divendres, 27 de setembre del 2024

EN EL DOMINGO 26

     CRISTO NOS HABLA POR MEDIO DE SAN MARCOS

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     Ya es viernes y nuestro buen amigo D. Joaquín Núñez Morant no falta a la cita. Como de costumbre, transcribimos el texto del evangelio del domingo, día 29, que corresponde a la semana 26ª, ciclo B, del tiempo ordinario.

            En mi opinión, merece la pena leer sosegadamente, sin prisas tanto el testo de Marcos como la reflexión siempre interesante del sacerdote que predica con la intención de que cada día seamos más fieles a nuestra condición de creyentes.

            Buen finde. Saludos cordiales, Miguel Mira

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Lectura del santo evangelio según san Marcos 9, 38-43. 45. 47-48

            “En aquel tiempo, dijo Juan a Jesús:

—«Maestro, hemos visto a uno que echaba demonios en tu nombre, y se lo hemos querido impedir, porque no es de los nuestros».

Jesús respondió:

—«No se lo impidáis, porque uno que hace milagros en mi nombre no puede luego hablar mal de mí. El que no está contra nosotros está a favor nuestro.

Y, además, el que os dé a beber un vaso de agua, porque seguís al Mesías, os aseguro que no se quedará sin recompensa. El que escandalice a uno de estos pequeñuelos que creen, más le valdría que le encajasen en el cuello una piedra de molino y lo echasen al mar. Si tu mano te hace caer, córtatela: más te vale entrar manco en la vida, que ir con las dos manos al infierno, al fuego que no se apaga.

Y, si tu pie te hace caer, córtatelo: más te vale entrar cojo en la vida, que ser echado con los dos pies al infierno.

Y, si tu ojo te hace caer, sácatelo: más te vale entrar tuerto en el reino de Dios, que ser echado con los dos ojos la infierno, donde el gusano no muere y el fuego no se apaga».”

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Homilía, por D. Joaquín Núñez Morant, Canónigo honorario de la Iglesia Colegial Basílica de Santa María de Xàtiva

             Cuando leemos el Evangelio, si leemos bien, nos sorprende su actualidad, su validez para orientar nuestra vida cristiana. Nos admiran los pecados y virtudes, las situaciones que nos escandalizan hoy. San Marcos nos describe los pecados que llenan la historia de la Iglesia.

    Hoy nos describe cómo Juan denuncia a uno que no es de los nuestros, que no es Católico Apostólico Romano. Quizás pensamos que quien hace el bien, nos quita protagonismo. Olvidamos lo que cantamos, a voz en grito: “donde hay caridad y amor, allí está el Señor”.

    En nuestra sociedad, en este mundo en crisis, hay muchos grupos con sensibilidad ante las desgracias ajenas, grupos que practican la misma misericordia que deberíamos practicar nosotros.

    Juan denuncia como grupo, no como persona, que hay quien hace el bien, “y no son de los nuestros”, como si fuéramos exclusivos y excluyentes. Hoy, como a lo largo de  la historia de la Iglesia, existe alguno de esos grupos. No olvidemos que la denuncia de Marcos es de los males de la comunidad a la que él trata de educar, es a nuestras comunidades a las que hemos de educar.

   Quiero aclarar eso que dice Juan: “en tu nombre”. En tiempo de Jesús, muchos curanderos invocaban el nombre de profetas, santos venerables o dioses de otras religiones o incluso satanes que los tenían poseídos. Así comprenderemos mejor el texto.

     Hoy nos dice Jesús: no se lo impidáis, no los envidiéis, alabad el bien que hacen otros en favor de los débiles. Analizad por qué nosotros no hacemos los milagros en su nombre. El que hace el bien a un prójimo, no se lo hace a él, “me lo hace a mí, y el que me lo hace a mí, se lo hace al Padre”.

     En palabras de Jesús un “vaso de agua dado en su nombre”, encontrará su paga. Esta nimiedad nos advierte que no hay cosa pequeña en la vida cristiana, “hay que recoger los mendrugos sobrantes de la multiplicación de los panes y los peces”.

    Estos pequeños son los de fe pequeña, de fe sencilla, personas a quienes hay que cuidar con delicadeza dándoles ejemplo. No tienen otra referencia de fe que la nuestra, de nuestra caridad, de nuestro estilo de vida, de nuestro buen hacer evangélico.

    De otra parte, encontramos en nuestras comunidades y en la Iglesia en general grupos fanáticos que confunden y equivocan a la gente sencilla o desinformada o incluso a quien se cree bien formados, desde cardenales a obispos, clero, religiosos, religiosas y distintas espiritualidades que defienden sus intereses en nombre de la Tradición. Si abrimos los libros de Historia de la Iglesia hay tradiciones de tres, de cinco siglos y no más, de algo accidental como son los ritos, las vestimentas o formularios. La tradición es otra cosa más seria.  

   Encontrar el equilibrio es difícil, hay que ser “manso y humilde” y decir con Samuel “habla Señor, que tu siervo te escucha”.

    Por eso el castigo es tan duro: que le aten al cuello una rueda de molino, una piedra enorme y lo arrojen al mar. Equivale el castigo a la gravedad del daño a quien escandalicemos y desviemos del camino de la vida con Cristo.

     Si tu mano, tu pie o tus ojos te hacen pecar o escandalizar a los que buscan el camino de la Vida, más te vale entrar cojo o manco o tuerto en el reino de Dios que ser echado a la “gehenna”.  El reino o reinado de Dios es la vida de la Iglesia, nuestro quehacer diario con sus sombras y sus luces. Eso que nos dice San Pablo: “…porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero” (Rom. 7,19-25).

        Feliz domingo, que el Señor nos bendiga y perdone nuestros pecados de escándalo.

   

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divendres, 20 de setembre del 2024

CONOCER A JESÚS

 

       Un viernes más se nos ofrece la oportunidad de detenernos unos minutos y reflexionar sobre La Palabra y el mensaje que encierra. Hoy, D. Joaquín Núñez nos llama la atención sobre la actitud de los apóstoles y su torpeza, nuestra torpeza en ocasiones, ya que posiblemente no profundizamos en el conocimiento de Jesús, y la importancia del amor como signo del cristianismo.

       Saludos cordiales, Miguel Mira

 

            El evangelio que se comenta es el de san Marcos 9, 30-37, correspondiente al domingo 25º del tiempo ordinario, ciclo B:

 

            En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos se marcharon de la montaña y atravesaron Galilea; no quería que nadie se enterase, porque iba instruyendo a sus discípulos. Les decía:

—«El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres, y lo matarán; y, después de muerto, a los tres días resucitará».

Pero no entendían aquello, y les daba miedo preguntarle.

Llegaron a Cafarnaún, y, una vez en casa, les preguntó:

—«¿De qué discutíais por el camino?».

Ellos no contestaron, pues por el camino habían discutido quién era el más importante. Jesús se sentó llamó a los Doce y les dijo:

—«Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos».

Y, acercando a un niño, lo puso en medio de ellos, lo abrazó y les dijo:

—«El que acoge a un niño como éste en mi nombre me acoge a mí; y el que me acoge a mí no me acoge a mí, sino al que me ha enviado».

 

HOMILÍA 22-9-2024

Por D. Joaquín Núñez Morant, Canónigo Honorario de la Colegiata-Basílica de Santa María, de Xàtiva

 

 

            Este domingo vemos a Jesús empeñado en enseñar a sus apóstoles y a nosotros mismos sobre quién es Él, porque ya sabemos cuáles eran sus intereses  como ellos mismos lo dirán. No sé nosotros; pero también necesitamos conocernos y ver, por qué decimos que seguimos o somos de Jesús: cristianos.

            No se trata de saber, se trata de amar. “Conocer”, en la Biblia y los Evangelios tiene una profundidad de relación que nos lleva a una identidad amorosa de amistad, que el Papa Benedicto nos explicó en su Carta Encíclica “Deus caritas est”.

      Nadie puede amar lo que no conoce, o en este caso, ama su invento, su ilusión, su esperanza. Conocemos amores locos, fanáticos defendidos hasta el martirio: porque es mi devoción, la de mis padres, mis abuelos, etc., personificada en una  enseñanza aprendida desde el equívoco, y sin reeducar por cobardía de quienes tienen la misión de enseñar. No creamos que a Jesús le fue fácil encontrar a quienes serían sus apóstoles y atraerlos para la misión de evangelizar, anunciar la Buena Nueva, miren,  lo sabemos de memoria, tuvo que morir, resucitar y enviar el Espíritu Santo, y entonces empezar a comprender y dejarnos por escrito sus recuerdos, convertidos en catequesis de distintas comunidades. Históricamente, grandes silencios, prohibiciones, ignorancia absolutas por miedo al contagio protestante.

    Para amarlo hemos de conocer a Jesús.

    En este caso, Jesús les ayuda, nos ayuda, “¿de qué discutíais por el camino?”. Creo que nosotros ni eso, ellos callan; el domingo pasado ya les advirtió quién era el Hijo del hombre, pues quieren saber quién será el más importante en su Reino. Entonces Jesús de forma solemne, como hacen los maestros, los rabinos, se sienta para enseñar, en este caso a sus Apóstoles: “Quien quiera ser el primero, que sea el último y el servidor de todos”. Él nos dice: “no he venido a ser servido, sino a servir”, otra vez ha de recordar lo que ha de ser el norte de nuestra vida: “aprended de mí…”.

            Toma entonces a un niño, ser inútil sin opinión, por mucho que se les quisiera, pero sin valor social, y lo abraza y le da un gran valor diciéndoles: “el que acoge a un niño en mi nombre, me acoge a mí y el que me acoge a mí, no me acoge a mí, sino al que me ha enviado”.

            Esta enseñanza se traduce para nuestra vida en que para todos los hijos de Dios, en toda criatura está la presencia de Dios,  por indigna que la califique esta sociedad utilitarista, despiadada y que solo busca su ganancia. Con toda urgencia buscaremos la mejor solución para su vida. Jesús vino a servir no ha ser servido; nosotros, por amor a Él, amaremos a este mundo tan desamado, tan solo, tan egoísta, tan competidor, tan agresivo, tan pobre aunque se crea rico.

            Todos los inútiles para el Reino han de ser objeto de nuestro amor como lo eran los llamados a ser apóstoles, a quienes los envió a bautizar y perdonar con mucha dulzura los pecados, la más hermosa de las misiones: Perdonar por amor de Dios. Misión común para todos los seguidores de Jesús, perdonar y pedir perdón, quehacer divino, “¿quien puede perdonar los pecados más que Dios?” le echan en cara los fariseos. En los Hechos de los Apóstoles, las gentes se admiraban: “mirad cómo se aman”, lo más admirable sería “mirad cómo se perdonan”, lo que supone el mayor amor.

            Feliz domingo, si oída la llamada de Jesús queremos seguirle para amar como Él nos ama y perdonar como Él nos perdona.