dijous, 9 d’octubre del 2025

NUEVE MÁS UNO.

 

DOMINGO XXVIII, ciclo C del Tiempo Ordinario

 

            Evangelio según san Lucas 17, 11-19

            “Yendo Jesús camino de Jerusalén, pasaba entre Samaria y Galilea. Cuando iba a entrar en un pueblo, vinieron a su encuentro diez leprosos, que se pararon a lo lejos y a gritos le decían:

—«Jesús, maestro, ten compasión de nosotros».

Al verlos, les dijo:

—«Id a presentaros a los sacerdotes».

Y, mientras iban de camino, quedaron limpios. Uno de ellos, viendo que estaba curado, se volvió alabando a Dios a grandes gritos y se echó por tierra a los pies de Jesús, dándole gracias.

Éste era un samaritano.

Jesús tomó la palabra y dijo:

—«¿No han quedado limpios los diez?; los otros nueve, ¿dónde están? ¿No ha vuelto más que este extranjero para dar gloria a Dios?».

Y le dijo:

—«Levántate, vete; tu fe te ha salvado».

***


 

COMENTARIO

Por D. Joaquín Núñez Morant

 

            “Yendo Jesús camino de Jerusalén, pasaba entre Samaria y Galilea; así comienza el evangelio de este domingo. Samaria era una tierra despreciada por los judíos por ser tierra de herejes pecadores.

            Estamos ante una escena simbólica que mueve a la humildad, a no sentirnos más o mejores que otros. “Entra en una aldea” insignificante donde le esperan nueve y un leprosos; muchos para una aldea sin nombre. Una aldea que en la Biblia aparece como un lugar despreciable. Los leprosos no son diez, son tres por tres, que indica totalidad. San Lucas enseña, a su comunidad y a las nuestras, que todos somos pecadores; el samaritano era despreciado por ser impuro y despreciable, doblemente poseído por el pecado. Todos ellos desde lejos, como manda la ley, a gritos le piden a Jesús:

            “Jesús, maestro, ten compasión de nosotros.”

            Al verlos, les dijo:

            Id a presentaros a los sacerdotes.

            Van a cumplir con la Ley, para que los sacerdotes certifiquen que están curados. Ahora viene el nudo central del pasaje: la Ley mata, nos dice San Pablo, pero el espíritu da vida (2ª Cor.3.5-7). De la comunidad pecadora, los nueve, nos importan poco, nunca sabremos si su falta de fe impidió que la Misericordia de Jesús los curara. El evangelio, sin embargo, lo da por supuesto: “¿no han quedado limpios los diez? los otros nueve, ¿Dónde están?” y así resalta cómo al despreciable y despreciado samaritano es precisamente su fe

la que lo ha curado, lo ha perdonado, lo ha separado de aquellos que son incapaces de experimentar el amor de Dios, creen que la obediencia a la Ley ha sido su cura. La del samaritano, la del seguidor de Jesús, ha sido su salvación, una fe que es mezcla de amor, agradecimiento y reconocimiento de la propia pequeñez ante la grandeza de Dios.

           

 

El samaritano nos enseña que el amor de Dios es individual; nos ama a todos, pero uno a uno, la fe no es colectiva, es una respuesta de cada uno de nosotros. Los nueve van a presentarse a los sacerdotes, no obedecen a Jesús, sino a la Ley, al rito, a lo religioso, no tienen conciencia de sí, no son libres, compran su salud, no deben nada a nadie, solo a su cumplimiento. Nosotros también queremos comprar nuestra salud a cambio de cumplir los ritos, no nos fiamos del amor de Dios, nos fiamos de nuestro esfuerzo, queremos cobrarle a Dios nuestros rezos, sacrificios y promesas cumplidas.

            El samaritano se ve curado, en ello ve el amor de Jesús y asombrado se pregunta: ¿Cómo yo siendo samaritano he sido amado por un judío y se han perdonado mis pecados?, pecados de los que no tenía conciencia por no tener la lista de la Ley judía. Quizá, aturdido y admirado por el amor de Jesús vuelve atrás para echarse a sus pies. San Lucas enseña a su comunidad varias cosas, las mismas que nos enseña a nosotros: ser agradecidos por un amor inmerecido, por ser objeto de un amor gratuito lleno de misericordia, el que nosotros hemos de tener con todos, el saber perdonar generosamente sin esperar nada a cambio, como no sea alegría agradecida, porque esa es la fe en el amor de Jesús. Él se nos regala a cambio de nada.

            Perdonar es lo propio de su amor. ¿No han quedado limpios los diez?, ¿no ha vuelto más que ese extranjero para dar gloria a Dios? Nos enseña a aceptar a todos, en este caso, a quien nos da ejemplo de una fe confiada.

            No dudemos de su amor a todos nosotros cuando nos diga “Levántate, tu fe te ha salvado”.

            Feliz domingo, Jesús nos enseña a ser fieles a su Palabra y a su misericordia, la misma que hemos de tener con todos.

***

            Se inserta este comentario tal día como un 9 de octubre, el de la conquista para el cristianismo del Reino de Valencia.

            Felicidades a todos quienes damos gracias  a Dios por ello.

            Saludos cordiales, Miguel J. Mira. 

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