Nuestra aportación semanal.
Comenzaré por una muy breve referencia a las fiestas patronales de nuestra ciudad:
Ni San Félix ni la santísima Virgen de la Seo requieren un comentario que no sea un dejà vu, dada la apatía congénita de este pueblo soñador. Mis disculpas si esta opinión le resulta molesta a alguno de los lectores, pero miren: San Félix ni siquiera mereció la celebración del acostumbrado triduo en su honor, lo que es explicable si recordamos aquello que decía el bueno de D. Manuel Soler de grata memoria, cabe Dios desde hace unos cuantos años: “Per a qué he de contratar un predicador, per a que els parle als bancs? (Vale también para la Novena de la Virgen). Cierro el primer capítulo: con la Misa en la Ermita, la Conventual y la Vespertina, despachamos al Patrón.
En cuanto a la Patrona, si bien la asistencia al Santo Rosario, a la Misas de Camaeras y a la Solemne podríamos calificarlas de aceptables; la liturgia de las 12, muy hermosa y emotiva, y la imagen, como siempre, preciosa en su adorno floral, pienso que la Mare de Deu hubiera preferido menor flores y más fieles acompañándola en la Procesión. Creo innecesarios mayores comentarios. Las aceras llenas al paso del cortejo, pero…, eso, resulta más cómodo “pegar cantonaes” que colocarse en la fila. Según mi modesto parecer, aquí falta algo. Habría que reflexionar.
No sé si tengo o no razón. Si no la tengo, mis disculpas.
Miguel Mira
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Abordemos ahora la lectura habitual del Santo Evangelio según San Lucas 12,32-48
“En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
—«No temas, pequeño rebaño, porque vuestro Padre ha tenido a bien daros el reino. Vended vuestros bienes y dad limosna; haceos talegas que no se echen a perder, y un tesoro inagotable en el cielo, a donde no se acercan los ladrones ni roe la polilla. Porque donde está vuestro tesoro allí estará también vuestro corazón.
Tened ceñida la cintura y encendidas las lámparas. Vosotros estad como los que aguardan a que su señor vuelva de la boda, para abrirle apenas venga y llame.
Dichosos los criados a quienes el señor, al llegar, los encuentre en vela; os aseguro que se ceñirá, los hará sentar a la mesa y los irá sirviendo.
Y, si llega entrada la noche o de madrugada y los encuentra así, dichosos ellos.
Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora viene el ladrón, no le dejaría abrir un boquete.
Lo mismo vosotros, estad preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre».
Pedro le preguntó:
—«Señor, ¿has dicho esa parábola por nosotros o por todos?».
El Señor le respondió:
—«¿Quién es el administrador fiel y solícito a quien el amo ha puesto al frente de su servidumbre para que les reparta la ración a sus horas?
Dichoso el criado a quien su amo, al llegar, lo encuentre portándose así. Os aseguro que lo pondrá al frente de todos sus bienes.
Pero si el empleado piensa: "Mi amo tarda en llegar", y empieza a pegarles a los mozos y a las muchachas, a comer y beber y emborracharse, llegará el amo de ese criado el día y a la hora que menos lo espera y lo despedirá, condenándolo a la pena de los que no son fieles.
El criado que sabe lo que su amo quiere y no está dispuesto a ponerlo por obra recibirá muchos azotes; el que no lo sabe, pero hace algo digno de castigo, recibirá pocos.
Al que mucho se le dio, mucho se le exigirá; al que mucho se le confió, más se le exigirá».
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Comentario
Por D. Joaquín Núñez
“No temas pequeño rebaño, porque vuestro Padre ha tenido a bien daros el reino”. Esta primera frase nos recuerda cómo Él sufrió miedo ante lo que se le venía encima la noche del jueves santo en el Huerto de los Olivos. No lo dice a todos, lo dice al pequeño rebaño de sus amigos. Sin embargo, hoy lo dice a tantos en tierras de misión, o en ciertos países fundamentalistas islámicos, donde tenemos más mártires que en todo el bajo Imperio Romano, mártires que no dan de lo suyo, sino sus vidas. Estos y los que lo dejen todo por el evangelio “recibirán el ciento por uno y heredarán la vida eterna“ (Mt. 19, 27-29).
No a todos nos pide lo mismo, pero sí a todos según la gracia recibida, el carisma o don del Espíritu Santo que se nos ha dado.
Este evangelio es sumamente importante en la vida del cristiano. Nos llama a estar en vela; en vela está Dios desde el día que por amor nos creó a su imagen y semejanza. Nos hizo libres e inteligentes. Podemos o no coincidir con su voluntad, voluntad para decidir con la inteligencia ser libres o ser esclavos de nuestros demonios, nuestros caprichos egoístas que nos hacen creer que somos libres. Dios es amor, esencialmente amor, nosotros seremos amor según nos parezcamos a Él.
Cuando San Agustín nos dice: “Ama y haz lo que quieras”, es porque nuestra libertad es la propia de los hijos de Dios (San Agustín Homilía séptima), (1 Jn.4,4-12). Es una reflexión que Agustín desarrolla y que hoy nosotros tenemos medios que él no tuvo en cuanto al lenguaje. Hay que amarse uno a sí mismo, saber lo que Dios lo ama, tener conciencia de sí. El cristiano está llamado a ser una persona cabal, una persona responsable y libre en sus acciones, tener capacidad de juzgarse para decir que sí a Dios y a los demás, para amar con plenitud de su realidad humana y para amar, no instinto, como quien se enamora de quien necesita su amor. Saber que Dios está enamorado de nosotros, que perdona porque nos ama, como nosotros perdonamos porque amamos. Esa es la vela que hemos de llevar: una vela enamorada, no por obligación ni por miedo a que a cualquier hora del día venga el Señor y lo encuentre dormido, ausente, carente de preocupación por aquellos que tiene que atender por amor. Se nos va aclarando el amor verdadero para “hacer lo que queramos” (San Agustín).
“Bienaventurados los que se hacen pobres” nos dice la primera bienaventuranza, porque nosotros nos hacemos de los demás; hoy lloramos por las víctimas de las guerras y nuestro quehacer es defender La Paz, aunque ello nos suponga ser incomprendidos. Ser generosos por amor con la Iglesia que es perseguida y asesinada. Son nuestros testigos de hoy, la “Sal de la tierra”, “dichosos ellos a quien el amo, al llegar, los encuentre portándose así”. “En vela. Os aseguro que se ceñirá, los hará sentar a la mesa y los irá sirviendo”.
¿Creemos que nuestro quehacer en la Iglesia no es mas que cumplir los mandamientos, rezar nuestras oraciones, ser buenas personas, ir a misa los domingos si nos es posible? Todo, como se ve, de forma pasiva, y nos conformamos, creemos suficiente ser buenas personas. No nos damos cuenta que cada vez somos seres más insípidos, que el Señor nos dirá: “Al Angel de la Iglesia de Laodicea escribe así: “conozco tus obras y no eres ni frío ni caliente. Ojalá fueras frío o caliente, pero como estás tibio y no eres ni frío ni caliente voy a escupirte de mi boca” (Ap 3,14-17).
Frente a tantos mártires “calientes”, nuestro catolicismo de cristiandad es “tibio”, ese es el gran problema de la Iglesia de hoy, muy “católica”, pero poco cristiana.
Este año jubilar vemos, sobre todo en el Jubileo de la Juventud, una alegría de quien quiere ser feliz. Estemos atentos al mensaje del Papa León, a quien vimos, con gozosa alegría, sentirse joven con los jóvenes. Él pone su esperanza de misionero en este “pequeño rebaño” que quiere seguir a Cristo Pastor.
Feliz domingo. Calentemos nuestro corazón para que el “Señor cuando llegue y llame nos encuentre en vela y nos siente a su mesa.
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