Pienso que para llegar a la conclusión que se recoge al final de este texto, es necesario recordar que el pasado año 2016, escribí esto:
“ PILAR.- Si bien soy uno de los más viejos, no soy, sin embargo
el más antiguo en esta Hermandad. Me di de alta en 1.969. En aquella época
todavía participaba en la procesión de Jesús Nazareno un buen número de mujeres
y también lo hacían algunas de ellas bajo “promesa”: personas devotas, pidiendo
o agradeciendo algún favor, alguna gracia, a Nuestro Señor. Siempre, desde que
yo visto la túnica morada y acompaño al Santísimo Nazareno he visto entre esas
penitentes a una madre y una hija,
vestida ésta con la vesta vesta propia de nuestra Hermandad y merecedora de
especial sensibilidad, cogida del brazo de su madre y ambas con su cirio
encendido y la sonrisa en su rostro; siempre las vi sonrientes. Ambas son muy conocidas y, a lo largo del itinerario, entre
el público, no falta quien las llama y las saluda; y ella, la más joven, correspondiendo
al saludo, se acerca y entrega un caramelo. Así durante toda la procesión hasta
la Colegiata. Han ido pasando los años (cuarenta y siete desde que yo lo
recuerdo) y Pilar –así se llama- sigue,
puntual, saliendo a la procesión, a pesar de que ya no acuden aquellas
“promesas” ni apenas participan en la procesión mujeres ni el Jueves ni el
Viernes Santo. Pero estas dos penitentes no fallan. La madre pregunta dónde han
de colocarse y cumplen su devoción y mantienen su antigua promesa, a pesar del
tiempo que ya se deja sentir después de tantos años. La madre ya es más que
octogenaria… Pues bien, ayer, Viernes Santo, allí estuvieron, junto a la cruz
que cerraba el grupo de portadores y delante de nuestro Isaac. Normalmente, al
torbellino Pablo-vs-Isaac le acompaña su madre y también yo voy a su lado.
Pilar, a veces, se vuelve y sonríe; como siempre, saluda a sus conocidos y les
da un caramelo y un beso. Pero ya hace dos años que finalizan su procesión al
llegar a la Plaza del Españoleto. La gente les pregunta si ya están cansadas, y
la chica responde: “Jo no, pero ma mare
sí…!” Y anoche, después de casi tres
horas de marcha, cuando decidieron retirarse, se acercó a nosotros y tanto a la
madre de Pablo, vs. Isaac, como a mí nos dio un beso…, y vuelta hacia la Imagen, con una sonrisa
angelical, le dijo: ¡Adiós… , bonico!
Les juro que se me formó un nudo en la garganta y, como
ahora cuando lo escribo, se me nublaron los ojos…
Ruego
por que Jesús Nazareno guarde muchos años con salud a ambas y a la madre, a sus
casi noventa años, le de fortaleza y mantenga su ánimo, su sonrisa y su coraje.
Ellas confían, así lo dijeron, en que al año que viene volverán a la
procesión. Ambas, con toda seguridad, tienen asegurado su Cielo. La mirada que
les devolvió Jesús, así lo asegura.”
Este modesto artículo dio lugar a que en la Junta Directiva de la
Hermandad de Portadores se decidiera agradecer a Pilar Barberá Blasco y a Pilar
Blasco Sansimón, su madre, la devoción y
el cariño a Nuestro Padre Jesús Nazareno, tan entrañablemente demostrados a lo
gargo de su vida; y ayer, 12 de Marzo de 2.017, al finalizar el Triduo que
se le dedica por la Cofradía a Nuestro Señor, en la Iglesia de St. Francesc, en
un momento muy emotivo, les fue entregada una sencilla placa y una hermosa fotografía
de nuestra imagen principal. Para ambas fue una sorpresa, y nos cabe la satisfacción
de haberles procurado una alegría. Pilar (hija) besó emocionada su Nazareno y la
mirada de su madre nos conmovió.
Se lo debíamos.
Miguel J. Mira
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