Sábado 27 de Febrero de 2.010.
Aunque la cita está tomada del Evangelio de San Juan (cap. 19, vers. 30) y refiere el momento supremo de la expiración de Jesús, es claro que este consummatum est se está refiriendo a la culminación del evento diocesano al que ya tantas veces nos hemos referido en "entradas" anteriores. Exposición y Procesión Diocesanas. Veintiséis poblaciones participantes: Denia, Sueca, Alginet, Gandía, Requena, Paterna, Quart de Poblet, Alberic, Sagunt, Silla, Bellreguard, Torrent, Aielo, Cullera, Rafelbuñol, Alzira, Ontinyent, Manises, Benifaió, Tavernes de la Valldigna, Alboraya, L'Alcudia, Benifairó de la Valldigna, Tous, Benetuser y Xàtiva.
Vaya por delante el expeso reconocimiento a la Comisión Organizadora por el perfecto engranaje y coordinación de movimientos, tiempo, logística y ejecución del programa propuesto. El éxito de la representación iconográfica fue manifiesto. Es de reseñar, no obstante, que tal vez por la larguísima duración del desfile, a última hora disminuyera notablemente la expectación a lo largo de la carrera. Pero ello no resta mérito al gran esfuerzo preparatorio y organizativo.
Comenzó el desfile desde la Colegiata a las cuatro y media de la tarde. Terminó en la calle del Portal del Lleó pasadas las once de la noche. A fuer de ser sinceros, reconoceremos que imperó la seriedad, el respeto y el orden en los pasos sin "cortes" significativos. Cada cual aportó lo que mejor creyó y pudimos comprobar la variedad de los atuendos y una participación llamativa de bandas de cornetas y tambores. Nuestras cofradías, las de Xàtiva, cumplieron aun a pesar de la desigual participación de penitentes; pero de lo que no cabe duda es de que pudimos darnos cuenta del tesoro iconográfico y del patrimonio histórico que poseemos, aun teniendo en cuenta el valor de las aportaciones de las asociaciones visitantes.
En otro orden de cosas, quien esto escribe desconoce el protocolo que se tenía previsto; pero sí que llamó la atención algún detalle en la triple presidencia final. Pero dado el desconocimiento que este escribidor confiesa, no merecerá más comentario que el aplauso a la Banda de la Primitiva Setabense, La Vella de Xàtiva, que cerraba el desfile.
Y por no eludir aquello que directamente nos atañe, es claro que aunque sea brevemente habremos de referirnos a nuestra participación en particular. Quizás los portadores no os disteis cuenta porque estabais cada cual tomando vuestras posiciones, o tal vez sí, no lo sé; pero el autor de este cronicón fue testigo excepcional de cómo en el momento en que sonó el redoble de los tambores, ese grave anuncio del tremendo drama del Calvario, al asomar Jesús Nazareno a la puerta de la Iglesia Colegial, el silencio fue impresionante ¡Y mira que en la Plaza había gente! Recuperamos, por fin, un toque de clarín ya practicamente igual al que desde siempre habíamos escuchado; el motete, interpretando esos versículos - "Eram..." - de tan honda significación, quizá nuestra seña de identidad más notable... Jesús por encima de todo, claro es; y el paralelismo que pone de manifiesto Isaac con su haz de leña preparada para el sacrificio... Y esa innovación del pasado ejercicio: el grupo de viento/metal traduciendo a tan característico sonido instrumental la misma música vocal de aquel motete. A mí me gusta.
¿Fallos? Qué actividad humana no los tiene? Asistimos menos portadores de los que hubiéramos deseado, esa es la pura verdad. Hubo quien -viviendo fuera- se desplazó adrede; y hubo gente de casa que, aunque se la esperaba, no estuvo. No obstante, es de agradecer que pudiéramos integrar muy dignamente la extraordinaria procesión jamás antes vivida en esta ciudad.
Y... entramos por la Puerta de San Vicente. Con cierta dificultad, pero lo hicimos; y nuestra entrañablemente querida imagen de Jesús con la cruz a cuestas quedó despositada en La Sèu, ya a punto para el acto penitencial del Jueves Santo.
Dos notas como rúbrica: según ya lo anunciamos, asistió a la procesión nuestro Hermano Mayor Honorario, D. Mario Mollá García, a pesar de su delicado estado de salud y de haberse tenido que desplazar desde Valencia, por lo que le quedamos sinceramente agradecidos; y, como viene acordado, al pasar en la calle de Moncada por delante de la casa de Da. Francisca Martínez de Diego -nuestra admirada y estimada Quica- paramos y le encaramos la imagen. Momento emotivo, acción de gracias y oración sincera.
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