, como conozco, la pésima calidad de su acústica. No obstante, me veo
satisfactoriamente obligado a reconocer que aquel acto merece la calificación
de excelente, no porque se escucharan más o menos bien los textos poéticos
escogidos con acompañamiento al piano, sino porque pudimos percatarnos de la
disposición de ánimo, la decisión ilusionada de aquellos alumnos “senior”,
mujeres y hombres –los había octogenarios-, al situarse ante el micrófono y
convertirse en rapsodas consagrados, a pesar de los nervios ante aquel público
expectante. Les puedo asegurar que, sin perjuicio del valor cultural/docente
del acto, me impactó el valor demostrado de cómo se puede, se tenga la edad que
se tenga, aceptar un reto y conseguir un objetivo hasta ensanchar el propio
ánimo al superar exitosamente el reto que se les había propuesto.
Sinceramente,
la emotividad, el agradecimiento por haber sido testigos de tan noble
propuesta, fue un regalo impagable.
Un esfuerzo tan plausible merecía
mejor espacio escénico. En todo caso, ¡Enhorabuena!
Como
he dicho, hubo otro evento, éste relacionado con nuestra Semana Santa en la Casa
de Cultura: la presentación del libro editado por la Hermandad de Cofradías. “Según fuentes generalmente bien
informadas”, puedo asegurar que el salón quedó pequeño ante el numeroso
público asistente; y, respecto al libro,
la comisión de publicidad del organismo rector de la Hermandad ha roto la
costumbre ¿la rutina?, saliéndose del formato habitual. Ha preferido
presentar aspectos de esta nuestra
Semana Grande de los que hasta ahora no se habían tratado en profundidad, a
partir de dos trabajos extraordinarios sobe la música en la Semana Santa y
sobre imaginería de nuestra ciudad; el primero, salido de la pluma del Académico de la de Bellas Artes de San Carlos
de Valencia, Director del Còr de la Generalitat, músico vocacional hasta la
médula, D. Francisco José Perales Ferre; y el segundo, de D. Juan Vicente Martí
Arquimbau, Especialista en Conservación y Restauración de Patrimonio Histórico
Artístico, Profesor de Secundaria y
Bachillerato; con unas manos mágicas para tratar aquello que merece ser restaurado, no menos estudioso que el anterior y
autor de varios trabajos ya publicados
de sumo interés. Ambos son directivos en la
Hermandad de Portadores de Nuestro Padre Jesús Nazareno.
***
Como
s e deduce del encabezamiento, no necesariamente voy a comenzar por el
principio. Lo que sí es claro: hablamos de los actos externos en la tradicional
y singular representación de los misterios de la pasión, muerte y resurrección
de Nuestro Señor Jesús.
Las
seculares formas y costumbres mediante las que se trató de forma plástica
relatar a la gente sencilla aquellos misterios, y que hoy nos exige elevar el punto de mira y trasladar
la fuerza de la imagen al ejemplo personal de quienes procesionamos esas obras
de arte. Como ya saben, se trata de otro medio de evangelizar. Sé que ya lo
dije; pero por mucho pan…
Así
pues, empezaré por un comentario al mensaje que entró el sábado, día
30/3, por el whatss.App del grupo de
Portadores y, en concreto, como felicitación que la Señora Presidenta insertó
a última hora de la noche del Viernes Santo. Nadie contestó hasta la mañana del
sábado, y quiero
puntualizar cuál es mi opinión particular:
De la
procesión de traslado sólo podemos reseñar la incidencia que obligó a acortar,
precipitadamente, el recorrido a causa de la lluvia. Incluso la banda de música
que en aquel momento tocaba la marcha Cristo de la Sangre, tuvo que acallar sus
instrumentos súbitamente porque los portadores aceleraron el paso con tal prisa
que se la dejaron lejos. ¡Qué impertinente
aquel chubasco en un momento impertinente…!
Tanto
en el traslado como Jueves y Viernes y Santo podemos dar cuenta de una buena
asistencia de portadores, mayor que en pasados años, aunque en estas dos
últimas la participación de devotos sin
vesta fue meramente testimonial. En cuanto al orden del desfile, tanto Jueves
como Viernes fue correcto y sin incidentes dignos de mención.

En general, cabe estar satisfechos por eso y por la
colaboración tanto de los y las más jóvenes como de los y las más mayores,
alternándose en la llevanza de los pendones, estandartes, faroles, muletas y cruces, servidumbres éstas de obligado
cumplimiento. No obstante, no puedo contradecir a nuestro hermano Antonio Pastor
cuando en su mensaje, el arriba referido, afirma que se sigue sin observar
distancias entre cofrades y perdura el viejo vicio de la “xarraeta”, aunque se
reduce a casos puntuales según yo observo. Es cierto. No nos ha de disgustar
como algo sobrevenido, porque estamos intentando corregirlo desde ya hace años,
pero es claro que si otras cofradías consiguieron eliminar aquellas anomalías…,
pues mirad: nosotros mismos… Esto
es cosa de todos y si portadores y portadoras ponemos personalmente de nuestra
parte todo lo que hay que poner, como ya hace la mayoría, acabaríamos por hacer
de nuestro desfile un referente, como debiera ser. Es de agradecer el mensaje que leí el mismo día de un grupo de nueve
más una personas que nos dan las gracias por procesionar “valientemente” a
Jesús por las calles de la ciudad. Y verdaderamente meritorio es el esfuerzo,
sobre todo, de los portadores del anda y de todos quienes colaboran para que
ello sea posible; pero también sería de agradecer, como venimos hablando,
hacerlo con el rigor del conjunto que formamos, como perfectamente sabemos ¡y podemos!,
para transmitir el encargo de que somos depositarios, repito: evangelizar. Y la
belleza y la estética, el orden y el silencio penitencial no están reñidos con tal esencial menester. ¿Debemos
mantenernos indiferentes ante la posibilidad de mejorar las actitudes impropias?
Punto y aparte: alegría para Sara Camús, jovencísima
portadora a la que ha correspondido en
el sorteo celebrado tras la procesión gen eral, nuestra estimada y venerada
imagen antigua de traslado, nuestro entrañable “Pillet”: Jesús en una de sus
caídas.
¡Enhorabuena, Sara!.
***
Un
hecho a poner de manifiesto es el escaso público a la expectativa durante los
días de traslado, llamando la atención, más que en ningún otro caso, el vacío durante
el paso de “El Cachorro”. No se vio aquel tropel de gente a la espera de su ya clásico “baile” (al menos, así lo vi yo),
así como fue llamativa la menor participación de cofrades. Más que escasa, menguada
fue la asistencia en el traslado de “La Camilla”. Personalmente, lamento que esto ya sea un “dejà vu” al menos desde el año pasado. En el “Entierro”, sin embargo, ya pareció
haberse recuperado buena parte de la
tradicional asistencia de acompañantes y verdaderamente la procesión fue
ordenada.
Sentimos el
incidente que provocó un largo corte ya en el último tramo del itinerario entre
particulares, penitentes de las distintas hermandades y cofradía. Debo insistir
en alentar a la presidenta de la Cofradía, Dª Palmira Guerola por su incansable
dedicación a esta asociación y he de reiterar que lamento sinceramente la
escasa asistencia de cofrades tanto en el traslado como en “El entierro”. LO de
los ángeles blancos que tiran de la “camilla” es otra cosa…
Foto de Lorenzo Segarra
¡Ánimo!
y a ver si se puede reavivar una devoción tan arraigada en nuestra ciudad. A
veces, ciertamente, no se comprende esta oscilación pendular a la que todos
estamos expuestos y algunos hemos sufrido. No sé si recordáis al padre Renovat,
aquel simpático cura oriundo de Burundi, que durante dos años estuvo destinado en la
Colegiata. En una procesión del Nazareno que vino a presidir, yo me quejaba de
esa falta de respuesta, y el me dijo: ¿De qué se queja usted, cuando hasta a Cristo le abandonaron sus
discípulos…? Pues eso ¡Avant!
Del
mismo tenor, también lamentablemente, sería la referencia tanto al traslado del
Santísimo Ecce Homo el domingo día 10 de marzo así como el Miércoles Santo en la
procesión de “Les cortesíes”. Sin embargo, lo contrario ocurrió en en el acompañamiento de
Nuestra Señora de la Soledad, que gozó de
un excelente acompañamiento. Respecto a este tradicional acto, en la
plaza de San Francesc y aledaños se reunió, esta vez sí, buen número de
espectadores, como lo hubo en algunas de las esquinas durante el recorrido. No
obstante, creo recordar que el pasado año ya denuncié esto: al salir el cortejo
de La Soledad de la calle de San Vicente, no vi en toda la de Segurana ni una
sola casa abierta a la espera del paso de la Virgen y fue significativo el
escasísimo número de personas que nos
vieron pasar hasta el lugar de “El Encuentro” a partir de la plaza de San
Pedro, inclusive.
Aprovecho
la referencia a este paso de la Cofradía de la Purísima Sangre, pare referir el
intachable orden, silencio y respeto en la procesión de penitencia o “de las
antorchas” del Domingo de Ramos, trasladando el Santísimo Cristo de la Palma”
de clavario a clavario, con la asistencia del tradicional motete. Por primera
vez en muchos años el prior de la cofradía, D. Joaquín Núñez, faltó a la cita
por culpa de sus achaques. Recemos por él. Si tengo algo que reprochar no es
sino cierto retraso en la salida de la procesión; y, el Jueves Santo, en el
traslado hasta la Colegiata, el trazado de un itinerario innecesariamente
largo.
***
Preciso
es volver atrás hasta la mañana del Domingo de Ramos.
Estuve
en la Misa Conventual, incluida la bendición de palmas y ramos, y también de
las nuevas andas de la entrañable imagen de La Burreta; pero, acabada la Misa
me marché a casa con mi ramito de olivo bendecido, y, luego, junto con mi esposa
vimos pasar por la Alameda aquel largo desfile de niños y mayores que
recordaban la Entrada de Jesús en Jerusalén. Cada año recuerdo la falta de
aquellos cantos que acercaban la memoria hasta el momento… Después, como cada
año, esperamos la llegada de esta manifestación de la piedad popular a la
iglesia colegial. Vimos una bien ordenada cofradía, con su banda de tambores y
acompañada por la banda de la Música Vella. Presidía el Sr. Abad con el
Cabildo, todos revestidos como tales.
Es
nuestra costumbre situarnos en la parte alta de la Plaza de la Seo, cerca de la
casa abadía, desde donde se domina cuanto allí sucede. Hay un banco donde
descansar durante la espera y allí se sentó mi esposa y, al cabo de unos
minutos, también lo hizo una señora también de edad avanzada. Ésta iba
acompañada de dos hombres, igualmente muy mayores Los tres vestían humilde pero
decorosamente su ropa de domingo y llevaban cada uno en su mano unas ramitas de
olivo. Todos mirábamos hacia la embocadura de la calle de la Corretgería,
viendo pasar y pasar tambores, pendones y gente, mucha gente y muchos niños. La
expectación iba in crescendo hasta comprobar que la alegría de aquellas
vestas de brillante verde anunciaban la proximidad de la imagen de Jesús, que,
efectivamente, asomó inmediatamente. Uno de los dos hombres se acercó rápidamente
hacia la anciana, requiriéndola con premura: “Vine que ja está ahí la Burreta”, y los tres, de consuno, como el
gentío que llenaba la plaza, alzaron sus brazo y agitaron sus ramos animados
por el redoblar de los tambores. Sus rostros me parecieron iluminados por una sonrisa,
por una ilusión sincera y su hermosa e indefinible expresión de contento les
juro que me emocionó y todavía se me
nublan los ojos al recordarlo. Acabada aquella unívoca aclamación, los tres
juntos se encaminaron Ardiaca arriba, aquella empinada cuesta… Jesús ya había
entrado en Jerusalén. ¡Qué sensación de
ternura…! ¡Qué paz, qué envidiable llaneza!
***
No
puedo comentar ningún detalle de la procesión
de penitencia de Jesús de la Buena Muerte, ni la correspondiente a la misma cofradía
del Martes Santo. Puedo, eso sí, insertar la foto que me ha enviado el amigo
Lorenzo Segarra.
Tampoco
puedo referir nada sobre el traslado del Santo Sepulcro, porque, a la misma
hora, se celebró el de la Cofradía del Señor de la Columna, que desfiló en su
orden tradicional, asistiendo como invitada la Banda de tambores de la Cofradía
del Santo Sepulcro de Moixent. La imagen
había de ser entregada a su clavariesa en el pintoresco paraje de la Rinconada
del Collar de la Paloma, por lo que recorrimos un itinerario marcado por el sabor impagable del
casco antiguo llegando hasta la cima de l’Ardiaca, y en esas callejuelas les
aseguro que es un verdadero placer emocionarse al escuchar las tradicionales
marchas procesionales…
Es
Señor Abad, que ha acompañado las imágenes de todas las cofradías que tienen
sede en la Colegiata, a la entrada, ante la casa de la clavariesa, rezó por
ella y le pidió que rezara por él ante el Señor de la Columna.
***
He de
volver atrás para referirme al traslado de La Dolorosa. Ese viernes sí que hubo
más animación en la calle y fue numeroso el público que esperaba a su paso y
muy numerosa la asistencia de acompañantes con cirio y de cofrades con vesta.
La pequeña imagen de la virgen se adornó
con el buen gusto en que acostumbra a hacerlo su florista. Si he de poner algún
reparo, haría el reproche respecto al poco cuidado modo de desfilar los
cofrades.
La
procesión de traslado de la Santa Cena hubo de suspenderse el Lunes Santo a
causa de la lluvia; pero se celebró el martes sin incidentes y con normalidad
para satisfacción de la Cofradía. Al hablar de normalidad, me refiero a la
línea homogénea de cada año. También este precioso paso merece mayor respuesta.
Pero hay que felicitar a sus cofrades por mantener la posibilidad de que sea
recordada la institución de la eucaristía a su visitar calles y plazas de la
ciudad.
La
que sí que se suspendió fue la que para mí es la más propicia a la meditación,
por su modo de celebrarse y el lugar de estación, uno u otro Calvario, en
especial, el Alto: la Procesión del Silencio”, presidiendo el Santísimo Cristo
del Carmen. Quiero dedicar un recuerdo especial al sacerdote que, año tras año,
aun después de ser trasladado a Valencia, venía adrede a subir aquel sinuoso
camino hasta la ermita cabe Jesús
crucificado y rezar con los numerosos asistentes una oración fervorosa. D. Paco
Doménech, nuestro querido Paquito, está enfermo y no ha venido ese año. Rezaré
y les invito a rezar al Cristo del Carmen un padrenuestro por su salud.
No
voy a escribir una gran crónica sobe la Procesión General del Santo Entierro.
Solamente referir que no hubo incidentes que lamentar; si acaso, el largo corte
que suele produciré año tras año, entre las dos primeras cofradías y La Columna.
Eso sí, en contraste con la semana anterior, las calles y plazas estaban a
rebosar… Bendito sea Dios.
***
En la
noche de Pascua estuve en la Colegiata. Naturalmente, se sucedieron los ritos
litúrgicos, sobresaliendo el canto del Pregón Pascual, magistralmente entonado
por el Vicario Rvdo. D. Antonio Polo, acompañado por el puntear de una guitarra
bien tocada. Claro que me hubiera gustado más el acompañamiento al órgano, pero
no dejo de saber la causa de esta carencia y pienso que pronto o tarde se habrá
de resolver. En esta ocasión no hubo bautizos, pero el Sr. Abad, con el hisopo,
ya se encargó de bautizarnos a todos… ¡Hay que nacer del agua y del espíritu de
Dios; hay que nacer del Señor!
En su
tónica habitual, la homilía de D. Camilo fue directa donde nos duele,
recordándonos, cómo al enviar a las mujeres que encontraron el sepulcro vacío
fueron enviadas por el ángel a anunciar
a los apóstoles lo sucedido y
requerirles para que se dirigieran a Galilea a encontrase con Jesús resucitado.
Y el discurso siguió aclarando sin ambages cuál es nuestra Galilea en nuestra
vida cotidiana: nuestros hermanos, nuestra familia; el afán de cada día…
¡Aleluya!
Con el canto del Regina coeli, nos despedimos, emplazados para asistir al “Encuentro
Glorioso” a las diez de la mañana, ya en el nuevo horario.
Y
allí acudí. El día amaneció destemplado y cubierto y las previsiones no
fallaron. Pero las dos imágenes salieron a las calles de aquel barrio del
Carmen. Durante un buen trecho todos los asistentes resistimos estoicamente
aquella llovizna impertinentes, hasta que al llegar a la calle del Padre Claret
comenzaron a abrirse tímidamente algunos paraguas y, poco a poco, se
multiplicaron. Algunos, al parar las imágenes en el punto del encuentro, nos
refugiamos al amparo de los miradores o tuvimos la suerte de contar con un
paraguas amigo. Pero el acto se celebró; los músicos, a pesar del aguacero, tocaban el “Resucitó”, primero; el Himno a la
Alegría, después; y todo bajo el tintinar de las campanillas de un numeroso
coro de fieles bajo una nube de paraguas en la plaza del País…