dijous, 30 de gener del 2025

LA CANDELARIA

 

            Purificación de Nuestra Señora - Virgen Santa Maria

     Como sabéis, el 2 de febrero se celebra la fiesta de la Candelaria, nombre que proviene de la palabra "candela", que significa LUZ. Esta festividad conmemora la presentación de Jesús en el Templo y la purificación de la Virgen María, de acuerdo con la tradición judía.

            El nombre se debe a la costumbre de bendecir y encender velas en las iglesias ese día, simbolizando a Cristo como la "luz del mundo".

            El Sr. Abad ha anunciado reiteradamente que este próximo domingo cuya fecha es inclusiva de la festividad de La Candelaria, la tradición de encender las candelas, va a cumplirse con el siguiente ritual: La bendición de las velas tendrá lugar en la iglesia de San Francisco a las seis de la tarde. Tras la bendición, con las candelas encendidas, los asistentes se trasladarán junto con los sacerdotes, en precesión, hasta la Colegiata donde se celebrará la eucaristía.

            Naturalmente, hoy no podía faltar la colaboración de D. Joaquín, comentando el Evangelio de Lucas 2,22-40.

            “Cuando se cumplieron los días de la purificación de María, según la Ley de Moisés, llevaron a Jesús a Jerusalén para presentarle al Señor, como está escrito en la Ley del Señor: Todo varón primogénito será consagrado al Señor y para ofrecer en sacrificio un par de tórtolas o dos pichones. Y he aquí que había en Jerusalén un hombre llamado Simeón; este hombre era justo y piadoso, y esperaba la consolación de Israel; y estaba en él el Espíritu Santo. Le había sido revelado por el Espíritu Santo que no vería la muerte antes de haber visto al Cristo del Señor. Movido por el Espíritu, vino al Templo; y cuando los padres introdujeron al niño Jesús, para cumplir lo que la Ley prescribía sobre él, le tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo: «Ahora, Señor, puedes, según tu palabra, dejar que tu siervo se vaya en paz; porque han visto mis ojos tu salvación, la que has preparado a la vista de todos los pueblos, luz para iluminar a los gentiles y gloria de tu pueblo Israel.» Su padre y su madre estaban admirados de lo que se decía de él. Simeón les bendijo y dijo a María, su madre: «Este está puesto para caída y elevación de muchos en Israel, y para ser señal de contradicción, ¡y a ti misma una espada te atravesará el alma! - a fin de que queden al descubierto las intenciones de muchos corazones.» Había también una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser, de edad avanzada; después de casarse había vivido siete años con su marido, y permaneció viuda hasta los ochenta y cuatro años; no se apartaba del Templo, sirviendo a Dios noche y día en ayunos y oraciones. Como se presentase en aquella misma hora, alababa a Dios y hablaba del niño a todos los que esperaban la redención de Jerusalén. Así que cumplieron todas las cosas según la Ley del Señor, volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El niño crecía y se fortalecía, llenándose de sabiduría; y la gracia de Dios estaba sobre él.”.

Comentario

       El entusiasmo de la tradición de la fiesta de la Candelaria deja en segundo plano lo que la Palabra de Dios inspirada nos describe acerca de la familia y educación de Jesús.

       San Lucas nos describe a una familia tradicional judía “cumplidora de la Ley“. No dan un paso que no esté mandado por “la Ley”, incluso el ofrecimiento del “rescate de Jesús“: un par de tórtolas o dos pichones, por no ser ricos.

     Al llegar al Templo, un hombre, un seglar, un hombre “justo y piadoso” les sale al encuentro. Le mueve el Espíritu Santo, no la Ley, para que se cumpla la voluntad del Señor: “no vería la muerte antes de ver al Mesías del Señor”. No es profeta ni sacerdote. Dios escoge a seres sin historia, que en un momento concreto entran en la historia de la salvación. Se trata de personas como las que tenemos junto a nosotros, cuya vida no es brillante, pero que tienen claro el camino que nos lleva al conocimiento del Amor de Dios. Su cántico resuena todos los días en el rezo de Completas, como cántico de acción de gracias.

    Simeón da gracias al Señor en un espacio tradicional, sagrado y único, porque sus ojos han visto al Salvador “de todos los pueblos”.

     También nos sorprende la presencia de Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser, a quien correspondió la zona más rica, el valle más rico de Israel, una mujer muy anciana, casada durante siete años, desposorio perfecto, y ochenta y cuatro en el Templo. Todo en ella es perfecto: ochenta y cuatro son siete veces doce. (*)

     Cuando los padres de Jesús cumplieron con la Ley, volvieron a Galilea, a Nazaret, donde Jesús “iba creciendo y robusteciéndose, y se llenaba de sabiduría”.

     Ante Esta escena, exclusiva de San Lucas, nos surge la duda: ¿es crónica o planteamiento teológico?, ¿o la las dos cosas?

      Tanto Simeón, como Ana, son el resto perfecto de Israel, la fidelidad a Dios por encima de todas la crisis de un pueblo infiel, donde en nombre de la Ley, Jesús nos irá descubriendo cómo tal cosa era esclavitud y no libertad, no salvación. Simeón cierra el Antiguo Testamento y abre el Nuevo con el Niño en sus brazos para todos los pueblos. Ana también es símbolo del Israel fiel, que espera la Consolación, su consuelo. Podemos reconocer  en ellos, Simeón y Ana, a tanta gente entre nosotros, a quienes, fieles a su fe, no les afectan ni los escándalos, ni las dudas y crisis que tenemos hoy en la Iglesia; la suya es una fe enamorada de las promesas de Dios y no buscan espiritualidades a la carta, a petición del cliente, y se esfuerzan en formar comunidad en su parroquia, en hermandad protectora de los débiles.

      Los Padres de Jesús, José y María, son los que tienen la misión hermosa de enseñar al Niño a crecer, ayudar en su desarrollo físico y, sobre todo, en sabiduría sobre Dios, crecer en gracia ante Dios su Padre y los hombres. De tal manera que encontraremos al Niño en el Templo, a los doce años, su mayoría de edad, admirando a los sacerdotes y, sobre todo, a los escribas.

      Feliz domingo, este año en la Fiesta de la Purificación de María y Presentación del Niño en el Templo. Que San José y la Virgen María nos enseñen el Camino que nos lleva a Jesús.

    Que Simeón y Ana sean nuestro modelo de mostrar a Jesús. Amén.

Joaquín Núñez Morant                 

 

*)En el Antiguo Testamento, el número 7 tiene un significado simbólico muy importante, representando plenitud, perfección y santidad. Es un número que aparece repetidamente en la Biblia con un sentido especial en diversos contextos.

 

 

dijous, 23 de gener del 2025

COMIENZA LA VIDA PÚBLICA DE JESÚS

 

JESÚS LEE EL LIBRO DE ISAIAS 

EN LA SINAGOGA DE NAZARET

12 ideas de Jesús, en la Sinagoga. | jesus de nazaret ...

         Estimados amigos: otra semana… ¡Cómo corre el tiempo! Ya estamos en el III Domingo del ciclo C y hoy corresponde reflexionar sobre el Evangelio según san lucas:

Lucas 1:1-4
Prólogo

         “Puesto que muchos han intentado relatar ordenadamente las cosas que entre nosotros han sido ciertísimas, tal como nos las transmitieron los que desde el principio fueron testigos presenciales y ministros de la palabra, me ha parecido también a mí, después de haber investigado con diligencia todas las cosas desde su origen, escribírtelo por orden, oh excelentísimo Teófilo, para que conozcas bien la verdad de las cosas en las cuales has sido instruido.

4:14-21
Jesús comienza su ministerio en Galilea:

“Jesús volvió en el poder del Espíritu a Galilea, y se difundió su fama por toda la región circunvecina.
Enseñaba en las sinagogas de ellos, y era glorificado por todos.

         Fue a Nazaret, donde se había criado, y en el día de reposo entró en la sinagoga, conforme a su costumbre, y se levantó a leer.
         Se le dio el libro del profeta Isaías, y al abrir el libro, halló el lugar donde estaba escrito: «El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón, a pregonar libertad a los cautivos y vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos; a predicar el año de gracia del Señor».

         Enrolló el libro, lo dio al ministro y se sentó; y los ojos de todos en la sinagoga estaban fijos en él. Entonces comenzó a decirles:

         «Hoy se ha cumplido esta Escritura delante de vosotros».

 

COMENTARIO

       Comenzamos el evangelio de San Lucas, después de las tres Epifanías de los domingos pasados.

       En los primeros cuatro versículos San Lucas justifica por qué escribe y a quien escribe su evngelio. En estre prólogo se adivina la existencia de escritos sobre Jesús llenos de equívocos y de leyendas, que se alejaban de la verdad. Colegimos que desde el principio la Iglesia ha corrido el peligro de sufrir influencias, caprichosos infundios, con ansias de predominio. Pero es que hoy tampoco estamos libres de ese peligro: no se escucha la voz de quien tiene la misión de gobernar, enseñar y santificar; la voz del Papa, y hay quien escucha a cuatro iluminados que satisfacen sus creencias.

     Lucas se basa en quien ha transmitido la fe exponiendo su propia vida: los testigos presenciales de aquello que enseñan, además de sus propias investigaciones. Eso es lo que quiere transmitir sin ninguna manipulación, sabiendo aquello que quiere transmitir. Sabe su responsabilidad… No sé si nosotros adoptamos, responsablemente, la misma actitud ante la verdad que hemos de enseñar.

       Nos adentramos ya en el capituló 4º y en los versículos 14 a 21,  encontramos a Jesús en Nazaret. Le precede la fama adquirida en Cafarnaún y comarca, donde enseñaba en las sinagogas y todos lo alababan. La sinagoga de Nazaret, pequeña y pobre, sigue los ritos de siempre, aunque quizás solo dispusieran del libro de Isaías. Le entregan el rollo, lo extiende y aparece lo que terminamos de oír: todo un programa de actuación, de misión, de vocación.

      El Espíritu del Señor, la voluntad del Señor, está sobre mí, Él me ha ungido para una misión. Es la reflexión que ha de hacer todo cristiano. Por el bautismo se nos ungió para una misión, la de anunciar el Evangelio. Todo cristiano está llamado a ser evangelizador; pero tal vez pensamos que hemos de ser sólo evangelizados, enseñados, santificados, cuando realmente no podemos  vivir como seres pasivos, antes al contrario, somos evangelizados- evangelizadores, todos tenemos sobre nosotros el Espíritu del Señor para evangelizar imitando a Jesús:

    -Anunciar el Evangelio a los pobres.- La mayor pobreza es no conocer a Jesús, fuente de todo bien y toda riqueza. Sabiendo de la propia pobreza, sabremos de las pobrezas de los demás, amaremos entrañablemente a todos los pobres.

    -“Anunciar a los cautivos la libertad”.- Incluso los cristianos somos esclavos de tantos diablos como son: nuestros vicios, nuestros egoísmos, nuestros caprichos inútiles. Jesús es el ser más libre, más generoso, “no tiene donde reclinar la cabeza”, no  es esclavo de nadie, sólo de aquel que necesita amor.

      -“Dar a los ciegos la vista”.-  Señor, que vea, le pidió el ciego. Y Él le responde: “Tu fe te ha salvado”. Cuánta ceguera, incluso la nuestra propia, no quiere ver, o ve lo que quiere ver. Jesús está rodeado en la sinagoga de Nazaret de una fe farisaica, de cumplidores de la Ley. Una religión inamovible, de costumbres, incapaz de sentir como siente Jesús que ama gratuitamente. Sus paisanos quieren comprar a Dios; nuestros paisanos también; llevamos cuenta de lo que nos debe Dios por nuestra obediencia.

    -“Dar la libertad a los oprimidos”.- ¿Oprimidos por quién? Por la Ley mal interpretada, a conveniencia,  siempre cuando nos favorece.

      Enrollando el libro, lo devolvió. Los estudiosos interpretan este hecho -devolver el libro- como un concluir la antigua Ley y comenzar la nueva que es Jesús, al decir éste “hoy se cumple esta Escritura que acabais de oir”, sentado en la cátedra desde la que se enseña.

      Esta escena concluirá en los domingos siguientes.

    Feliz domingo a todos, y 

-Que nuestra pobreza sea enriquecida por nuestra fe, 

-Nuestra esclavitud por nuestro seguimiento de Jesús, 

-Nuestra ceguera por su mirada, 

-La libertad por ser hijos de Dios.

 

Joaquín Núñez Morant

 

   Bien, amigos, no podemos negar que tenemos materia para sentirnos motivados y actuar en consecuencia.

    Saludos cordiales, Miguel

 

dijous, 16 de gener del 2025

"HACED LO QUE ÉLOS DIGA"

 

            Ya iniciado el tiempo durante el año, estamos en el Segundo Domingo del Ciclo C. Hoy el tema es el tan conocido del primer signo que Jesús hizo a instancias de María: “Haced lo que el os diga” y el agua convertida en vino, salvó aquel compromiso en Caná, cuando el Señor, invitado como la Virgen, salvó el compromiso de aquella familia. Pero de ese relato no podemos quedarnos en lo anecdótico: tinajas, agua, sorpresa del mayordomo…

            Dejemos hablar a nuestro ya habitual ministro de La Palabra, no sin antes leer el texto de San Juan, 2; 1-11, y ver el interesante comentario y percatarnos de aquello que nos concierne.

 


Del Evangelio de San Juan, 2, 1-11.- Las Bodas de Caná

 

            “Al tercer día se celebró una boda en Caná de Galilea, y estaba allí la madre de Jesús.
 También Jesús fue invitado a la boda con sus discípulos.
            Faltó el vino, y la madre de Jesús le dijo: «No tienen vino».
 Jesús le respondió: «¿Quién te mete a ti en esto, mujer? Todavía no ha llegado mi hora».

            Su madre dijo a los sirvientes: «Haced lo que él os diga».
 Había allí seis tinajas de piedra para agua, destinadas a la purificación de los judíos, de unos cien litros cada una. Jesús les dijo: «Llenad de agua las tinajas». Y las llenaron hasta el borde.

             Entonces les dijo: «Sacad ahora un poco y llevádselo al mayordomo». Así lo hicieron.

             El mayordomo probó el agua convertida en vino, sin saber de dónde venía, aunque lo sabían los sirvientes que habían sacado el agua. Entonces llamó al novio y le dijo: «Todo el mundo sirve primero el vino mejor, y cuando los invitados ya han bebido mucho, el de menor calidad. Tú, en cambio, has guardado el mejor vino hasta ahora».

            Éste, el primero de sus signos, lo realizó Jesús en Caná de Galilea. Así manifestó su gloria, y sus discípulos creyeron en él”.

 

COMENTARIO

 

       San Juan nos lleva de la mano a una boda de todos conocida, y allí encontramos a María la madre de Jesús y a los discípulos que le acompañaban.

       En esa boda  faltó el vino, faltó la alegría. San Juan sitúa al principio de su evangelio esta escena que concluye: “Así, en Cana de Galilea Jesús comenzó sus signos, manifestó su gloria, y creció la fe de sus discípulos en él”. Demasiada importancia para redactar la crónica de unas bodas de las que ni sabemos el nombre del novio ni de la novia, no son protagonistas, no son sus bodas.

       Los libros de homilías de varios autores, no sabiendo dar solución al enigma, sitúan como centro a María, la madre de Jesús; hoy, sin embargo, Jesús tiene dos interlocutorias: María su madre y la Mujer. Quizá parezca muy forzada la traducción del griego, donde no hay ni puntos ni comas. Pero tenemos una fuerte tradición bíblica de la relación matrimonial entre Dios y su pueblo. Tanto en el profeta Oseas o Isaías y muchos de los Salmos encontramos esa relación de un pueblo infiel y un Dios que perdona sus infidelidades.

    La mujer es quien lamenta la falta de vino en esta boda; es la comunidad quien advierte que no hay alegría en las Bodas de Cristo con su Iglesia. Esta es la tesis de este domingo de las Bodas de Cana.

                Tenemos vacías las tinajas (seis, numero imperfecto), están secas, donde no se puede purificar nadie y donde no puede haber vida. Jesús dijo: “llenad las tinajas de agua” y las llenaron hasta arriba. Entonces les mandó: “sacad ahora y llevádselo al mayordomo”, y ellos se lo llevaron. El mayordomo probó el Vino Nuevo y se lamentó de no haberlo servido al principio contra costumbre.

       Jesús ha usado el imperativo: llenad, mandó, llevar, todos los verbos que indican hacer algo para transformar, cambiar, para servir mejor lo que es bueno.

    Esa es la misión en la iglesia triste de hoy, no la de lamentar que “no hay vino”. En esta viña tenemos mucho que hacer, en esta boda de Jesús con la Iglesia hemos de atender, aprender, actuar con el mismo Amor del Esposo. Se nos ofrece otra Epifanía, en esta ocasión de la mano de san Juan.

    Descubramos la importancia que él le da a estas Bodas del Cordero con cada uno/a de quienes formamos su Iglesia.

   Feliz domingo a todos. Estamos ciertos que Él hoy nos manda: Tomad y comed, tomad y bebed.

Joaquín Núñez Morant

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            Saludos, amigos. Ojalá nos sea de provecho. M. Mira