Cuarta Misa Estacional
Por lo demás, solamente dejar constancia del extenso sermón que pronunció D. José Luís,
comenzando por referirse al significado de la esperanza, para después insistir en la importancia de aquello que debe ser objetivo del cristiano: la santidad y la salvación, para acabar con la pertinente referencia al Stmo. Ece Homo, siendo rezadas las preces propias de tal novenario con el canto de los gozos ya referidos que finalizan con el ruego a la Preciosa Sangre de Cristo que nos falte su amor. A la salida, se nos obsequió con una estampa de Ntra. Señora de la Esperanza, cuya cofradía cumple los setenta y cinco años desde su fundación.
Claro es, el día 9, o sea, el miércoles próximo, la Estacional se celebrará en la Colegiata.
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V DOMINGO DE CUARESMA
Evangelio
de San Juan 8,1-11. 1
“Jesús se dirigió al Monte de los Olivos.
Al amanecer, volvió al templo, y todo el pueblo acudía a él; y, sentándose, les
enseñaba.
Los escribas y los fariseos le
llevan una mujer sorprendida en adulterio, la ponen en medio y le dicen:
«Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. Moisés nos
mandó en la Ley apedrear a estas mujeres. ¿Tú qué dices?»
Esto lo decían para tentarle,
para tener de qué acusarle. Pero Jesús, inclinándose, escribía con el dedo en
la tierra.
Como insistían en preguntarle,
se incorporó y les dijo: «Aquel de vosotros que esté sin pecado, que le arroje
la primera piedra.»
E inclinándose de nuevo,
escribía en la tierra. Al oír esto, se fueron retirando uno a uno, comenzando
por los más viejos; y quedó solo Jesús con la mujer, que seguía en medio. Jesús
se incorporó y le dijo: «Mujer, ¿dónde están? ¿Nadie te ha condenado?» Ella
respondió: «Nadie, Señor.» Jesús le dijo: «Tampoco yo te condeno.
Vete, y en adelante no peques más.»
Comentario
Los biblistas, al estudiar estos hechos, nos advierten que este texto se evitó hasta finales del siglo II. La razón: la frase de Jesús “Yo tampoco te condeno”, se le aplicó a San Juan siendo de San Lucas.
Creemos que las comunidades cristianas eran un modelo a imitar; tenemos comunidades de origen judío, las más rigoristas, las que más judaízan, los grupos que llamaríamos hoy más conservadores; el fenómeno no es nuevo. Hemos escuchado el pasaje de la Mujer Adultera, dirigido a una comunidad rigorista de fuerte tradición judía. El evangelista tiene que dar una catequesis de un pecado extremo merecedor de la muerte por lapidación: el adulterio; y nosotros hemos de traducir al pecado más grave frecuente en la Iglesia: Disimular un amor a Dios y al prójimo.
“Maestro….La Ley de Moisés nos manda apedrear a las adulteras. ¿Tú qué dices?”. Pero Jesús, inclinándose, escribía con el dedo en el suelo. Estamos en el Templo, el piso no es de arena es de piedra, y como éstas, escribe la Ley de la Misericordia, Él es el nuevo Moisés, la Ley y su cumplimiento.
Los destinatarios somos quienes hemos de cumplir el mandamiento “Amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo”.
Lo más importante es la reflexión silenciosa de la comunidad que atiende a Jesús. Él se incorpora, les enseña. Todos somos pecadores y necesitamos la Misericordia del Padre bueno, del “Hijo pródigo y del Hijo que se creía justo”.
“El que esté sin pecado, que le tire la primera piedra”. En otra ocasión oiremos al Buen Jesús: “seamos mansos y humildes de corazón”.
Jesús continúa escribiendo sus tablas de Amor, “para aquellas comunidades y para éstas, y las que oyen y siguen al Maestro que “van dejando caer las piedras uno a uno, empezando por los más viejos”.
Si nuestras comunidades no saben perdonar, si no son misericordiosas matan su falsa fe y la fe de los demás.
Solo quedan Jesús y la mujer esperando la sentencia: ¿Mujer donde están tus acusadores?, ¿Ninguno te ha Condenado?
-Ninguno Señor.
Jesús tampoco la condena, sólo le pide “anda y en adelante no peques más”, o sea, lo que nos dice a cada uno todos los días. Desde nuestra conciencia pecadora trataremos de comprender los pecados de los demás.
Tratad a los demás cómo queréis que os traten, perdonad como queréis que os comprendan y perdonen. Así crearemos una comunidad salvadora, una comunidad que no condena sino que salva.
Hemos llegado al quinto domingo de Cuaresma, el Domingo de Palmas, cuando acompañaremos a Jesús en su Entrada en Jerusalén, una Semana en que Jesús sufrirá y nos amará hasta el extremo, morirá y resucitará para que muertos al pecado resucitemos con Él.
Joaquín Núñez Morant
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EL VIERNES, 4 DE ABRIL COMIENZA EL TRIDUO
A NUESTRO PADRE JESÚS NAZARENO
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