LA PASCUA
El domingo, 5 de Abril, a las diez
menos cuarto, cuando me dirigía a la Iglesia de Ntra. Sra. del Carmen,
escasamente me crucé con tres o cuatro personas por la calle… Apenas circulaban
coches, por lo que más bien parecía un Jueves Santo de los de mi niñez con
tanto silencio que un Domingo de Resurrección. Claro es que al llegar al
Carmen, con todo ya preparado para iniciar la procesión, la calle estaba más
animada; pero no crean: tampoco era para echar cohetes.
No sé, la verdad. Creada esta cofradía
de Jesús Resucitado y María Inmaculada, con el fin de que el mayor Misterio de
nuestra fe tuviera su fiesta externa, la respuesta de esta población es más
bien fría. La asistencia a los pasos es discreta; pero el recorrido se hace en
solitario; tan solo al llegar al lugar del “encuentro” se concentra un grupo de
gente a la que incluso hay que alentar por megafonía para que cante. Menos mal
que sí que suenan las campanillas que vienen a alegrar la Mañana por excelencia
junto con la suelta de palomas y el disparo de confetis…
Decía D. Remigio Beneyto en
su pregón de 2.013:
“Pueblo de xàtiva: vive en Cristo resucitado porque él es nuestra
esperanza…”
Sin embargo, si bien es
cierto que todavía muchos recuerdan y celebran la Pascua en la Vigilia del Sábado
de Gloria, la gran mayoría (incluso muchos de los citados) está esperando la
pascua del panquemao, campo o playa.
Lo de la procesión del domingo es una novedad; está bien que se haga, pero…
Es cierto que
históricamente en nuestra ciudad Semana Santa, en el ámbito de la religiosidad
popular, terminaba el sábado. El ensanchar este límite ha quedado prácticamente
ceñido al ámbito parroquial del Carmen. Cierto que no faltan algunas personas
de otras parroquias y cierto que asiste la Hermandad de Cofradías; pero no veo
ni el entusiasmo ni la alegría que sería, a mi parecer, consecuente con nuestra
fe.
Me agradaría sinceramente estar equivocado.
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