dimarts, 18 de setembre del 2018

RAUL Y JOAN


En el Tabor
Por Miguel J. Mira

         El domingo16 de Septiembre de 2018, asistí en la Parroquia de Nuestra Señora de la Merced y Santa Tecla a un importante evento; ya saben: después de muchos años de servicio pastoral del querido D. Juan Aguilar, ese afable y servicial jienense convertido a socarrat, que –contra toda lógica- cuenta que en su tierra le dicen ¡que ha perdido el acento…!, el Cardenal Arzobispo ha tenido a bien nombrar Cura Párroco de esta comunidad que peregrina en Xàtiva a quien ya era su Vicario desde hace algunos años. D. Raul Jiménez Sanchis, que habrá de entendérselas, en un dos por uno, con ese entrañable “Raval” de sus entretelas, del que se enorgullece sin duda San Juan de Ribera, y la complejidad de una iglesia de probada solera histórica, sus tradiciones y sus costumbres. A ambas las preside María, la Madre de la Iglesia, bajo la atenta y filial mirada de Jesús en el lisostrotos, de espinas coronado, y en la Cruz que nos redime.
         Quería y quiero decir que estuve en la solemne Misa, a la que presidieron el Vicario Episcopal, el Sr. Abad, los Párrocos de San Pedro y Nuestra Señora del Carmen, el Rector del Seminario Menor y otros sacerdotes invitados, con Raul y con Joan. Joan Huguet, recién ordenado y vinculado desde ya hace dos años a la Parroquia de los Santos Juanes, donde también ejerció su diaconado aparte de su tarea con los Junior Llum y Sal…
         Ambos han de compartir tarea y trabajo no les va a faltar, porque la mies es mucha…Más que bienvenidos, bienhallados…, porque ya estabais aquí.
         El acto de entrada de estos dos sacerdotes a esta Parroquia fue largo. Comenzó a las ocho y cerca estuvo de darnos la media; pero no hubo tiempo para distraerse. La ceremonia fue ágil y muy bien preparada la liturgia que, como no podía ser menos, animó el Coro de los Santos Juanes, coro que al decir de Raul, “donde va, la arma”. Muy adecuada la música escogida, en el ofertorio, donde el coro dio paso al órgano y a un violín, y al canto del Ave María por una conocida contralto setabense, ayudándonos todos a rezar.
         Estuve muy atento; incluso me emocioné en algún momento, en especial, en la dexología, oyendo el grave y solemne “per ipsum, cum ipso et in ipso!  (Por Cristo, con él y en él, del texto en la lengua llana) y, al final, me vino al pensamiento, cuando vi, al darme la comunión, la cara feliz y sonriente de Raul, y al oir tanto a él como a Joan sus palabras de saludo y agradecimiento, que, mutatis mutandis, ambos se encontraban en un nuevo Tabor; pero supe enseguida que no iban a tener la tentación de plantar sus tiendas allá arriba; supe que tienen los pies en el suelo; que bajaron al llano del quehacer diario y que ahí han de dejarse la piel por ambas feligresías, con sus problemas, con sus afanes, con la mano en el arado, con seriedad y competencia; e incluso, en ocasiones teniendo que actuar como dice aquella vieja máxima: “suaviter in modo, fortiter in re”; caridad y autoridad.
         Empieza una nueva etapa en La Merced. El Santísimo Ecce Homo, no me cabe duda, con su inagotable misericordia, hará fructificar ese esfuerzo que prometisteis ambos: Cura y Vicario. Sois un buen tándem. La Madre, en sus advocaciones de La Merced y  Fátima, la misma que estuvo, con su dolor y su esperanza, al pie de  la Cruz, os bendiga a ambos.