LA AMPLIA TARDE NOCHE DEL DOMINGO 26 DE MARZO DE 2023
Aunque con un poco de retraso, sigo
intentando ahora retomar el hilo de las actividades programadas por la
Hermandad de Cofradías y sus asociaciones confederadas (que así se denominan en
terminología oficial). Nos quedamos en el breve comentario sobre la procesión
de traslado del Santo Sepulcro, que lució como en años no había podido lucir en
asistencia, seriedad y organización merecedoras de reconocimiento por su
ejemplaridad. Al menos, así me lo pareció.
Y llegamos al Domingo
último de Cuaresma, en el que se celebró el ya acostumbrado Concierto de Semana
Santa, en el que, habitualmente se interpretan marchas procesionales. Lo que se
recauda por el modesto donativo por la entrada se destina a fines sociales por
la Hermandad. El Ayuntamiento, por ello,
cede gratuitamente el Gran Teatro.
En esta ocasión turnaba la Sociedad
Musical “La Nova”. La platea llena vio correr el telón pocos minutos después de
las siete de la tarde con la banda ya en el escenario. Debo confesar mi
sorpresa al comprobar que en la parte de viento metal se sentaban ¡seis tubas!
Durante mis diez años de presidencia de esta sociedad musical nunca vi tan nutrida cuerda grave y se notó especialmente
al sonar “Memoria eterna”; pero no adelantemos acontecimientos.
Me interesé por el programa previsto
y me llamó la atención que en una primera parte denominada “de espiritualidad”
figuraban tres obras desconocidas para mí y traté de conseguir información, por
medio de la cual me percaté que estas tres obras nada tenían que ver con la
Semana Santa. Sonaron bien; pero nada que ver. La primera “Lux aurumque”, que
podríamos traducir como “Una luz como el
oro”, nació como composición coral, aunque su propio autor, el
norteamericano Eric Withacre, la adaptó
para banda de viento, y fue escrita para la Navidad. Como digo, sonó bien
y es corta duración. Fuimos in crescendo a vernos inmersos en la
ópera Lohengrin, de Wagner, y aunque el título de la parte que se nos ofrecía
es “Elsa’s proession to the catedral” y no puedo ponerle reparos a la interpretación,
la verdad es que, espiritualmente,
no me dijo nada. Quizás me fallara la sensibilidad.
“Et
in terra pax” , última obra de esta primera parte fue, de las tres, la que
más me movió a sentir su aire dramático. Tampoco la conocía y aquella narración
sonora y de llamativas intervenciones de la voz humana, en recitativos
intercalados, me hizo pensar cuál era la intencionalidad del autor, el belga
Jan Vander Roost; pero sobre todo me dejó algo perplejo el poema que recitó en
valenciano uno de los músicos por su contraste frente al título de la obra, ya
que no hablaba de paz sino de guerra, de muertos, de desesperación…
Así que conseguí el texto en inglés,
que me facilitó otro músico, compañero del rapsoda ocasional, e su misma cuerda
de saxofonistas. Se trata de un llamado "A sonnet XXXIV”, de Charles
Hamilton. Este poeta británico he podido saber que hubo de participar como
soldado en la I Guerra Mundial, y entonces entendí sus dramáticos versos y
comprendí que la rebeldía que rezuman nace del horror ante la contradicción de
ciertos desalmados hombres que se convierten en señores de la guerra contraviniendo
aquel cántico angélico del “Gloria in
excelsis Deo et in terra pax …” Les copio mi traducción libre al
castellano, que me parece útil para que ustedes juzguen:
“Cuando ves millones de muertos sin boca
a través de
tus sueños que van en pálidos batallones,
no le
quites importancia como han hecho otros hombres,
como
recordarás, porque no necesitas hacer eso.
No les
alabes, porque, sordos, ¡Cómo han de entender…!
¿No se
amontonan maldiciones sobre cada cabeza cortada?
Ni llores.
Sus ojos ciegos no ven correr tus lágrimas.
¿Y su
honor?. ¡Es tan fácil estar muerto…!
Solo di
esto: “Están muertos”. Luego añádele:
“Sin
embargo, de mucho mejores han muerto ya
antes”.
Luego, escaneando toda la masa
superpoblada,
si reconoces
entre la muchedumbre una cara conocida y amada,
no te
extrañes, es un espectro; nadie tiene rostro conocido.
La Gran Muerte lo ha hecho todo suyo
para siempre.”
Como ven,
podríamos concluir que el autor del poema quiere denunciar la injusticia y la
barbarie de la guerra frente a aquel cántico angélico que el Evangelio narra en la
Nochebuena y, de ahí, la reacción del espíritu quebrantado del poeta; pero para
llegar a esta idea final, quizás hubiera sido pertinente una breve referencia
en el programa de mano.
Como he
dicho, la obra me gustó, solo que, como tragedia, pienso que no era la más
idónea para este concierto ni aun contando con la información adecuada; ello
suponiendo que mi interpretación sea la válida. Yo no tengo otra.
Distinta fue
la segunda parte, en la que pudimos
gozar de música para procesión escrita por autores setabenses, con una sola
excepción, aunque se tratara de un músico de esta comarca.
La primera
interpretación de la banda correspondió al estreno absoluto de una marcha compuesta
por Romualdo Gasó Biosca, percusionista de natural vinculación a La Primitiva
Setabense, de amplios estudios, que ha decidido aventurarse a la difícil y
loable tarea de la composición; y lo
está haciendo muy dignamente, como lo
demostró su marcha “In Sepulcro”, interpretada sobre la proyección de un video
en que pudimos ver exhaustivamente tanto la urna procesional como el Cristo
yacente de la Cofradía local el Santo Sepulcro. ¡Enhorabuena! Fue una gozada.
Solemnidad,
de José Pérez Ballester, es de las más habituales en esas noches de concierto
itinerante por la Xàtiva profunda de recoletas plazas y sinuosas calles de
nuestro núcleo antiguo, noches en las que, si la brisa es ligera, nos regala el
embriagador aroma del azahar de los campos que empiezan a florecer...
El “Santo
Entierro” y “Cristo del Cachorro”, obras del músico clarinetista en activo, de
La Nova, Rafael Sanz Mayor, son dos
preciosas marchas, que no te cansarías de escuchar una y otra vez. La segunda
de ellas se estrenó el Domingo de Ramos de 1.999, día en que nos acompañó
en nuestra procesión de traslado cuando
fui yo mismo el clavario, aunque bien es cierto que está dedicada en particular,
en cuerpo y alma, a la cofradía del Santísimo Cristo de la Expiración.
Entre una y
otra marcha de Sanz Mayor, que hubo de saludar, llamado por el director, tras
de la interpretación cada una de ellas recibiendo sendas ovaciones, escuchamos
“Memoria eterna”, una composición que La Nova puede poner en atril diríamos que
en exclusiva, gracias al regalo que supuso su dedicación por el maestro D.
Eduardo Sanchis Morell, músico, historiador y director que fue de La Nova. Más
arriba he mencionado la extraordinaria presencia de las tubas, esenciales
cuando el autor introduce el “dies irae, dies illa”, cántico que se acostumbraba a entonar en las misas de difuntos, cuyas notas se inspiraron en Berlioz (Sinfonía Fantástica) y, como
siempre que la escucho me sobrecoge, como se lo digo.
El director,
José Miguel Fayos, de fácil y elocuente palabra, al acabar la última pieza
programada se acercó al micro para ensalzar la dedicación, esfuerzo y
disciplina de los músicos, que amenizan
nuestros actos festivos cuando los demás gozamos de la fiesta; y,
asimismo, el orgullo que supone que una parte del programa se haya dedicado a
música compuesta por autores setabenses, recabando la atención que merecen,
acabando por anunciar que, como bis, nos volverían a ofrecer “In Sepulcro”,
como así fue, ganándose la banda un cálido y largo aplauso,. Como lo recibió el
compositor, presente en el acto, con todo merecimiento.
No les he dicho que el concierto lo
presentó nuestra presidenta, María Luisa Ramón Pérez. Uno de los músicos me
comentó que sus compañeros mostraron su admiración por la perfecta y clara
dicción de la presentadora, por haber conseguido en breves y claras palabras
definir lo que significan las marchas procesionales para los setabenses.
Enhorabuena, señora presidenta. Conste que no es un cumplido.
***
Noche del domingo.
ECCE HOMO.

Acudí unos minutos tarde a ver salir
la procesión, y llegué al tiempo que comenzó a desfilar la cofradía, la imagen
y la presidencia y, tras ellos, la banda de la Música Nueva. Me encontré en la
plaza a dos jóvenes compañeras portadoras de Jesús Nazareno y, con ellas, seguí
la tradición de “les cantonaes”. Subimos por junto a la Merced para situarnos
en la esquina del Carrer Pouet, porque ya el pendón de guía ya asomaba por
Hostals, y… ¡comenzó a pasar gente de particular con cirio como en los mejores
tiempos!. Otra vez se me desmonta el mito de la caverna, gracias a Dios.
Pero..., siempre hay un pero. Los fieles acompañantes cumplieron. No se pudo
decir que hubiera más gente detrás que delante de la imagen. Pero…llegaron los
congregantes y conté no demasiadas vestas y quedé un tanto decepcionado. No es
una opinión, es un hecho. No obstante, debo callar porque espero a ver cómo nos
comportamos los portadores de Jesús Nazareno; y lo digo porque observé los
mismos “vicios” que nos afectan: sin distancias, con cierta informalidad y
conversaciones que acabaron cuando la imagen entró en su lugar de estación, o
sea, en casa del clavario.
Me dio la impresión que portadores
eran los justos. Y pensé en el Jueves y Viernes Santo, era lógica la
preocupación.
Las presidencias, las acostumbradas;
y la banda de música, completa, incluso con las seis tubas. Para mí,
personalmente, un orgullo. ¡Soc de La Nova!
Santísimo Ecce Homo: Por tu sangre
preciosa ¡Ven en nuestro auxilio, apresúrate a socorrernos, danos tu amor!
Con afecto, Miguel Mira