dimecres, 20 de febrer del 2013

MATER MEA





EL CONCIERTO DE 16 DE FEBRERO DE 2.013

            Organizado por la Sociedad Musical La Primitiva Setabense, por la Sociedad Musical La Nova de Xàtiva y por la Hermandad de Cofradías de la Semana Santa de esta ciudad, con el patrocinio de Excmo. Ayuntamiento, se celebró el II Concierto de Marchas Procesionales, con la finalidad de allegar fondos con destino a distintas  asociaciones benéficas.
            Esta crónica no va a ir más allá de mi propia apreciación de aficionado a la música y cofrade ejerciente, sin pretensiones de crítico musical, función para la que me confieso manifiestamente incapaz.
I

            Comenzaré por el final. D. Francisco Moral Ferri, Director del Conservatorio de Música de Xàtiva, fue invitado a dirigir el fantástico grupo instrumental integrado por los músicos de La Vella  y de La Nova, nuestras dos bandas sinfónicas más que centenarias, rúbrica del concierto de que hablamos.
            Tras la lectura de una emotiva cuartilla con palabras de recuerdo para su padre, músico que fue de La Nova, y de agradecimiento por tan excepcional ocasión como la que se le brindaba, tomó la batuta para que aquel grandioso elenco nos hiciera gozar e incluso emocionarnos con las dos obras elegidas, ambas de firme arraigo en el acompañamiento de nuestras procesiones: Mater Mea y Mektub.
            Dos estampas a cuál más expresiva. Nada en común, salvo que las dos están inspiradas en la Pasión del Señor y fueron escritas para banda. Sus autores: Ricardo Dorado y Mariano San Miguel, respectivamente.
            Como digo, esta es puramente una apreciación personal, probablemente equivocada, pero reflejo de mi propio sentimiento. A mí, Mater Mea me sugiere el clamor esperanzado que se eleva hacia La Madre por quien siéndolo todo se ha rebajado hasta la nada; por quien, desnudo y martirizado, no espera otra cosa que ser acogido en el regazo de María –Mater Dolorosa- como al nacer; El inocente entre los inocentes confía en el amor de su abrazo, de ese abrazo infinito que alcanza a la humanidad entera: Madre, ahí tienes a tu hijo… ¡Mater mea! Expresivo canto, desgarrado en ocasiones, suplicante siempre, vibrante hasta la última nota…
            Y el contraste: Estaba escrito. Mektub, inspiradísima obra del citado músico vasco. Es una marcha ésta irrenunciable en las representaciones procesionales de nuestra Semana Santa, por solemne y majestuosa, porque es una llamada a la contemplación del Crucificado: estaba escrito… y se entregó por nosotros hasta la muerte y una muerte de cruz…Y eso emociona, y esa emoción se siente cuando acompañas la imagen de Cristo, atado a la columna y flagelado en el lithostrotos, bajo el peso de la cruz o clavado a ella: Cristo de la Palma, historia viva en nuestras manos; o en el calvario: stabat mater dolorosa… Jesús muerto, su Madre, el discípulo amado y María, la de Magdala… ¡Ah, Señor nuestro de la Buena Muerte! O Jesús trasladado hasta el sepulcro. Y escuchando aquella música no puedes evitar el recuerdo de aquel terrible lamento: Pueblo mío ¿qué te he hecho? ¿En qué te he ofendido? ¡Respóndeme…! Los sentimientos a flor de piel, cuando las notas se desvanecen como se va desvaneciendo la vida de quien es La Vida…
            Y, de pronto, húmedos los ojos, el estruendo de los aplausos; de los merecidos aplausos por una magistral interpretación.

II

          En la primera parte, cada una de las bandas nos deleitó con cinco marchas.
          La Vella, nos ofreció para abrir boca una composición del recordado Lamote de Grignon: Santa María del Ripoll. Sabia elección de una marcha que, como casi todas las del concierto nos era desconocida, pero que nos preparó, por su sencillez y su solemnidad para seguir escuchando atentos lo que fue un hermoso repertorio; sin estridencia alguna, transmitía serenidad e invitaba al recogimiento. Después, el Corpus Christi, de Giner, nos quiso introducir en una solemnidad con cierto aire, muy respetuoso, eso sí, pero algo más festivo y el preceptivo himno final a cargo de unas acertadísimas trompetas. “La número tres” es una marcha interpretada frecuentemente por La Vella; la recordamos perfectamente. Es hermosa y también solemne esta composición del teósofo (que no filósofo, como rezaba el prospecto) Atilio Bruschetti y Mariotti, aquel italiano enraizado en nuestra ciudad, de quien deben conservarse otras dos marchas, que, sin embargo, no se tocan; yo, al menos, no lo recuerdo ¿Se han perdido las partituras? Tal vez nuestro buen amigo Paco Perales, con su reconocida experiencia y conocimientos, pudiera darnos más datos. La número tres invita al acompañamiento de la imagen de Jesús en el camino del calvario o de la Virgen Dolorosa; a mí, al menos, me transmite ese sentimiento.
           Desconocía las otras dos marchas que cerraron la actuación de La Primitiva. Ambas resultaron del agrado del público, tanto la del enguerino Taverner: “Súplica”, como la andalucísima “Amargura”, con honores de himno, según se informa en el programa.
            Excelente.
          Y pasamos al turno de La Nova, también con la presentación de cinco marchas que yo jamás había escuchado, pero que no son nada despreciables, a la hora de asumirlas para enriquecer nuestro patrimonio local-tradicional. Así lo pienso.
            “A la memoria de mi padre” abrió esta secuencia. Me pareció un precioso, emotivo y vibrante obsequio de su autor, Manuel Font. Y me sorprendí muy gratamente al escuchar la marcha “Nazareno”, de Rafael Sanz Mayor, músico que fue de La Nova y profesor de su escuela. De este autor se interpreta habitualmente otra composición: “Cristo del Cachorro”, dedicada en su día a esta Cofradía de nuestra ciudad y que precisamente se estrenó el 28 de Marzo de 1.999, como ya he comentado en alguna otra crónica, el día en que la imagen de Jesús Nazareno entró en mi casa, al haberme correspondido el turno de clavario. “Nazareno” nos confirma el buen hacer de su autor. Hermosa partitura, sin estridencias, también de sencilla solemnidad, que nos trasportó hasta aquella Vía Dolorosa, cuando piadosas manos de mujer enjugaron el rostro de Jesús y trataron de aliviar aquel calvario. Buen regalo para nuestro repertorio.
           También fue grato escuchar el “Hosanna in excelsis” de Oscar Valero, y el “Getsemaní”, de Dorado, el mismo que escribiera Mater Mea. Al escuchar esta última marcha, nos vimos transportados hasta aquel monte, recordando aquel momento tremendo, prólogo de la pasión, y a Jesús en oración: Padre, si es posible, haz que pase de mí este cáliz; pero no se haga mi voluntad sino la tuya. Jesús abandonado a su propia suerte, solo y sin consuelo, llorando lágrimas de sangre… dormidos de cansancio como estaban los discípulos.
             Largos aplausos a ambas bandas al final de sus respectivas intervenciones.
           Y hasta aquí la crónica de la parte musical del acto que, en realidad, da salida a los que van a conformar la Semana Santa de 2.013.
            Estamos ya a las puertas del Pregón Solemne.
            El próximo día 1 de Marzo, a las 20’15 h. en St. Domènech.
          Espero poder reseñar en este blog cuanto vaya sucediendo y que ustedes se animen a introducir algún comentario.
           Con mi cordial saludo, Miguel Mira