dijous, 9 d’abril del 2020

JUEVES SANTO







            El Jueves Santo, para todos los católicos, es un día de devoción y sentimiento irrenunciable por todo cuanto representa: Eucaristía, Sacerdocio, Traición, Humillaciones…, pero también lección de humildad en el lavatorio, de conformidad con la voluntad del Padre, de donación absoluta, de amor infinito. En fin, de una intensa meditación ante tan sublime misterio.
            Pero, además, para los Hermanos Portadores y Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno, es día de arraigo en la expresión externa de nuestra fe, que intentamos de todo corazón que lo sea con sinceridad consecuente, cuando salimos a la calle con nuestra imagen titular, ante la atenta mirada de Jesús, estés donde estés,
cargado con la pesada cruz de nuestras faltas grandes o pequeñas…
            Y esa plástica representación  se contempla en la Segunda Estación del Vía Crucis.
            Por ello, me ha parecido apropiado copiar aquí el poema de Gerardo Diego que se corresponde con esa Estación, por dar virtual vida a nuestra Procesión de Penitencia, secularmente celebrada cada Jueves Santo en nuestra Ciudad.



Jerusalén arde en fiestas. 
Qué tremenda diversión 
ver al justo de Sión 
cargar con la cruz a cuestas. 
Sus espaldas curva, prestas 
a tan sobrehumano exceso, 
y, olvidándose del peso 
que sobre su hombro gravita, 
con caridad infinita 
imprime en la cruz un beso. 

Tú el suplicio y yo el regalo. 
Yo la gloria y Tú la afrenta 
abrazado a la violenta 
carga de una cruz de palo. 
Y así, sin un intervalo, 
sin una pausa siquiera, 
tal vivo mi vida entera 
que por mí te has alistado 
voluntario abanderado 
de esa maciza bandera. 




Con todo afecto, Miguel Mira