LES CORTESÍES
Día espléndido y noche apacible, los del Miércoles
Santo de 2.015.
Como cofrade de la Purísima Sangre, acompañé, como
desde ya hace muchos años, a Nuestra Señora de la soledad, lo que no obsta a
que pueda reseñar la buena participación tanto de fieles sin vesta como de
congregantes del Santísimo Ecce Homo en el desfile procesional de esta imagen;
así me lo relata nuestro amigo Paco Perales. Me refiere el silencio que se
observó y la participación de un buen número de gente joven incluso en la
llevanza de las andas. Asimismo, muestra su satisfacción con la actuación de la
banda de la Música Nova que turnaba. Igualmente –y aquí un leve atisbo crítico-
me da su parecer, con el que coincido, respecto a la duración del protocolo de les cortesíes, dada la intervención del
coro y armats y saludos de los pendones;
pero también coincidimos en que es inevitable.
Por mi parte, señalar que fue muy numeroso el
acompañamiento a la Virgen. Muchos devotos sin vesta y muchísima participación
de cofrades, con mayoría de mujeres. El motete “Qui comparabo te…” se oyó en
distintas partes del itinerario, cantado por el Còr Polifònic. No puedo decir
lo mismo que me comenta el amigo Perales del silencio. No haré más comentario al
respecto. Como novedad, reseñar que hacía muchos años que el Clavario de la
Purísima Sangre no vestía de chaqué, y esta vez lo hizo. Como es habitual, una
gozada oir las marchas procesionales, en este caso interpretadas por La Vella.
Solemnidad de El Encuentro. Ecce Homo y Soledad de la
Virgen, secular costumbre heredada de aquellas antiquísimas procesiones en que
se trasladaban las imágenes a la Iglesia de San Francisco para hacer estación.
Como saben, no se trataba entonces de rememorar la cuarta estación del Vía
Crucis; se trataba de la coincidencia de día y hora en aquellos traslados, de
que nos habla la historiografía de nuestra Semana Santa, lo que no es óbice para que se siga esta tradición
año tras año y que despierte el interés de la gran cantidad de espectadores que
esperaban el paso de María y de su Hijo,
Nuestro Señor, tanto en Mercat como en Barreres. Y ojalá que siempre nos acordemos
de dirigirles una oración, aunque sea
con una mirada, que seguramente La Madre nos devolverá llena de gracia y de
misericordia.
Un año más, M. Mira
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