dissabte, 26 d’octubre del 2013

A LA ENTRAÑABLE Y BUENA MARIA TERESA PÉREZ

   QUERIDA TERE: te has ido. Así, calladamente, casi de sorpresa. Sabíamos de tu enfermedad, pero también de la gran presencia de ánimo con que la asumiste. Pero el Señor, nuestro Pastor, ha querido llevarte hacia esas verdes praderas de que nos habla el Salmo 23, donde estarás en su presencia, porque así lo ha merecido tu vida y de ello no cabe duda. Lo has merecido como mujer dedicada a tu familia, primero. Como incansable colaboradora en nuestra Iglesia, después, y siempre demostrando ese amor tan cálido y esa constante entrega al servicio de Nuestra Señora, Madre de la Soledad y Madre de la Seo. 
   Te has ido, calladamente, casi por sopresa. Por nuestra parte, y me hago eco del sentir de los Hermanos/as Portadores de Jesús Nazareno, hemos recibido la noticia con profunda tristeza, porque has sido siempre una mujer buena; pero tristeza que no está reñida con el convencimiento absoluto de que estás ya gozando de la plenitud: Jesús lloró al conocer la muerte de su amigo Lázaro...  Agradecemos haber sido tus amigos. Y te pedimos que medies por nuestras debilidades ante el Padre. 
   Nosotros, que todavía caminamos por estas oscuras e inciertas cañadas, rogaremos por tí; pero tú, que ya habitas en la casa del Señor, no te olvides de nosotros.
   Por la Hermandad de Portadores, MIGUEL MIRA