divendres, 10 d’abril del 2015



LA PASCUA

         El domingo, 5 de Abril, a las diez menos cuarto, cuando me dirigía a la Iglesia de Ntra. Sra. del Carmen, escasamente me crucé con tres o cuatro personas por la calle… Apenas circulaban coches, por lo que más bien parecía un Jueves Santo de los de mi niñez con tanto silencio que un Domingo de Resurrección. Claro es que al llegar al Carmen, con todo ya preparado para iniciar la procesión, la calle estaba más animada; pero no crean: tampoco era para echar cohetes.
         No sé, la verdad. Creada esta cofradía de Jesús Resucitado y María Inmaculada, con el fin de que el mayor Misterio de nuestra fe tuviera su fiesta externa, la respuesta de esta población es más bien fría. La asistencia a los pasos es discreta; pero el recorrido se hace en solitario; tan solo al llegar al lugar del “encuentro” se concentra un grupo de gente a la que incluso hay que alentar por megafonía para que cante. Menos mal que sí que suenan las campanillas que vienen a alegrar la Mañana por excelencia junto con la suelta de palomas y el disparo de confetis… 
Decía D. Remigio Beneyto en su pregón de 2.013:
“Pueblo de xàtiva: vive en Cristo resucitado porque él es nuestra esperanza…”
Sin embargo, si bien es cierto que todavía muchos recuerdan y celebran la Pascua en la Vigilia del Sábado de Gloria, la gran mayoría (incluso muchos de los citados) está esperando la pascua del panquemao, campo o playa. Lo de la procesión del domingo es una novedad; está bien que se haga, pero…
Es cierto que históricamente en nuestra ciudad Semana Santa, en el ámbito de la religiosidad popular, terminaba el sábado. El ensanchar este límite ha quedado prácticamente ceñido al ámbito parroquial del Carmen. Cierto que no faltan algunas personas de otras parroquias y cierto que asiste la Hermandad de Cofradías; pero no veo ni el entusiasmo ni la alegría que sería, a mi parecer, consecuente con nuestra fe.
         Me agradaría sinceramente estar equivocado.