JESÚS NAZARENO.
Poema de Ramón Díaz Mirete,
Publicado en el semanario “El Obrero Setabense”
el 12 de Abril de 1.930.
Entre los insultos de la soldadesca,
bajo un sol de bronce que entre nubes sangra,
Jesús Nazareno la cruz de su Gólgota arrastra…
Camina rendido
y a su paso, la turba exaltada
sus flancos golpea,
escupiéndole al rostro con rabia.
Y el Mártir, el Justo,
todo amor, todo fe, todo calma,
eleva su vista a los cielos
y en silencio avanza…
Una mujer bella,
entre el vil populacho mezclada,
conmovida ante el duro suplicio,
se dirige a Jesús, que se para
y la mira con honda ternura,
mientras por su frente lívida resbalan
rubíes de sangre, que al caer al suelo,
conviértense en rosas de grana.
¡Oh, Señor! ¡Oh, Señor! –dice ella
anegada en lágrimas-
y tendiéndole amante, los brazos,
con un blanco lienzo le seca la cara
mientras ríe la audaz soldadesca
y una ruin mujerzuela, pintadas
de carmín las mejillas, entona
canciones canallas…
De súbito, un grito
La Piadosa exhala;
¡en el blanco lienzo, del Mártir augusto
ha quedado la imagen grabada!
-¡Milagro! ¡Milagro!-
con asombro exclama,
y en el mismo instante
en que el lienzo sus manos levantan,
rinde su cabeza un sayón
con la férrea lanza.
Cae la pobre al suelo;
hieren el espacio recias carcajadas;
¡a los ojos serenos del Justo
asoman dos lágrimas!
Entre los insultos de la soldadesca;
Bajo un sol de bronce que, entre nubes, sangra,
Jesús Nazareno la cruz de su Gólgota arrastra…
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