dilluns, 12 d’agost del 2019

NOVENA A LA MARE DE DEU (1)


MIGUEL MIRA OS CUENTA LA
 “Parábola de la Coca Cola”



            Extraño título, es verdad, pero ya llegaremos a ese punto.

            Salvo ayer domingo, en que, por razones que no vienen al caso, no pude asistir a la novena a la Virgen de la Seo, he participado puntualmente en el Santo Rosario y en la Eucaristía.

            Quiero referirme especialmente a la liturgia de La Palabra, celebrada cada día por un sacerdote distinto, lo cual pienso que es enriquecedor.

            Pues bien, los tres primeros días los predicadores nos ofrecieron sus reflexiones sobre los textos leídos en la Misa, de un modo sosegado, sin prisa, paso a paso, de modo que la recepción de sus propuestas nos llegaba como esa lluvia abrileña pausada y con efectos nutrientes para la germinación y sazón de los cultivos. El cuarto día, sin embargo,  se rompieron los esquemas. Aquello que –mutatis mutandis- podríamos decir que –exagerando, si se quiere- nos invitaba a levantar tres tiendas en aquel luminoso Tabor (“no sabían lo que decían…”), el cuarto día, como digo, un fuerte golpe de viento fresco y alentador, nos devolvió a la realidad. En una plática arrolladora, perfectamente hilvanada, las palabras del predicador nos devolvieron, repito, a una realidad exenta de buenismo, a una reconsideración de posturas, nos invitó a la ruptura, a la superación  de la rutina cotidiana. Con base en las distintas bodas que aparecen en la sagrada escritura, se nos recordó el compromiso con el esposo; se nos recordó que no somos ajenos al enlace entre el hombre y Dios; que –digo yo- lo de las tres tiendas queda en pura literatura.    Fue de agradecer aquel vendaval, que nos devolvió a nuestro ser y estado y que, al siguiente día, el quinto, otro predicador lo remachó con ímpetu, con denuncia de nuestras inhibiciones, como si aquella lluvia abrileña en vez de ayudarnos  a dar fruto, quedara en un “dolce far niente”, en esa agradable ociosidad que quiso desarbolar el cura del día anterior y que el sábado volvió a denunciar la otra homilía. Me hizo gracia, y de ahí el título de este artículo, el modo de llamarnos la atención sobre el motivo de la denuncia: “Los cristianos actuales nos parecemos a la Coca Cola. Cuando salió al mercado,  era auténtica; al cabo de unos años se convirtió en “light”; y ahora es “cero”…”

            Nueva llamada de atención:

            “Lo importante no son las luces, las flores, el protocolo…; y en las reuniones nos pasamos cincuenta minutos de una hora hablando de estas cosas; los  otros diez minutos residuales, para la Virgen…”  Y no se nos oculta que esta denuncia se dirigía  a  cualquier asociación devocional... ¿No os parece?

            Agradeció, por contraste, la valentía de los jóvenes voluntarios que se dedican incondicionalmente a atender catequesis o junior, en un mundo “cero” como el actual. Raul remachó el clavo de Pablo. Yo lo interpreto así, si me permitís: dejaos de tiendas: bajad al llano.

            No sin emoción escuche el final del sermón del viernes, cuando, de modo muy sentido y cálido, dijo el recién misacantano: en la debilidad, cuando decaiga el amor entre nosotros, dirijámonos a María, digámosle: “No tenemos vino”; y ella nos contestará: “Haced lo que Él os diga…”

            Conclusión: seamos auténticos.